Varias investigaciones ya habían relacionado algunas características psicológicas concretas con factores de riesgo de demencia y otros como factores protectores. Por ejemplo los pensamientos negativos repetitivos. Las personas negativas tienen más riesgo. Entre los factores protectores está tener capacidad de autorreflexión.
Un nuevo estudio, llevado a cabo bajo la dirección de la Universidad de Barcelona, ha indagado más en estos aspectos para descubrir qué perfiles psicológicos tienen más riesgo de padecer demencia o algún problema de salud mental en edades medias y avanzadas.
“Hasta ahora, estos factores se habían examinado de forma independiente. Este enfoque limita porque las características psicológicas no existen de modo independiente”, explica el doctor David Bartrés-Faz, primer autor del estudio.
Para analizar más en conjunto, los investigadores dividieron a los más de mil voluntarios en tres tipologías de personas. La mayoría de voluntarios tenía una media de edad de 51 años (y un importante subgrupo con una media de 71 años). Ninguno con enfermedades neurológicas diagnosticadas.
Más riesgo si no tienes metas vitales
Para poner a los voluntarios en un grupo u otro se les hizo diversos test psicológicos. Y después de agruparlos les propusieron varios test cognitivos y pruebas neurológicas para ver su riesgo.
- Un 26% mostraron menos factores protectores. Tenían pocas ganas de relacionarse socialmente y de participar en actividades comunes, eran menos amables y además tenían poca capacidad de autoanalizarse y de buscar sentido a su vida. Es decir, lo contrario de lo que se considera factores protectores de demencia. Este grupo era mayoritariamente de hombres (57% frente a un 43% de mujeres).
En las pruebas para comprobar fases de demencia preclínica mostraron las puntuaciones más altas. En las resonancias magnéticas se vio mayores atrofias neuronales en zonas relacionadas con el alzhéimer.
- Un 20% de participantes se agruparon por mostrar mayores factores de riesgo: pensamientos de remordimiento del pasado, ideas obsesivas o preocupación excesiva sobre el futuro. Eran más mujeres que hombres (62% frente a 38%).
Los resultados mostraron que también puntúan peor en test cognitivos y de alzhéimer, aunque no tanto como el primer grupo, los que puntuaban bajo en factores protectores.
- Un 54% de participantes se englobaron en un perfil equilibrado. Se relacionaban bien y mostraron una buena capacidad de introinspección y de perdonarse sus errores. También aficiones y objetivos. No mostraron ningún indicio de deterioro cognitivo acelerado ni atrofia cerebral prematura.
Cómo afecta tu psicología a tu riesgo
Los investigadores no saben exactamente cuáles son los mecanismos que hacen que un determinado perfil acelere el deterioro intelectual. Es lo que quieren analizar ahora.
“Nuestra hipótesis es que el perfil psicológico afecta a decisiones sobre el estilo de vida, por ejemplo, la actividad física o la dieta, y que es el estilo de vida el que influye en el deterioro cognitivo”, ha dicho el doctor Bartrés-Faz, en declaraciones a La Vanguardia.
El envejecimiento de nuestra población plantea un desafío social y económico. Más del 20% de los mayores de 60 años viven con un trastorno psiquiátrico o neurológico. Así que en los próximos 20 años se prevé que se dupliquen los casos de demencia.
Aunque muchos podemos ya intuir en qué perfil psicológico de los tres mencionados nos englobaríamos, “pero es conveniente una consulta con un psicólogo clínico para hacer un diagnóstico correcto y evaluar si es recomendable algún tipo de terapia para reducir esos riesgos”, ha añadido el doctor.
Cómo cambiar los factores de riesgo
Los investigadores señalan que la manera de frenar este riesgo de deterioro cognitivo no pueden ser generales. Han de adaptarse al perfil psicológico de cada persona. Es algo que no se está haciendo.
Los sistemas de salud no consideran que las personas sin planes de futuro es más probable que el día de mañana sean unos dependientes. Algo que si se actuase ahora podría evitarse. ¿Cómo? Hay varias estrategias psicológicas.
Por ejemplo, para este grupo sin propósitos hay una terapia específica puesta en marcha por psicólogos. Las personas con un exceso de preocupación podrían entrar en un curso de meditación, para controlar la ansiedad.
Esta actuación sobre los aspectos psicológicos no ha de hacernos olvidar que hay otros importantes factores que ya se han comprobado que también influyen en el riesgo de demencia.
Una comisión internacional identificó hasta 14 hábitos modificables: los más conocidos son el tabaco, el sedentarismo y el aislamiento social. Solo modificando estos factores se calcula que ya se podría retrasar hasta un 45% de las demencias.