Verónica Portillo, psicoterapeuta de parejas: “Las verdaderas ‘red flags’ en las relaciones tienen que ver con el respeto, la seguridad, la confianza… y con el impacto que tienen en tu autoestima”

Autora del libro Amar bien, querer mejor, esta psicóloga especializada en relaciones ofrece una guía para un amor más sano y realista que huye de mitos románticos y de las expectativas poco realistas.

Judith Vives
Judith Vives

Redactora especializada en salud y bienestar

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Verónica Portillo

Verónica Portillo

Verónica Portillo

El bienestar afectivo y la construcción de vínculos sanos son el núcleo del trabajo de Verónica Portillo. Psicoterapeuta de parejas, formadora y divulgadora, acompaña a personas que quieren entender mejor su mundo emocional y relacionarse en pareja desde la conciencia, la ternura y el respeto mutuo

Además de su labor clínica, es autora del libro Amar bien, querer mejor (RBA Libros), una guía práctica e inclusiva para quienes desean transformar su manera de amar y fortalecer sus relaciones, sea cual sea su modelo relacional. Su enfoque integrador y humano se ha convertido en una referencia para abordar el amor desde un lugar más sano y realista.

En esta entrevista, hablamos con ella sobre estilos de apego, mitos del amor romántico, las red y green flags, los conflictos de pareja y cómo cultivar relaciones auténticas en tiempos de inmediatez emocional.

Tu libro propone una forma de amar desde la conciencia. En un mundo tan rápido, ¿es posible amar bien? ¿Qué significa realmente hacerlo?

Sí, totalmente. La propuesta del libro parte de una idea muy concreta: que amar bien no es algo espontáneo o mágico, sino una construcción consciente. Vivimos en una sociedad que nos lleva a la inmediatez, al consumo también de relaciones, y eso complica el compromiso profundo. Pero si ponemos atención y ternura, es posible amar con calma y con calidad.

¿Cómo nace el título del libro? ¿Hay una diferencia entre amar y querer?

El t��tulo surgió después de varias vueltas con mi editora. Al principio tenía otra idea basada en la metáfora de construir juntos, como si fuera una casa. Al final nos quedamos con Amar bien, querer mejor porque transmite esa voluntad de mejorar lo que ya de por sí parte de un lugar bueno. Es una forma de recordar que amar no es solo sentir, sino también trabajar para que ese vínculo sea de calidad.

Dices que el buen amor se construye. ¿Cuál dirías que es el ingrediente que nunca puede faltar en una relación sana?

La base es conocerse a una misma. Y a partir de ahí, saber contrastar con el otro. No hace falta llegar a una relación siendo personas "perfectas", pero sí conscientes de nuestras propias mochilas. Las relaciones funcionan cuando hay compromiso, voluntad y también un trabajo compartido.

Hablas de estilos de apego y formas de vincularnos. ¿Hasta qué punto nos condiciona la infancia en nuestras relaciones de pareja?

Mucho. Lo que vivimos en la primera infancia, aunque no lo recordemos, sienta las bases de nuestro estilo de apego. Por ejemplo, si tuvimos un vínculo seguro con nuestras figuras de cuidado, probablemente seremos personas que confían en sus parejas, que se sienten tranquilas en el amor. En cambio, si crecimos en un entorno con abandono o inseguridad, eso puede trasladarse a nuestras relaciones adultas. Pero importante: condiciona, no determina. Siempre se puede trabajar.

Se habla mucho de las red flags en una relación pero, ¿cuáles son las verdaderas señales de alarma?

Las verdaderas red flags tienen que ver con el respeto, la seguridad, la confianza… y sobre todo con el impacto que tiene la relación en tu autoestima. Si el vínculo te hace sentir pequeña, culpable o constantemente insegura, es una señal de que hay algo que no va bien. Y si esto es recurrente, más aún.

Y por el contrario, también hablas de las green flags. ¿Cómo sabemos que estamos en una relación que vale la pena?

Depende mucho de cada persona, pero en general hablamos de respeto mutuo, cuidado, capacidad de comunicarse, de construir juntas. Cosas pequeñas como cómo trata a los demás, cómo te hace sentir en lo cotidiano… Todo eso habla mucho de si hay potencial para un vínculo sano.

Parece que cada vez cuesta más comprometerse. ¿Es culpa del modelo de relaciones que propone la sociedad actual?

Sí, vivimos en una sociedad líquida, como diría Bauman, donde todo tiene que ser inmediato y desechable. Pero las relaciones requieren tiempo, presencia y cuidado. Es como cocinar, si necesitas 4 horas para una receta no se puede hacer en menos tiempo. Las apps, por ejemplo, pueden ser herramientas útiles, pero si las usamos desde el consumo y la prisa, nos perdemos la parte más rica de construir con el otro.

En el libro desmontas algunos mitos del amor romántico. ¿Cuáles crees que hacen más daño sin que nos demos cuenta?

El mito de que el amor todo lo puede, por ejemplo. Nos hace aguantar relaciones donde hay daño o incompatibilidades serias. También esa idea de que si hay amor, no habrá conflictos. En realidad, el conflicto es natural en cualquier relación. Lo importante es cómo se gestiona.

Uno de los temas centrales del libro son las expectativas. ¿Cómo aprender a gestionarlas?

Es clave diferenciarlas de las exigencias. Las expectativas son inevitables, pero necesitamos revisar si son realistas, si están comunicadas y si dejan espacio a que el otro también tenga las suyas. Muchas frustraciones vienen de esperar algo que la otra persona ni sabía que debía dar.

También hablas de las ‘mochilas emocionales’. ¿Cómo identificar qué parte del conflicto viene de nuestra historia personal?

Las relaciones son espejos. A veces reaccionamos con intensidad a algo porque conecta con heridas antiguas. Tomarse un momento para preguntarse “¿esto es por lo que ha hecho mi pareja o por lo que me conecta con mi pasado?” es un buen inicio para esa identificación.

Cuando llegan las crisis, ¿cómo saber si estamos ante una grieta reparable o ante una ruptura inevitable?

Si hay un conflicto que crece, que no se resuelve y genera más distancia, probablemente estamos ante una crisis. Pero si hay ganas y voluntad por parte de ambas personas, muchas crisis pueden gestionarse. La ruptura también es una forma válida de resolución.

¿Hay espacio para el conflicto en una relación sana?

Totalmente. El conflicto es inevitable si queremos una relación honesta y genuina. No se trata de evitarlo, sino de saber gestionarlo bien. Lo que no deberíamos permitir es el daño sistemático o el desprecio.

Tu enfoque es inclusivo y abierto a diferentes modelos de relación. ¿Hay claves del buen amor que sirvan para cualquier tipo de vínculo?

Sí. Lo fundamental es la comunicación, el cuidado mutuo, la gestión de los conflictos y la voluntad de construir. Eso sirve tanto para relaciones monógamas como abiertas, poliamorosas o del tipo que sea. Lo único que cambia es la logística, pero no el fondo.

¿Este libro es solo para personas en pareja o también puede ayudar a quien acaba de salir de una relación?

También sirve. Muchas veces después de una ruptura es un buen momento para revisar qué queremos, cómo estamos y qué tipo de relación queremos construir en el futuro. El libro puede acompañar también en ese proceso.

Y para terminar: si solo pudieras dar un consejo a alguien que quiere amar bien, ¿cuál sería?

Conciencia. Estar presente, ser honesta contigo misma y con la otra persona. Amar bien implica mirar al otro con voluntad y con transparencia.