El mundo de las relaciones es siempre complicado. Nadie dijo que el amor sea un camino sencillo. Lo que sí se ha dicho muchas veces es que es un camino posible. Hay muchas parejas longevas para demostrarlo. Y no solo en el amor, también vínculos de amistad estrecha.
Basta con tener voluntad y los mecanismos para conseguirlo ¿Cuáles son estos mecanismos? Básicamente es que hayamos madurado emocionalmente. Algo que no se basa solo en contar años. Hay personas que no llegan a madurar nunca emocionalmente. Con esas personas no será fácil crear un vínculo duradero.
Cómo se consigue esa madurez afectiva es uno de los temas centrales que más ha tratado el psiquiatra Enrique Rojas, uno de nuestros mejores expertos en vida emociona y su impacto en el bienestar. “La madurez afectiva es esencial para construir relaciones sólidas y una vida plena”, nos dice.
En qué consiste la madurez afectiva
La madurez afectiva “implica reconocer y gestionar nuestras emociones, comprender las de los demás y actuar con empatía y responsabilidad”, explica el doctor Rojas.
Es un estado en el que una persona alcanza el control y la estabilidad emocional necesarios para afrontar los retos de la vida. Esto implica una visión realista de la situación, la capacidad de superar frustraciones y una actitud equilibrada hacia los demás.
El doctor Rojas define al ser humano maduro como aquel que ha logrado un balance entre razón y pasión, entre lo emocional y lo racional. Este equilibrio permite a la persona tomar decisiones conscientes, evitando que las emociones desbordadas o la rigidez racional dominen su vida.
“Cultivar esta madurez afectiva fortalece nuestros vínculos y promueve una convivencia armoniosa”, añade. Esta madurez se basa en una capacidad de compromiso con la otra persona y en la empatía que mencionaba el doctor: comprender el punto de vista del otro. También en conocerse a uno mismo, en nuestras fortalezas y debilidades emocionales.
Las claves para desarrollar madurez
En una de sus últimas publicaciones en redes sociales, el doctor nos aporta tres claves para desarrollar esta madurez:
- Buen nivel de autoestima. La autoestima es la valoración positiva de uno mismo, tener plena confianza en ti. Es estar seguro. No es creer que no vamos a fallar nunca o que no vamos a equivocarnos. Es que esos fallos no nos hundan.
Para conseguirlo hemos de rodearnos de gente positiva y hemos de practicar la resiliencia; es decir, hemos de interiorizar que todos cometemos errores y eso no nos define como fracasados. Podemos aprender de esos errores.
- Lograr un mejor autocontrol. “El gobierno de uno mismo es una buena aspiración -escribe el doctor Rojas-. La optimización de nuestras posibilidades nos hace libres.”
Hemos de saber gestionar las emociones, evitando reacciones desproporcionadas. No es fácil. A todos se nos ha escapado una reacción impulsiva en un momento de enfado. Pero hemos de aprender a gestionarlas. Quizá la meditación puede ayudarte.
- Asumir que en la relación hay cosas positivas y negativas. No crear una relación a base de falsas expectativas. “Hay que saber que todo compromiso afectivo tiene un haber y un deber”, dice.
Cómo se aplica en el día a día
Aplicar estos principios en el día a día puede transformar la manera en que vivimos nuestras emociones y relaciones. Por ejemplo:
- En general, en el momentos de conflicto, detenerse a reflexionar antes de reaccionar puede evitar malentendidos. Contar hasta diez antes de responder a un exabrupto.
- En el ámbito laboral, practicar la empatía y la comunicación efectiva mejora las relaciones con compañeros y superiores.
- En el área familiar, asumir responsabilidades y mostrar comprensión fortalece los lazos afectivos.
Obstáculos para la Madurez Afectiva
El doctor Rojas también ha señalado en sus escritos varios factores que pueden dificultar el desarrollo de la madurez afectiva:
- Infantilismo emocional: actuar de manera caprichosa o egocéntrica, buscando satisfacción inmediata sin considerar las consecuencias.
- Falta de autocrítica: negarse a reconocer errores o culpar a otros de los propios problemas.
- Relaciones tóxicas: estar inmerso en relaciones que fomentan la dependencia emocional o la manipulación.
- Dependencia excesiva de las emociones: tomar decisiones basadas exclusivamente en sentimientos, sin un análisis racional adecuado.