La vida se nos hace corta y los consejos sobre cómo aumentar la longevidad son leídos por mucha gente. Seguimos con interés todo lo que los científicos expertos en envejecimiento nos indican que puede acortar o alargar nuestra esperanza de vida.
Una de las noticias más bien recibidas en años recientes ha sido que los hábitos de vida saludable son mucho más importantes que la genética. Nuestro destino no está marcado y podemos modificarlo. Dentro de ese estilo de vida, los hábitos dietéticos son una pieza clave. Coma menos o coma menos a menudo y vivirá más. De ahí surgieron varias teorías sobre las bondades del ayuno intermitente.
Un nuevo estudio no refuta que estas teorías médicas del ayuno sean válidas. Pero las pone en perspectiva ante una evidencia todavía mayor. Lo que interesa no es cuándo comes o dejas de comer sino cuánto comes.
Comer menos prolonga la vida
El estudio que acaba de publicar la revista Nature ha buscado qué factores son los que realmente consiguen que la dieta alargue la vida. Sus conclusiones son que:
- Comer habitualmente menos calorías que la media te da más posibilidades de vivir más años.
- Es más útil que seguir una dieta restrictiva de calorías de vez en cuando para mantener el peso a raya.
- Los que comían mucho van buscando otros placeres que no son una vida larga.
Para llegar a esta resultado hicieron un ambicioso experimento utilizado ratones de laboratorio. Había casi un millar de ratones de muy diverso tipo genético para poder abarcar todas las variables.
De esta manera comprobarían si la genética tenía peso en los resultados. Se dividió a los ratones en grupos. A unos se les redujo su dieta habitual para que comieran un 20% menos. Otros comieron un 40% menos. A otros se les puso en ayuno uno o dos días y luego se les dejó comer lo que quisieran. Finalmente, otro grupo no tuvo restricción de alimentos.
Qué resultados consiguieron
Los ratones que menos vivieron fueron los que comieron a su aire lo que querían (unos 25meses). Los del ayuno intermitente vivieron un promedio de 28 meses. Los que se acostumbraron a una dieta del 20% menos vivieron 30meses. Y los que comieron la dieta estricta de 40% menos superaron los 34 meses.
Sin embargo, dentro de cada grupo hubo muchas diferencias. No todos los que comieron menos vivieron más. Los investigadores destacan que la clave aquí no es perder peso con una dieta. Se trata de que mantengas tus capacidades comiendo menos habitualmente.
“Nuestro estudio realmente apunta a la importancia de la resiliencia”, explica el profesor Gary Churchill, investigador del Laboratorio Jackson, en Maine (Estados Unidos). Los ratones que vivieron más tiempo no perdieron peso, sino que se adaptaron a la dieta. Los que perdieron peso y energía por comer menos murieron antes.
Estos resultados están en consonancia con lo que observamos entre los longevos. Todos son personas delgadas que no necesitan comer mucho para vivir, pero que se mantienen ágiles y con plenas capacidades.
La genética tiene más importancia
Aquí es donde viene la mala noticia. Si unos animales eran más resistentes que otros ante la reducción de la dieta era por su genética. Se analizaron otros factores, como niveles de glucosa y de grasa corporal. Valores que se usan mucho en las personas para conocer la salud metabólica y el envejecimiento.
Nada de esto tuvo importancia en los ratones evaluados. Lo que sí tenía peso era su capacidad genética de adaptarse a la dieta manteniendo naturalmente su peso y conservar unas buenas defensas que les protegieran de las infecciones.
Estos hallazgos demuestran que el peso de la genética es importante aunque nos hayan querido vender lo contrario.
"Si quieres vivir mucho tiempo, hay factores que puedes controlar a lo largo de tu vida, como la dieta, pero en realidad lo que quieres es una abuela muy anciana", apuntaba el profesor Churchill.
Qué marcadores indican la longevidad
Los investigadores ponen en duda que criterios hasta ahora muy extendidos para analizar tus opciones de vivir más años, como los porcentajes de grasa en el total de tu peso, los niveles de glucosa en sangre o la temperatura corporal sirvan realmente.
Tras analizar todos estos datos en los ratones a los que se les restringía la dieta, no les dio ninguna pista de cuál viviría más tiempo. Sin embargo, sus defensas o el nivel de glóbulos rojos (los que llevan el oxígeno) sí.
“Aunque la restricción calórica es generalmente buena para la esperanza de vida, nuestros datos muestran que perder peso con la restricción calórica en realidad es malo", adverte el profesor Churchill.
Si ya tienes un peso adecuado, “adelgazar más con una dieta de longevidad no es un marcador de que vas a vivir más años”, añade.