Descubren una molécula del sistema inmune que almacena la grasa y es clave para evitar la obesidad

Una investigación ha descubierto que una molécula del sistema inmune es clave para regular el almacenamiento de grasa y evitar la obesidad. Su hallazgo además evidencia la importancia de seguir nuestro reloj biológico, pues esta molécula se rige por él.

Pablo Cubí
Pablo Cubí del Amo

Periodista

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chica come en jardín

La hora en la que comemos influye mucho en cómo metabolizaremos esos alimentos.

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Hay varias investigaciones que han relacionado el sistema inmune con la obesidad. Casi siempre se han centrado en cómo las personas obesas, con dietas ricas en grasas, ven reducida la eficacia de sus defensas.

La obesidad también supone un mayor riesgo de inflamación, uno de los mecanismos defensivos para luchar contra las infecciones. El tejido graso libera sustancias proinflamatorias y cuando esta inflamación se vuelve crónica pierde su función inicial y se convierte en un problema de salud.

Una investigación del Trinity College de Dublín acaba de encontrar otro importante factor de relación. Se trata de una molécula inmunitaria que está en el tejido adiposo (el tejido graso), como las sustancias proinflamatorias, y que tiene un papel clave en el almacenamiento de grasa. Podría ayudar a regular el metabolismo y frenar la obesidad.

La importancia del reloj biológico

Esta molécula, conocida como interleucina-17A, podría explicar por qué los trabajadores con cambios de turno nocturnos y diurnos no están sincronizados metabólicamente y pueden tener mayor riesgo de obesidad.

Se debe a que esta molécula se rige por los ritmos circadianos, por nuestros relojes biológicos. Como bien sabes, tenemos unos relojes internos ajustados a lo largo de miles de años de evolución, y que hacen que algunas funciones del cuerpo se activen en unas determinadas horas del día.

El ejemplo clásico de ritmo circadiano es el del sueño. Los procesos biológicos que nos inducen a dormir llegan con la oscuridad. También el sistema inmunitario funciona con el reloj biológico. Trabaja mejor combatiendo las infecciones a determinadas horas. Y esta molécula que ayuda a regular de manera eficiente el almacenamiento de grasa no es una excepción.

Nuestro descubrimiento ofrece posibles vías terapéuticas para abordar la obesidad y prevenir enfermedades metabólicas, especialmente en poblaciones afectadas por el trabajo por turnos”, ha explicado la profesora Lydia Lynch, bióloga molecular de la Universidad de Princeton (Estados Unidos) y que ha dirigido el estudio del Trinity College.

Cómo actúa esta molécula

Las células que se encargan de suministrar la molécula IL-17A son los linfocitos T. Los linfocitos T son una de las células defensivas. Si la persona come en horarios diferentes según el día y está aportando al organismo grasas en momentos en los que los linfocitos T no suministran las moléculas IL-17A, esa grasa no se metaboliza bien y se acumula en el tejido adiposo.

Este descubrimiento se ha realizado a partir de investigaciones con ratones de laboratorio. Los ratones que carecían de los genes que controlan este reloj biológico mostraron un deterioro del procesamiento y almacenamiento de la grasa.

Este descontrol también afecta a la temperatura corporal, que parece verse controlada por los linfocitos T. Eso podría explicar que las personas que cambian de horarios y turnos se sientan a menudo destempladas.

 "Este descubrimiento abre numerosas vías para futuras investigaciones. Una pregunta clave es si las células T ayudan a regular los ritmos circadianos en otros tejidos y, de ser así, si esto afecta de manera similar los ritmos de esos tejidos de manera esencial -explican los autores-. Particularmente intrigante son las células T ubicadas cerca del cerebro. Su actividad puede influir en el aprendizaje y la memoria”.

El mejor momento según tu reloj biológico

El estudio del reloj biológico, la cronobiología, plantea los riesgos que supone forzar nuestro organismo en los trabajos nocturnos. E insiste en que lo peor no es el horario nocturno, sino aquel horario cambiante que nos obliga a ajustar constantemente el reloj al tener un turno de mañana una semana y uno de noche la siguiente.

La cronobiología también está permitiendo que los científicos puedan precisar cuál es el mejor momento para realizar cada tarea. El Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos ha dado algunas pautas para saber cuándo realizar cada tarea:

7.30 h. Cesa la secreción de melatonina. Momento de despertarse.

8.30 h. Comienza el movimiento intestinal. Hora del desayuno.

10.00 h. Máximo estado de concentración. Buen momento para trabajo mental.

14.30 h. Máxima capacidad de coordinación. Buen momento para ejercicios de habilidad.

15.30 h. Máxima velocidad de respuesta. Buen momento para trabajar.

17.00 h. Máxima eficiencia muscular y cardiovascular. Buen momento para hacer deporte.

21.00 h. Inicio de secreción de melatonina. Preparase para irse a dormir.

22.30 h. Cesa el movimiento intestinal. Has de haber cenado al menos una hora antes.