El año pasado tuvimos que hacer frente a siete olas de calor. Un acontecimiento que, en teoría, debería se algo excepcional y que, sin embargo, parece que se está convirtiendo en algo habitual.
Las cifras de la AEMET (Agencia Estatal de Meteorología) son rotundas, claras y contundentes. Pero, sobre todo, son preocupantes. Según la agencia, desde 1975, las olas de calor se alargan tres días por década. Afectan cada diez años a tres provincias más y aumentan su temperatura unos 2,7 grados por decenio.
Si sigue la tendencia, este 2024 no pinta mucho mejor. De modo que todas las precauciones son pocas a la hora de prepararse para hacer frente a las altas temperaturas y sus posibles efectos en la salud de las personas.
Los riesgos del verano
Una temperatura corporal elevada (por encima de los 40°C), piel caliente y seca, confusión, agitación, mareos, náuseas, dolor de cabeza, respiración rápida y superficial, pulso acelerado y, en casos graves, pérdida de consciencia. Esta retahíla de síntomas son los que definen un golpe de calor.
Para evitarlos es fundamental tomar algunas medidas preventivas. Unas por omisión, y otras por acción, reducirán el riesgo de sufrir un golpe de calor. Entre las primeras, una de las más importantes es "evitar las actividades físicas intensas al aire libre, trabajar al sol, practicar deportes y permanecer en lugares sin ventilación adecuada", explica el catedrático de Ciencias del Deporte de la Universidad Europea, Vicente Javier Clemente quien recalca que los grupos más vulnerables suelen ser "los ancianos, los niños pequeños y las personas con enfermedades crónicas, como enfermedades cardíacas o respiratorias".
medidas anti golpe de calor
Además de los grupos más vulnerables y las actividades de riesgo, "la deshidratación y el uso de ropa inadecuada" incrementan el peligro de que el calor extremo le juegue una mala pasada a nuestra salud durante el verano", advierte Clemente.
Para evitarlo, el experto recomienda "mantenerse hidratado, reducir la exposición prolongada al sol, utilizar ropa ligera y de colores claros, buscar sombra o lugares frescos, restringir las actividades físicas intensas durante las horas más calurosas del día y usar protector solar".
Además, "una persona promedio debería consumir al menos de 2 a 3 litros de agua al día, pero esta cantidad puede aumentar dependiendo de la actividad física y la temperatura ambiente. Beber agua regularmente, incluso si no se siente sed, es importante”, añade.
la dieta, un aliado
Además de la hidratación, es importante realizar comidas ligeras y frecuentes porque ayudan a mantener los niveles de energía y evitan la sobrecarga del sistema digestivo, lo cual es importante en climas calurosos. "Comer en exceso puede elevar la temperatura corporal, por lo que es mejor optar por comidas pequeñas y frecuentes", aconseja el profesor.
En cuanto al tipo de alimentos más adecuados en el marco de una dieta preventiva de golpe de calor, los expertos destacan la sandía, el pepino y la naranja. Tres alimentos que sobresalen por su elevado contenido en agua y, por tanto, por su gran poder de hidratación.
La sandía
Como decíamos, su contenido en agua es de los más altos, casi el 95%. Razón por la cual es la fruta ideal para mantener unos niveles de hidratación adecuados cuando el calor aprieta.
En cuanto a su perfil nutricional, destaca su escaso aporte de grasas y la presencia moderada de carbohidratos simples (sobre todo, frutosa), lo cual se traduce en un aporte calórico muy bajo (unas 20 kcal cada 100 gramos).
La manera más habitual de tomar sandía es entera y de postre, pero cada vez es más frecuente hacerlo con versiones más originales, como en forma de gazpacho, batido o granizado.
El pepino
Prácticamente contiene la misma cantidad de agua que la sandía. Se estima que el pepino es 96,7% agua. Un porcentaje, sin duda, muy relevante, que lo convierte en la hortaliza perfecta para evitar los golpes de calor.
Ahora bien, sus propiedades no terminan ahí, ni mucho menos. Del pepino destaca su aporte equilibrado de nutrientes (ácido fólico, magnesio, potasio, vitamina C y B5), lo que contrasta con su bajo aporte calórico.
Una ensalada de pepino con queso fresco o un licuado de pepino y manzana son dos excelentes opciones dietéticas para el verano.
La naranja
Aunque su porcentaje de agua (88,6 %) es algo menor que el pepino y la sandía, también es tan elevado que merece la pena tenerlo en cuenta en la dieta del verano para evitar los golpes de calor.
Ahora bien, por sus valores nutricionales, lo cierto es que esta fruta es especialmente interesante cuando nos encontramos bajos de defensas, ya que son antivirales y antibacterianas, y neutralizan la acción de los radicales libres.
¿Y si sufro un golpe de calor?
Si tú o alguien a tu alrededor sufre un golpe de calor, es crucial actuar rápidamente. "Mover a la persona a un lugar fresco, quitarle el exceso de ropa, aplicar compresas frías o rociarla con agua, abanicarla, y darle pequeños sorbos de agua si está consciente. En el caso de agravarse, buscar atención médica urgente es vital”, aconseja el catedrático.
Además, Vicente Javier Clemente considera "fundamental educar a la población sobre los riesgos y la prevención de los golpes de calor, especialmente en un contexto de cambio climático donde las temperaturas extremas son más comunes. La prevención y la actuación rápida son claves para evitar complicaciones graves y salvar vidas".