Durante mucho tiempo se creyó que el desarrollo celular era una proceso biológico incontrolable, que estaba relacionado exclusivamente con la disponibilidad de nutrientes para que las células pudieran tener energía.
El multipremiado biólogo molecular Michael Hall es uno de los responsables de que esta idea haya cambiado por completo. Este investigador descubrió que hay unas moléculas, las proteínas TOR, que regulan el crecimiento y el metabolismo celular. Actuando sobre ellas se puede controlar su desarrollo.
¿Significa que podemos controlar el envejecimiento? “El envejecimiento es un proceso metabólico complicado. Pero sí, sabemos que si inhibimos los niveles de TOR se vive más tiempo”, asegura el bioquímico.
Cómo retrasar el envejecimiento celular
Hall empezó investigando una sustancia, la rapamicina, y descubrió que sirve para inhibir o apagar las proteínas TOR. Eso ha hecho que esta sustancia sea hoy un medicamento utilizado para frenar el crecimiento celular en algunos tipos de cáncer o para evitar el rechazo en trasplantes, entre otras enfermedades.
Las investigaciones posteriores de Hall le han llevado a comprobar que la clave de esta proteína está en la alimentación. Pudo comprobar que la restricción de calorías actúa igual que la rapamicina. Explicado de modo sencillo, señala que TOR “se activa cuando comemos y se apaga cuando terminamos de comer”.
La deducción lógica es que “la restricción calórica prolonga la vida y mucha gente come menos para prolongar la vida”, explicaba a la agencia Efe. Eso no significa que debamos pasarnos días sin comer para no envejecer. Propugna un ayuno controlado.
Sus investigaciones científicas son la base de los especialistas que abogan por un ayuno intermitente. “La rapamicina engaña a la célula al hacerle creer que no hay alimento, y eso es lo mismo que se consigue con la restricción calórica”, apunta este experto.
Qué comer para retrasar el envejecimiento
Pese a que hay quien acude al médico para que le recete la rapamicina con el fin de retrasar el envejecimiento, Hall está totalmente en contra. “Con los fármacos siempre hay un riesgo”, ha advertido en otra entrevista a El Confidencial. “Yo lo que hago es comer bien, no fumo, me gusta el vino pero lo bebo con mesura. Eso es suficiente.”
Lo más importante es no pasarse en las cantidades de alimentos. “Comer poco retrasa el envejecimiento. TOR cuenta con un mecanismo que alarga la vida cuando le llegan menos nutrientes”, ha insistido.
Los estudios de las personas más longevas del planeta han confirmado estas suposiciones. Los pueblos donde se vive más años siempre son habitantes frugales, que les basta con poco alimento. Y siempre son productos frescos y naturales.
En este sentido, podemos decir que la industria alimentaria, que nos incita a comer más, añadiendo azúcar y condimentos adictivos, juega en nuestra contra.
Los años de vida tienen un límite
Hall pone límites a las opciones de longevidad que tienen las personas. La inmortalidad viola las leyes de la física y la química. Siempre llega un momento en que dejas de funcionar. “Por ahora, la edad máxima que se puede alcanzar es de 120 años más o menos. Y no creo que se pueda ir mucho más allá”, ha indicado.
Además, no todo es el envejecimiento celular. Hay muchos otros factores que influyen en la longevidad. Este experto considera que hoy, pese a los avances médicos, es más difícil alargar la vida. De hecho, en Estados Unidos o Alemania esta esperanza de vida está bajando.
Se explica por “la aparición de nuevas enfermedades, como la covid, y hay mucho más estrés y ansiedad”, dice. Para evitar todos los posibles factores de mortalidad tendríamos que vivir en una burbuja, y la pregunta es si eso es posible y nos gustaría.
Hall lo tiene claro: “Lo que necesitamos es una prolongación de la calidad de vida. Lo mejor es que la muerte llegue, digamos a los 85 años, pero que lleguemos a esta edad perfectamente sanos”, aboga.
Muchos dirán que es poco tiempo. Tememos a la muerte, porque nos gusta vivir y por miedo, porque no sabemos que hay después. Sobre lo primero, hay que recordar que la vida también cansa. Los más longevos admiten que llega un momento en que se pierden las ilusiones.
En cuanto a lo segundo, qué hay después, el biólogo Hall lo tiene claro: “No hay nada. Nuestro cuerpo es una colección de estructuras químicas. Y cuando estas estructuras se rompen, nos volvemos polvo”.