Filete fino, textura suave, sabor neutro. La tilapia ha pasado de ser un pescado poco conocido a convertirse en una de las especies más vendidas en todo el mundo. Su expansión ha sido rápida gracias a su bajo precio, su disponibilidad en algunos supermercados y su facilidad para adaptarse a cualquier receta.
Lo que parece un pescado blanco más es, en realidad, un producto cultivado a gran escala y distribuido por toneladas. Y ahí es donde empiezan las pegas. Porque tras esa apariencia discreta se esconde un debate que lleva años sirviéndose en bandeja: ¿realmente es una buena elección para la dieta?
La popularidad no siempre es sinónimo de calidad. En el caso de la tilapia, su éxito se debe más a la facilidad para producirla en masa que a sus propiedades nutricionales. Se vende mucho, sí, pero no necesariamente porque sea la mejor opción. Y eso ha generado opiniones divididas entre quienes la defienden como una alternativa accesible y quienes alertan de sus riesgos, sobre todo si no se presta atención a su origen. Aquí es donde el precio bajo puede salir caro.
El pez que aparece en la Biblia... y en el congelador del súper
Aunque muchas personas la han descubierto hace poco -y otras muchas ni siquiera saben lo que es-, la tilapia lleva siglos en el radar humano. De hecho, hay textos bíblicos que ya la mencionan, sobre todo en relación con el mar de Galilea.
Pero su gran boom, evidentemente, vino después, cuando las piscifactorías encontraron en ella un negocio redondo: crece rápido, soporta aguas cargadas y se puede alimentar con casi cualquier cosa. Hoy se cría en más de 130 países, aunque no todos bajo las mismas condiciones.
Si tiene que venir de algún sitio, que no sea de China.
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China lidera la producción mundial con más del 40 % del mercado. El problema es que sus métodos de cultivo han sido señalados en repetidas ocasiones por expertos y organismos como la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), que en su análisis advierte que "el uso de pesticidas, antibióticos y una alimentación procesada comprometen seriamente la calidad del producto". A eso se suma el hacinamiento en estanques interiores, que facilita enfermedades y obliga a tratamientos constantes para mantener vivos a los peces.
¿Buena para la salud? Depende de con qué se compare
Desde el punto de vista nutricional, la tilapia es como ese compañero de clase que cumple pero no destaca. Tiene unas 130 kilocalorías por cada 100 gramos, un 20 % de proteínas, algo de hierro, zinc y vitaminas del grupo B. Son cifras que no están mal.
El problema aparece cuando se compara con otros pescados blancos. Por ejemplo, la merluza o el bacalao no solo aportan un perfil más equilibrado, sino que contienen una proporción más adecuada de ácidos grasos. En la tilapia, aunque la cantidad total de grasa es baja, predomina el omega-6 frente al omega-3, lo que rompe un equilibrio que se considera saludable.
El pescado es uno de los alimentos indispensables en cualquier dieta, pero merece la pena saber qué se come.
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José Manuel López Nicolás, catedrático de Bioquímica de la Universidad de Murcia, es uno de los numerosos expertos que aconseja ignorar este pescado, tal y como razonó en El Español: "La panga tiene entre un 60 y un 80 % menos de ácidos grasos poliinsaturados que la merluza, y la tilapia presenta características similares".
Es decir, se queda corta en grasas beneficiosas. Y eso tiene consecuencias: un consumo habitual de pescados con este perfil graso puede contribuir a procesos inflamatorios si ya hay un exceso de omega-6 en la dieta. Según la Fundación Española del Corazón (FEC), esa descompensación hace que no sea la opción más recomendable.
No es lo mismo tilapia peruana que tilapia china
Aquí es donde la etiqueta cobra importancia. Porque no toda la tilapia es igual. La procedente de Perú, Ecuador o México suele criarse en estanques de agua dulce con alimentación más natural. En cambio, la de origen chino plantea serias dudas sanitarias por la falta de controles y el uso de sustancias prohibidas en la Unión Europea.
Pamela Monserrat Aké Palomo, veterinaria especializada en acuicultura, ha defendido que "la tilapia es una excelente opción de consumo si se produce en condiciones controladas". En la misma línea va Kevin Fitzsimmons, de la Universidad de Arizona y expresidente de la Sociedad Mundial de Acuicultura, que explicó que “la producción sostenible de tilapia garantiza productos de alta calidad y valor nutritivo”.
Marcelo Costero, del Consejo Nacional de Fabricantes de Alimentos Balanceados y de la Nutrición Animal (CONAFAB), destacó en el webinar Tilapia de cultivo: beneficios y perspectivas que esta especie "es una de las proteínas de origen animal más populares en el mundo por sus aportes nutrimentales y su facilidad de reproducción". Sin embargo, esta visión más optimista no convence a todos los expertos en salud pública, especialmente en España.
¿Y si el problema no es el pez, sino cómo se produce?
El impacto medioambiental de su cultivo intensivo también ha sido motivo de crítica. Grandes criaderos liberan residuos en el agua, provocando desequilibrios en los ecosistemas locales. Y aunque existen versiones ecológicas, no se libran del impacto del transporte desde países lejanos. En comparación con pescados de proximidad, como la merluza del Atlántico o la lubina del Mediterráneo, su huella ambiental es considerable.
La merluza es una buena alternativa.
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Además, según un informe de la Fundación Española del Corazón, la tilapia "contiene concentraciones más altas de plomo, mercurio y cadmio que otros peces blancos", especialmente las variedades procedentes de Asia.
Aun así, un estudio de la Food and Drug Administration (FDA) la sitúa como el sexto pescado con menos mercurio, pero eso no tranquiliza del todo si se tiene en cuenta que la acumulación de metales pesados puede tener efectos a largo plazo, sobre todo en niños y mujeres embarazadas.
No hay verdades absolutas, pero sí precauciones útiles
Ni héroe ni villano. La tilapia es un pescado que puede formar parte de la dieta, siempre que se elija bien. Según la nutricionista Judith Torrell, su "origen lejano la hace menos sostenible y, a menudo, de peor calidad nutricional frente a otros pescados de proximidad".
Por eso, conviene revisar bien las etiquetas, optar por variedades criadas en condiciones controladas y no dejar de lado otras especies con mejor perfil nutricional.
Desde la organización internacional de investigación WorldFish se han promovido variedades mejoradas como la Genetically Improved Farmed Tilapia (GIFT) para mejorar tanto su calidad como su sostenibilidad.
Mejor merluza que arrepentirse
Nadie dice que haya que desterrar la tilapia del plato para siempre, pero tampoco hace falta forzar su presencia en la dieta. Hay otras opciones igual de asequibles y con mejor perfil nutricional. Hay pescados blancos, como la merluza, que ofrecen más nutrientes y menos riesgos.
Alternar pescados, priorizar los de origen cercano y leer con atención el etiquetado puede suponer una gran diferencia. Porque al final, lo que parece una elección inocente en la pescadería tiene mucho detrás. Y en el caso de la tilapia, conviene saberlo antes de pasar por caja.