La leche ha sido un alimento de debate desde hace décadas. No es imprescindible en la dieta para tener todos los nutrientes necesario. De hecho, hay adultos, sobre todo en Asia, a los que les sienta mal. El aumento de las personas intolerantes a la lactosa ha vuelto a acrecentar la polémica.
Un estudio que acaba de publicar la Universidad de Uppsala, en Suecia, podría dar más motivos para frenar el consumo en aquellas personas que siguen teniendo por costumbre tomar al menos un par de vasos de leche, en el desayuno y la cena.
Después de analizar los hábitos alimenticios de más de cien mil personas de su país, han llegado a la conclusión de que las mujeres quesuperan los 300 mililitros diarios de leche (que equivalen a un vaso y medio) tienen más riesgo de sufrir una enfermedad cardiaca.
Un estudio con polémica
Esta investigación vienen de lejos. Hace diez años que se utiliza el mismo grupo de personas, esta cohorte de cien mil adultos sobre las que se ha analizado sus hábitos de consumo y su salud durante 30 años.
En un primer momento se alertó de que tomar más de tres vasos de leche suponía para las mujeres un riesgo mayor de mortalidad. Pero dos años después los mismos investigadores rectificaron y admitieron que había demasiadas variables para concluir una posible relación. Esta vez se han centrado exclusivamente en un aspecto de la salud, el cardiovascular.
El nuevo análisis establece que, a partir de un vaso y medio, se va incrementando el riesgo de un infarto o un ictus en comparación con las mujeres que beben menos leche. Si se toman tres vasos hay un 12% más de cardiopatías, si se toman cuatro vasos diarios, un 21%.
Da igual si es leche desnatada o entera, el riesgo se mantiene. La culpa puede estar en los azúcares de la leche, la lactosa. Los autores apuntan que la lactosa puede provocar mayor inflamación de las células y afectar al corazón.
¿Por qué no les pasa a los hombres?
Los investigadores no han detectado estos mismos riesgo en hombres que toman idéntica cantidad de leche. La posible explicación que dan es hormonal. Los hombres metabolizan los nutrientes de la leche de forma diferente.
También hacen notar que este estudio hace referencia exclusivamente a la leche. Cuando las personas consumían lácteos fermentados, como yogures o kéfir no se encontraba esta relación.
En 2018, otro estudio internacional publicado en la prestigiosa revista The Lancet y que implicó análisis de más de 135.000 personas de 21 países, incluido España, concluyó que el consumo moderado de lácteos, incluida la leche, reducía el riesgo de mortalidad y problemas cardiovasculares.
Este estudio aportaba datos para recomendar al menos tres lácteos al día: una porción puede ser un vaso de leche, un yogur o una loncha de queso de 15 gramos.
¿Qué deben tomar las mujeres?
La Organización Mundial de la Salud incluye los lácteos dentro de los productos sanos recomendables de la dieta mediterránea. El autor principal del estudio sueco, el investigador Karl Michaëlsson, insistía en que “una dieta sana es esencial para prevenir las enfermedades cardiovasculares” y su recomendación es simplemente cambiar la leche por productos lácteos fermentados.
El consumo de leche a veces es mayor de lo que creemos. Podemos olvidar que hay productos lácteos, como las natillas o los pasteles, que pueden contener leche. También se añade una dosis extra si pedimos el café con leche. Esto podrían ser excesos que deberían tener en cuenta las mujeres.
El alto consumo de lácteos en Suecia, y en general en los países escandinavos, puede haber llevado a estas conclusiones. Hay factores que pueden influir igualmente, como los hábitos de vida o factores genéticos.
“Más que fijarse en estos resultados, conviene adherirse a las actuales recomendaciones dietéticas para la población española, publicadas por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, que sugieren un consumo de hasta tres productos lácteos al día”, concluye la doctora Esther López-García, catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid
Hay que tomar lácteos. Si se es intolerante a la lactosa, hay que optar por lácteos fermentados. Y utilizarlos como una fuente excelente de proteínas y calcio, “evitando aquellos con azúcares añadidos y alto contenido en sal”, añade la doctora en declaraciones a la agencia SMC España.