El hábito centenario japonés que encuentra la belleza en reparar cosas rotas y sirve para mejorar las relaciones

Una relación de pareja no siempre es un camino de rosas. De hecho, suele ser un sendero salpicado de dificultades. Puedes rendirte ante ellas y abandonar, o puedes puedes seguir los consejos de esta teoría japonesa.

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Eva Carnero

Periodista especializada en bienestar y nutrición

Actualizado a

Pareja feliz

Afrontar los momentos difíciles fortalece las relaciones personales.

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Muchas son las teorías que ubican la felicidad en el interior de uno mismo. No en las cosas materiales, ni en los triunfos profesionales, sino en nuestra actitud, en la forma de ver y reaccionar ante las cosas que nos pasan. Y es que, si bien no podemos controlar la mayoría de los acontecimientos que suceden a nuestro alrededor, lo que sí está al alcance de la mano es elegir el modo en que los gestionamos. 

Partiendo de esta idea, y centrándonos en las relaciones personales, destacamos cómo una pareja puede ser fuente de felicidad, tanto en sus momentos más relajados, como en las dificultades. Para ello, según los expertos, una relación debería contar con aspectos como la comunicación, la flexibilidad o la gratitud. Valores que se deberían cultivar a lo largo de cualquier relación. 

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Un camino sinuoso y... feliz

Una relación perfecta no es una relación sin problemas. Eso, ya sabemos que no existe. El camino que recorre cualquier pareja está lleno de complicaciones, imprevistos y pruebas que, lejos de ser un problema son la manera de fortalecer el vínculo que une a dos personas. Así lo entiende la técnica japonesa Kintsugi.

El Kintsugi o "reparación de oro" consiste básicamente en arreglar jarrones utilizando resina mezclada con polvo de oro. La idea es resaltar las fracturas en lugar de ocultarlas. Bonito, ¿verdad? De esta manera, no solo el objeto (relación sentimental) se repara y recupera su funcionalidad, también se muestra una belleza inesperada e imperfecta a través de las "cicatrices" doradas del jarrón. 

El paralelismo de esta técnica manual con las relaciones personales es realmente maravilloso. Olvidarse del "camino de rosas" atribuido erróneamente a la vida en pareja es una manera honesta de reconocer que este camino está formado por todo tipo de escollos que no se deben ignorar.

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La perfección de la imperfección

Encontrar el bienestar emocional en el día a día de una pareja no siempre es fácil. De hecho, pasados los primeros meses de novedad, lo habitual es que comiencen a aflorar muchos aspectos que al principio ni siquiera imaginábamos. Unos, nos pueden sorprender en positivo, mientras que otros, los identificamos con defectos o imperfecciones. Esto es importante, ya que parte del secreto de la felicidad en pareja es aceptar esas imperfecciones, ya que nadie es perfecto, ni siquiera el ser amado. 

Por otro lado, las relaciones tampoco son idílicas. La mayoría de ellas han de sortear infinidad de dificultades que a veces resquebrajan la relación. Al igual que los jarrones rotos, esas fracturas pueden ser bellas, si se reparan. De hecho, pueden volverse más fuertes y luminosas (como el oro de los jarrones) cuando se trabajan mano a mano. El quid de la cuestión es aceptar los defectos, la diferencia, lo que no nos agrada, el diálogo continuo y la flexibilidad. 

Pareja discutiendo

Encajar dos vidas, con sus personalidades ya forjadas, sus costumbres, sus sueños, su futuro, su pasado... ¿Quién ha dicho que es fácil? No es una tarea sencilla y es difícil decir cuál es el secreto para lograrlo. Sin embargo, lo que la técnica Kintsugi defiende es que, para ello, nunca debemos esconder debajo de la alfombra las diferencias, lo feo, lo que no nos convence... todo lo contrario, lo más conveniente, lo que nos acerca a la estabilidad emocional es identificar sin miedo esas imperfecciones y dotarlas de color. Es la manera de ver la belleza que hay en cada uno de los "defectos" del otro o en las fisuras de la relación.

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El esfuerzo tiene premio

Vivimos inmersos en la cultura de usar y tirar, de la fast fashion, del mínimo esfuerzo. Distintos enfoques con una misma esencia, la rapidez, la inmediatez, el hedonismo... Extrapolando esta idea al mundo de las relaciones personales, muchas personas prefieren "tirar la toalla" frente a cualquier pequeña dificultad antes que intentar reconducir la relación. Una maniobra que requiere esfuerzo, tiempo y dedicación, algo que disuade a muchos de continuar hacia delante, prefiriendo poner punto y final a una relación que no es fácil. 

Sin embargo, lo que no tienen en cuenta las personas que tienen esta actitud cortoplacista es que pasada esta dificultad, el vínculo puede salir reforzado. Es cierto que no tiene por qué ser así, pero también lo es que la satisfacción y el bienestar que hay "al otro lado" no tiene comparación. 

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La aceptación es clave

Una de las herramientas más efectivas para recuperar una relación que se está cayendo es la aceptación del cambio. Cuando las cosas van bien, cualquier alteración, tendemos a identificarla como algo negativo. Sin embargo, muchas veces, los cambios son buenos, son parte de la evolución de cualquier relación, y así deberíamos entenderlo. 

Estos cambios nos ayudan a crecer a nosotros mismos de forma individual, y también a la relación de pareja. Es como los jarrones reparados con la técnica de Kintsugi, la cual embellece las cicatrices de un jarrón roto, haciendo que este sea aún más bello que antes de su fractura. 

Por tanto, una relación "reparada" es una relación que puede llevar a una conexión más profunda y enriquecedora en la que sus miembros se sientan mucho más cerca el uno del otro, e incluso, se sientan orgullosos de haber luchado y sacado adelante la relación.