Todo cáncer que está localizado en su lugar de origen (el colon, la mama, el cuello uterino…) es curable en la inmensa mayoría de los casos. Pero, lamentablemente, los tumores humanos tienden a escaparse de su sitio de nacimiento, bien a través de la sangre o de la linfa (un sistema de canales misterioso que baña los ganglios). Luego, los tumores anidan y se multiplican en otro recoveco del cuerpo humano.
Estas células que se han despegado del cáncer primario se denominan metástasis. En general, la tendencia a que ocurra es más probable cuanto más grande es el tumor primero, aunque ese proceso puede durar años.
También se dan metástasis “mini”. A veces se originan micrometástasis que inicialmente pasan desapercibidas al médico. El paciente parece curado pero, casi de la nada, afloran metástasis en el cerebro, órgano diana típico.
Cada tipo de tumor tiene sus preferencias
Cada cáncer tiene sus preferencias a la hora de elegir un lugar donde establecer esas colonias malignas, expandiéndose hacia un órgano o una zona concreta del cuerpo.
El de mama, por ejemplo, tiene tendencia a ir a las costillas; el cáncer de colon al hígado, y el tumor que aparece en el pulmón se decanta por un ganglio que está encima de la clavícula.
La labor de los ganglios linfáticos
Los ganglios linfáticos son nuestra primera barrera para frenar la metástasis. En ellos se desarrollan batallas titánicas entre las células defensivas inmunes y los invasores malignos. De igual forma, que a través de una cirugía veamos que los ganglios no están afectados suele ser una excelente noticia que sugiere que el cáncer está localizado.
Cómo se generan las metástasis
Los mecanismos de formación de las metástasisson múltiples: por un lado, las células transformadas pierden proteínas que las células normales usan como anclas para no moverse de su vecindario natural; por otro, las células malignas producen enzimas que cortan como tijeras el tejido sano que las envuelve para tener vía libre y correr salvajemente. Ocurre también que las células tumorales a veces se disfrazan con vestidos moleculares que las hacen invisibles y difíciles de detectar por el sistema inmune.
Un pronóstico cada vez más esperanzador
Pese a todo lo explicado anteriormente, la evolución y pronóstico de los pacientes oncológicos está cambiando en los últimos años. Si hasta hace relativamente poco, las expectativas eran malas, hoy van mejorando.
Por ejemplo, pacientes con una única metástasis en un órgano vecino pueden ser perfectamente recuperables. E incluso en aquellos casos en que la enfermedad está más diseminada, nuevos fármacos están permitiendo controlar la patología durante años. Pero queda tanto camino aún por recorrer… ¡La investigación es más necesaria que nunca!