Dan Ariely, catedrático de Psicología: "Todos pensamos que en el futuro seremos personas maravillosas. El problema es que nunca llegamos a vivir en ese futuro"

Este especialista del comportamiento humano lleva años estudiando esas pequeñas trampas que nos tendemos a nosotros mismos. Su investigación no solo es fascinante, sino también útil para nuestra vida diaria.

Judith Vives
Judith Vives

Redactora especializada en salud y bienestar

Actualizado a

Dan Ariely January 2019

Dan Ariely en una conferencia

Wikicommons

Cuando tenía 18 años, un accidente le dejó el 70% del cuerpo quemado. Como consecuencia, Dan Ariely pasó más de tres años en tratamiento, enfrentando dolor y una larga recuperación. Fue en ese entorno tan difícil donde este psicólogo comenzó a preguntarse por qué tomamos las decisiones que tomamos. Hoy es uno de los grandes referentes en economía del comportamiento, profesor en Duke University y autor de Las trampas del deseo, entre otros libros bestseller. 

Mezclando ciencia, experimentos curiosos y mucho sentido del humor, este autor nos ayuda a entender lo que nos mueve por dentro: por qué procrastinamos, por qué mentimos, por qué nos cuesta tanto cambiar, y lo más importante, cómo podemos mejorar.

Si alguna vez te has sentido frustrado por no cumplir tus propósitos o por caer de nuevo en esa tentación de las galletas, tranquilo. A mucha gente le pasa lo mismo. Y no es ninguna tara, simplemente es algo humano. El pensamiento de Dan Ariely nos ayuda a entenderlo y aceptarlo. 

Entender lo irracional

"Incluso los pensadores más analíticos son predeciblemente irracionales; los realmente inteligentes son los que reconocen y abordan sus irracionalidades", dice Ariely. Es decir, no se trata de ser perfecto, sino de conocerse y aprender a jugar con nuestras propias reglas.

Síndrome de las piernas inquietas: causas, síntomas, medidas para controlarlo y tratamientos

iStock by Getty Images

Uno de sus reflexiones más interesantes tiene que ver con el autocontrol. Según él, "resistir la tentación e inculcar el autocontrol son objetivos humanos generales, y fallar repetidamente en alcanzarlos es una fuente de gran parte de nuestra miseria". Lo que nos fastidia no es solo comernos la galleta que sabemos que no deberíamos coger, sino pensar que nunca vamos a cambiar.

Pero, ¿y si lo enfocamos de otra manera? No se trata de aguantar como campeones, sino de rediseñar el entorno para que el esfuerzo sea menor. Por ejemplo: si quieres comer menos dulces, no compres dulces. Simple, pero efectivo.

Empezar paso a paso

Muchas veces caemos en la trampa de imaginarnos como personas ideales... pero en el futuro. Nos vemos como la persona que se levanta temprano, hace yoga, desayuna avena y siempre toma buenas decisiones. Ariely nos recuerda que "todos pensamos que en el futuro seremos personas maravillosas... El problema es que nunca llegamos a vivir en ese futuro. Siempre vivimos en el presente".

Así que quizás es mejor dejar de proyectar un ideal de futuro y empezar con algo pequeño hoy. Podemos empezar con un paseo corto. Un vaso más de agua. Diez minutos sin mirar el móvil. Poco a poco pero de manera más efectiva.

No proyectar hacia el futuro

Y aquí va otro recordatorio que a veces se nos escapa: “nuestra intuición sobre el futuro es completamente errónea”. Eso que crees que te hará feliz mañana, puede que no llegue o que no funcione. O al revés: lo que hoy no parece tener sentido, puede traerte paz en el futuro.

Por eso, en lugar de perseguir promesas lejanas, a veces basta con hacer lo que sabes que te sienta bien en este momento. Cosas como dormir un poco más, llamar a tu madre o, simplemente, decir que no.

Fíjate en tu interior

También conviene no perder de vista cómo nos afecta el entorno. “La felicidad a menudo parece ser menos un reflejo de nuestra felicidad real y más un reflejo de la manera en que nos comparamos con los demás”. Así, por muy bien que te sientas con tu nueva rutina, si ves a alguien haciendo pilates en Bali, es probable que empieces a dudar de tus logros. Pero esa comparación constante solo consigue agotarnos y limitarnos. Por eso, hay que mirar menos afuera y a los demás, y cuidar mejor lo que tienes dentro.

felicidad

ISTOCK

¿Y qué pasa con esa sensación de que nunca es suficiente? Seguro que también has pensado que te falta algo para estar “bien del todo”. Es lo que Ariely llama la rueda de la relatividad. “Cuanto más tenemos, más queremos. Y la única cura es romper el ciclo de la relatividad”. 

Si dejamos que la felicidad dependa siempre de alcanzar algo más (más éxito, más cosas, más reconocimiento), nunca será estable. La clave es apreciar lo que ya hay y no dejarse arrastrar por el “cuando tenga esto, entonces sí”.

El gran poder de lo pequeño

Ariely insiste también en que no subestimemos las pequeñas acciones. “A menudo subestimamos el poder de las pequeñas acciones y su impacto acumulativo a lo largo del tiempo”. Algo tan cotidiano como prepararte una comida rica, apagar notificaciones o escribir tres líneas en un diario puede parecer poco, hasta que lo haces cada día y te das cuenta de que te está ayudando a esta mejor.

Y, por supuesto, no todo es cuestión de fuerza de voluntad. De hecho, según él, "no podemos depender únicamente de nuestra fuerza de voluntad para hacer cambios positivos; necesitamos diseñar nuestros entornos para apoyar nuestros objetivos".

Si sabes que el móvil te distrae por las noches, déjalo en otra habitación. Si no puedes resistirte a las redes mientras trabajas, desactiva las notificaciones. No se trata de ser héroes, sino de facilitarnos la vida.

Sentido común

La visión de Ariely no solo es práctica, sino profundamente humana. No se trata de convertirnos en seres perfectos ni de vivir con una eficiencia robótica. Este psicólogo nos invita a dejar de juzgarnos tanto y empezar a conocernos mejor, a entender por qué hacemos lo que hacemos y cómo podemos crear condiciones para que florezca una vida más tranquila, más auténtica y más amable con nosotros mismos.

En resumen, lo que propone Dan Ariely —y lo que muchos de sus consejos nos recuerdan— es que conocer nuestras trampas mentales es el primer paso para dejar de caer en ellas.