¿Ves la botella medio vacía? Cómo entrenar el cerebro para ser más positivo

Ante una misma realidad, unos pueden quedarse con lo peor y otros extraer solo la parte positiva. La psicología ha comprobado que las personas más positivas tienen mayores opciones de tener éxito en la vida y sentirse mejor. Si no es tu caso, no te preocupes que hay estrategias para ver el lado bueno de las cosas.

Pablo Cubí
Pablo Cubí del Amo

Periodista

Actualizado a

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ISTOCK

Seguro que conoces este refrán. “Nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira.” ¿De qué color es el cristal con el que miras el mundo? Seguramente la mayoría no tienen un solo color. Miramos la vida con mejor o peor perspectiva según cada circunstancia.

A pesar de que no somos tan rígidos como para no poder valorar de distinta manera la situaciones, la neurociencia sí ha confirmado que nos movemos sobre todo por un tipo de pensamiento. Hay personas mayoritariamente optimistas y otras mayoritariamente pesimistas. Los pesimistas tienen mayor actividad en el lado derecho y los optimistas con el lado izquierdo. Solo un 15% de gente no sigue estos patrones.

Has de saber que no somos de una manera u otra sin más, de nacimiento. Hay factores que nos han impulsado a ser así. Y que podemos revertirlos y cambiar de mentalidad para ser más positivos. Nos conviene hacerlo, porque la vida les va mejor a los optimistas.

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Qué nos hace ser pesimistas

Los pesimistas son esas personas que no pueden evitar lamentarse de todo y ver la botella medio vacía. No todos nacemos necesariamente más pesimistas u optimistas. Eso ya lo averiguó el profesor Robert Plomin, del King’s College de Londres, y especialista de Genética del Comportamiento.

El profesor Plomin dirigió una investigación con más de un millar de gemelos, algunos de los cuales habían crecido juntos y otros que fueron separados al nacer. Así pudieron comprobar que el ser pesimista u optimista tiene una base genética. Pero no toda. Aproximadamente en el 25% de casos este factor se hereda.

La influencia ambiental tiene también un peso significativo. Según explicaba el profesor Plomin, “esto es así en el caso del optimismo, pero no para el pesimismo”. Es decir, que vivir en un entorno estable económicamente hablando y donde nos eduquen con amor y en un espíritu positivo, hará que veamos la vida más optimista.

Otros especialistas han discrepado y creen que un hogar disfuncional y donde el niño crezca en un ambiente tenso pueden hacer perder el optimismo. Perder el optimismo tampoco significa necesariamente volverse pesimista. Se puede llegar a un punto de incertidumbre, que se esté más a la expectativa.

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Por qué hay que ser optimistas

Si tu caso es de los que eres más bien pesimista, te conviene seguir leyendo porque te vamos a dar algunos motivos por los que hay que ver la vida con algo más de alegría. No forzosamente las personas optimistas son siempre felices. Existe una relación pero no es lo mismo.

El tener un pensamiento positivo no quiere decir que no veas los posibles riesgos o factores estresantes de la vida. Simplemente, que te apoyas en las opciones de que va a ir bien.

Los estudios que se han hecho al respecto señalan que las personas positivas tienen:

  • Menos riesgo de sufrir ansiedad y depresión. La investigación del profesor Plomin ha sido una de las que ha confirmado este punto.
  • Más opciones de una vida larga. Los que construyen una visión optimista tienen más probabilidad de ser longevos. Uno de los motivos que lo explican es que tienen más opciones de crear lazos de amistad positivos, uno de los factores que ayudan a vivir más años.
  • Opciones de manejar mejor el estrés. Los optimistas son más resilientes porque tienen más mecanismos de adaptación. Afrontan las desgracias de una manera más constructiva.
  • Menos enfermedades. Hay estudios que apuntan que los optimistas, por manejar mejor el estrés, tienen menos hipertensión y menos riesgo cardiovascular. También se relaciona con un sistema inmune más fuerte y por tanto más protección ante las enfermedades.
  • Más opciones de éxito. Los datos estadísticos indican que hay más personas con buenos trabajos y mejores salarios entre los positivos. Una de las razones es que tienen menos miedo a arriesgar, innovar e invertir.
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Cómo aprender a ser optimista

Los estudios de neurología demostraron que los cerebros de las personas optimistas que veían una película cómica reaccionaban con más intensidad desde el hemisferio izquierdo que las pesimistas. Y las que pesimistas que veían un drama, con mayor intensidad y desde el hemisferio derecho que las optimistas.

La primera noticia optimista que podemos dar es que los neurólogos comprobaron que puedes readaptar y reconectar tu cerebro. Podemos entrenar nuestra mente para ser más positiva. Es lo que subraya la doctora Kaitlin Hagan, profesora de Harvard y autora de un estudio que relaciona la visión positiva con la mejora vital: “con intervenciones sencillas, como hacer que la persona escriba y piense en los mejores resultados posibles”.

Estas son algunas de las técnicas que te pueden ayudar. Los expertos señalan que no hay edad límite. Las personas que han sido mayoritariamente pesimistas pueden cambiar su pensamiento incluso de mayores.

  • Cambia la perspectiva. Concéntrate y haz un esfuerzo consciente por buscar qué cosas han sido positivas de cualquier evento negativo. Cuanto más veces realices este ejercicio con cada cosas que vivas, más fácil es que lo interiorices y cambies el color del cristal con que lo miras.
  • Rodéate de personas adecuadas. El entorno social en el que te mueves importa y ayuda. Las emociones positivas se contagian. Ten este aspecto más presente y criba algunas amistades que puedan no ser adecuadas.
  • Quita las noticias. El porcentaje de noticias catastróficas y negativas es inmensamente superior al de noticias positivas. Eso puede ayudarte a apuntalar tu visión negativa del mundo. Una visión que no es exacta. Los periodistas no consideramos lo habitual como noticiable. “No news, good news” (si no hay novedades son buenas noticias). Hay que mantenerse informado, pero no estés todo el día escuchando tertulianos que suelen quejarse y alborotar más que plantear soluciones positivas.
  • Escribe un diario. Es lo que apuntaba la doctora Hagan. Escribe cada día cosas buenas que te hayan pasado. Te será más fácil recordarlas. Nuestra mente tiende a recordar lo malo y olvidar lo bueno, al menos en una memoria a corto plazo. Así compensas ese desequilibrio.