Durante décadas se nos ha ido inculcando los problemas que suponen el sedentarismo. La aparición casi simultánea de la televisión y el acceso al coche hizo que la sociedad se apoltronara y se dispararan un montón de enfermedades relacionadas con la obesidad y la falta de ejercicio.
A los médicos les ha costado conseguir convencernos de que hay que coger la bicicleta, ir al gimnasio o ponerse a correr. Por eso, socialmente se acogió muy bien cuando los médicos señalaron con estudios que simplemente caminar ya era un ejercicio suficiente.
La recomendación de caminar como ejercicio saludable tiene raíces antiguas. En la antigua Grecia, Hipócrates, considerado el padre de la medicina, ya mencionaba que era una forma de mantener la salud. El problema es que hemos confundido un paseo con la caminata como ejercicio. Son cosas diferentes.
En qué consiste caminar rápido
Caminar no es ir de compras y pararte en algunos escaparates. Tampoco es contar los pasos pese a que los vendedores de podómetros lo han convertido en el reto. Está bien saberlo porque nos ayuda a incentivarnos para movernos. Pero no basta.
El ejercicio es caminar rápido. Solo así conseguiremos los muchos beneficios que se atribuyen. Nos lo especifica el doctor Mauricio González, experto en nutrición, conocido como doctor Mo en redes sociales, y que es uno de los mejores divulgadores de pautas saludables: “Caminar rápido se define como ir a 6 kilómetros por hora”.
Lógicamente, se trata de una pauta para una persona adulta sana. Las personas mayores o con problemas crónicos han de adecuar el ritmo a sus capacidades. La idea es que nos cansemos algo, que sudemos un poco y que el corazón lata más rápido. En suma, que notemos el esfuerzo.
“Una forma sencilla de comprobar que estás en la intensidad correcta es que no puedes hablar del todo fluidamente”, dice el doctor Mo. “Tienes que hablar con algo de jadeo.”
Qué beneficios aporta caminar rápido
La frecuencia con la que sales a caminar y el tiempo que dedicas son otros factores importantes. La recomendación genérica es que al menos camines tres o cuatro veces por semana.
Cualquier cantidad es mejor que nada. Si lo que quieres es tener unos beneficios tangibles, hemos de basarnos en lo que ha podido comprobarse científicamente. Y los estudios han encontrado mejores significativas a partir de una caminata rápida diaria de 30 minutos.
Por ejemplo, “sabemos con estudios científicos que caminar rápido se vincula con una frecuencia cardiaca más lenta -explica el doctor Mo-. Eso significa que tu corazón está mejor estrenado”.
Además, esos 30 minutos de ejercicio al día se asocia con otros beneficios muy concretos:
- Una reducción significativa en la presión arterial. “Recuerda que reduce el riesgo de embolias o, como muchos lo conocen: derrames cerebrales”, puntualiza este experto.
- Reduce hasta un19% la incidencia de infartos.
- Reduce la acumulación de grasa abdominal. “El exceso de esta grasa visceral se relaciona a un estado proinflamatorio y a la resistencia a la insulina”. Esto a su vez facilita la aparición de la diabetes tipo 2.
- Mejora la memoria, el aprendizaje y la función ejecutiva. “Es decir, sabes cómo decidir mejor y de una manera más eficiente”, apunta. Además de reducir el riesgo de depresión y ansiedad.
Cómo complementar la caminata
Convertir esos paseos en una rutina ya es un primer paso en la buena dirección. Después podemos ir aumentando el listón para incrementar también los beneficios.
El ejercicio muy intenso, por ejemplo correr una maratón, no es a lo que pretendemos llegar. Al contrario, los médicos, especialmente los cardiólogos, están viendo más casos de infartos debido a personas que empiezan a hacer ejercicios extenuantes sin estar bien preparados.
Algunas investigaciones también apuntan que los beneficios neurológicos del ejercicio pueden perderse porque la intensidad excesiva provoca mucho estrés perjudicial.
Mejorar el ejercicio es ampliar el rato que caminas hasta llegar a la hora. O ponerte otros retos como elegir zonas donde haya pendientes, una zona de subida.
Salir a caminar en una zona de parque o campo también nos permitirá el contacto con la naturaleza, que aporta asimismo beneficios adicionales.
“Si al caminar le añadimos unas sentadillas el ejercicio será mucho más saludable”, apostilla el doctor Mo. Las sentadillas ayudan a fortalecer los músculos, mejorar la movilidad y la postura.