El investigador y escritor, Dan Buettner, lleva más de 20 años estudiando acerca de la longevidad. En concreto, sus investigaciones se han centrado en averiguar por qué unas personas son capaces de llegar a los cien años y otras (la inmensa mayoría) permanecen en la media de unos 80 años, en el caso de España, por ejemplo.
Para ello, Buettner ha visitado las "zonas azules" del planeta (lugares donde vive el mayor número de centenarios) y ha entrevistado a sus habitantes. A través de estas conversaciones, el investigador ha tenido la oportunidad de conocer su forma de vida, costumbres, actitudes, alimentación... en definitiva, una enorme e interesante lista de elementos que, en mayor o menor medida, hacen que sus vidas sean más largas y más felices.
Un dato insospechado
Factores como la alimentación o los hábitos de vida son aspectos que todos tendríamos presentes a la hora de explicar la felicidad de las personas más longevas del planeta. Sin embargo, Buettner se encontró con un inesperado punto en común en cuatro de las cinco zonas azules (Okinawa, Cerdeña, Ikaria y Nicoya): están sobre el agua.
Por tanto, inmediatamente surge una pregunta: ¿Es posible que vivir rodeados de agua o junto al mar sea un condicionante a tener en cuenta a la hora de listar los motivos que explican la felicidad? En principio, como mínimo parece que debería ser algo a tener en cuenta.
Con este dato sobre la mesa, Buettner especula acerca de la posible relación entre la felicidad y la cercanía al mar. "Quizá sea el efecto tranquilizante del agua, o el clima, normalmente más moderado en las zonas de costa,” dice Buettner.
Una cosa lleva a la otra
Vivir cerca del agua no solo nos hace más felices, también tiene otros efectos secundarios que recoge una revisión sistemática de 2017 publicada en BMJ Open. El estudio publicado concluyó que pasar tiempo cerca de costas, lagos o ríos puede "promover la salud y el bienestar y prevenir enfermedades".
Una deducción basada en la idea de que fijar nuestra residencia en un lugar próximo a la costa podría incitar a la actividad física debido al buen clima. En este sentido, el propio Buettner (residente en Miami Beach) considera la geografía como un factor determinante en su bienestar: "No se trata del agua en sí, si no de lo atractivo del lugar y de su clima, que me animan a llevar un estilo de vida saludable. He elegido intencionalmente un lugar donde es muy fácil y atractivo hacer actividad física durante todo el año sin esforzarse demasiado".
El objetivo del escritor no es realizar una actividad física intensa, sino integrar en el día a día aquellas con las que más disfruta, sin sufrimiento, como caminar, surf o remo.
Más puntos en común
Además del lugar donde vivimos, Buettner identificó otros factores que comparten las personas más longevas y felices del planeta:
- Llevar una vida activa. Según el experto, la mayoría de los centenarios del planeta no practican ninguna de las actividades que se llevan a cabo en los gimnasios. No van a correr, ni acuden a la sala de fitness. Ahora bien, son todo lo contrario a sedentarios. Su día a día es movimiento. De hecho, son tan activos que no necesitan compensar la falta de actividad con entrenamientos adicionales.
- Tener un propósito vital. Los habitantes de Okinawa (Japón) llaman al propósito "ikigai", mientras que los nicoyanos de Costa Rica hablan de un "plan de vida". En ambos casos la traducción consistiría en tener claro el motivo por el que nos despertamos cada mañana y seguimos con nuestra vida. Tener clara la razón de vida, más allá del simple trabajo y la subsistencia es clave. De hecho, los estudios sugieren que tener un sentido para vivir puede añadir hasta 7 años más de vida.
la alimentación importa
En cuanto a la dieta, para Buettner hay dos aspectos fundamentales a tener en cuenta. Por un lado, la regla del 80%. Este porcentaje se refiere a que lo ideal es comer hasta tener la sensación de que estamos llenos al 80%. Y por otro, según el experto, los habitantes de las zonas azules, en general, realizan su comida más frugal al final de la tarde y no comen nada más hasta el día siguiente. Algo que va en perfecta sintonía con la recomendación de cenar ligero y temprano para una vida sana.
Otro de los factores que tienen en común las zonas azules en relación a la dieta es que en su mayoría está basada en plantas. En concreto, las legumbres (judías, soja y lentejas) son la piedra angular de la mayoría de estas dietas. Por otro lado, respecto a la carne, no la evitan, pero consumen solo 5 porciones al mes, y estas porciones son de apenas 100 gramos.
mejor en compañía
En cuanto a la importancia de las relaciones personales en las vidas de las personas más longevas, Buettner detectó que los habitantes de las zonas azules mantienen una relación cercana con padres y abuelos, y conviven con ellos en sus propias casas. Los estudios relacionan esto con una menor tasa de enfermedad y mortalidad de los hijos.
Además, pudo comprobar cómo la mayoría de ellos vivían en pareja de por vida, algo que aumentaría la esperanza hasta 3 años más, y pasan muchas horas dedicadas a la crianza de sus hijos.