Cuando la fuerza con que la sangre golpea las paredes de nuestras arterias es demasiada, los médicos establecen que la presión sanguínea es alta. La causa última que lo ha favorecido por lo general no se llega a saber, pero hay factores que, en conjunto, pueden desencadenar una presión sanguínea crónicamente alta.
Cuando ocurre y no se frena, el cuerpo lo acaba aceptando como normal y se desencadena la enfermedad, la hipertensión. Los especialistas nos recuerdan que esta situación se puede prevenir, pero es necesario saber qué está ocurriendo. Y la mejor forma es medirse la presión arterial en casa, algo a lo que cada vez dan más importancia.
Evalúa si tú tienes la tensión alta
Tener el dato, en casa, de cómo está nuestra tensión tiene más importancia de la que parece a priori. Para el doctor David León Jiménez, de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), "conociéndolo, podemos incluso reparar y recuperar todo el daño hecho por la hipertensión". Y además evitamos la subida de tensión que muchas veces ocurre cuando nos la toman en la consulta.
- Si no supera 120 (sístole o alta) y 80 (diástole o baja) se considera óptima. Es una presión arterial normal si está entre los 120-129 mmHg y los 80-84 mmHg.
Que esté entre 130-139 mmHg la alta y 85-89 mmHg la baja cuando la medimos en casa significa que es una presión arterial elevada (por encima de lo deseable).
Si es igual o mayor a 140-159/90-99 se considera hipertensión (grado 1). Si es 160-179/100-109 es hipertensión de grado 2. Y si supera los 180/110 es de grado 3.
La importancia de revertirla a tiempo
Si no se hace nada para bajar la presión arterial, la hipertensión puede acabar dañando algunos órganos. "Los ojos, el cerebro, el corazón y los riñones pueden verse muy afectados. Puesto que la presión aumenta los golpes contra la pared arterial, eso a su vez se traduce en trombos plaquetarios, o en arteriosclerosis, que es un endurecimiento de las arterias. Por eso, hay una relación entre la demencia y los infartos en el cerebro y en el corazón: las arterias fallan al repartir el oxígeno, generando la muerte de algunas células", afirma el doctor David León.
Para todos aquellos que sospechan que pueden tenerla alta, el experto recomienda "que se tomen la presión arterial cuanto antes. No importa la edad que se tenga. Haciéndolo, ya estamos en el camino de reducir mucho los problemas asociados a la hipertensión".
Cuando hay tensión alta y ni lo sospechas
Durante años hemos escuchado decir que la hipertensión es una enfermedad silenciosa, pero hoy en día los expertos ya no están tan de acuerdo en esa afirmación. Hay síntomas que nos pueden estar avisando, aunque es cierto que son pocos y, por ser discretos, lo habitual es que los pasemos por alto. De entre ellos, destacan especialmente estos tres:
1. Pitidos en los oídos y hormigueo en manos y pies
Teniendo la presión alta puede aumentar el riesgo de que se estrechen los vasos sanguíneos más delgados y lejanos que están fuera del corazón, lo que se denomina arteriopatía periférica.
Puede ocurrir en el cuello, los brazos y las piernas, lo que ocasiona que la sangre no llegue bien a estas zonas. Eso, finalmente, puede desembocar en daños en los nervios. De ahí que a veces se note hormigueo en manos y pies y pitidos o zumbidos en los oídos.
2. Ansiedad y visión borrosa
Hay una asociación entre la hipertensión y la demencia que ya se sospechaba hace tiempo. En etapas no tan agudas, es posible que la oxigenación al cerebro se vea levemente afectada, generando problemas cognitivos y sensoriales que pueden ser poco evidentes. Algunos ejemplos son sentirse cansado, más nervioso, con ansiedad o destellos en los ojos. "Todas pueden ser pistas que se relacionan con la hipertensión", indica el Dr. León.
3. Dolor de cabeza
Este síntoma se da con frecuencia, y quienes lo sufren suelen describir este dolor de cabeza como constante y opresivo, como si algo te estuviera apretando la cabeza.
Otras señales que te avisan
- Levantarse por la noche varias veces para ir al baño. Algo poco conocido es que la presión puede subir anormalmente durante la noche y eso provoca despertares. "Al estar acostados muchas horas, el riñón hace entonces el trabajo que no pudo durante el día, como la gestión del sodio", nos explica el Dr. José Antonio García Donaire, presidente de la Sociedad Española de Hipertensión(SEH-LELHA). Ese órgano interviene directamente en el control de la presión y, cuando detecta que acumula demasiado volumen, alerta al cerebro para eliminarlo. Si no lo hiciéramos, aumentaría la presión. Eso, junto con la mayor necesidad de eliminar los desechos del cuerpo, explica la necesidad de ir al baño.
¿Se dan hemorragias nasales y derrame ocular? Para el Dr. García Donaire, no está claro que el sangrado de nariz (epistaxis) y la hemorragia ocular (hiposfagma) se den por una presión alta, ya que ocurren en la parte venosa de los capilares, no en la arterial de donde proviene la hipertensión. Los estudios que muestran una mayor fragilidad de esos capilares no son concluyentes. "Una hipertensión mal cuidada sí puede dar lugar, en cambio, a un accidente cerebrovascular o ictus", indica el experto.
Cuando tenemos la presión arterial elevada podemos notar también sensación de agotamiento y tendremos más dificultad para dormir.
¿Es peor tenerla alta siempre o en picos?
Debido a la naturaleza ‘abrasiva’ de la hipertensión sobre las arterias, el Dr. García Donaire es tajante: "Definitivamente, es peor tenerla siempre alta. Por eso, la primera pregunta de cualquier médico debe ser: ‘¿Desde cuándo cree que es hipertenso?’. No es lo mismo que lleve solo unos meses con la presión alta que 15 años".
Los médicos se fijan más en la llamada carga de hipertensión. "El problema no es un pico de presión, sino lo que sucede entre medio", señala el presidente de la SEH-LELHA. Las peores consecuencias (un ictus) se dan con lo que se conoce como carga de hipertensión, es decir, que todas las medidas de presión arterial de los últimos meses hayan estado siempre altas. Por eso, es importante conocer el tiempo que se está en los diferentes rangos de presión. Ya hay aparatos electrónicos, similares a los de insulina, para medir la presión continuamente y saber qué ha pasado por ejemplo en tres meses seguidos.