Blanca Rodríguez Ayala, médico: "Las grasas omega 3 son buenas para el sistema linfático"

El sistema linfático es el responsable de que el cuerpo se deshaga de líquidos y toxinas, y también de que tus defensas rindan como deben. Con los hábitos adecuados y una dieta rica en alimentos frescos conseguirás que funcione a la perfección.

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Dra. Blanca Rodríguez Ayala

Medicina general

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MUJER MADURA BAÑO MASAJE PIERNAS

Cepillar la piel en seco con movimientos ascendentes ayuda a movilizar toxinas.

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Aunque el más conocido es el sistema circulatorio, nuestro organismo está recorrido por otro sistema no menos importante: el linfático. Su labor es crucial: ayuda a que exista un buen equilibrio de los líquidos del cuerpo y está estrechamente relacionado con las defensas.

Lo forman vasos linfáticos, ganglios y los llamados órganos linfoides (timo, médula ósea…), distribuidos por el cuerpo. Y a través de ellos viaja la linfa, un líquido que contiene glóbulos blancos, las células clave del sistema inmunitario para combatir enfermedades.

Si hay una infección, las bacterias son reconocidas por la linfa, que ordena a los ganglios linfáticos que formen más células para combatirla. Por eso, cuando estamos enfermos, podemos notar que algunos de esos ganglios se inflaman, sobre todo los de cuello, axilas e ingles. 

Hinchazón en manos, cara, abdomen, brazos y piernas. Eso es lo que puede suceder si la linfa no circula correctamente y se acumula en los tejidos (linfedema).

Revisa tus hábitos

El estilo de vida influye mucho en el buen funcionamiento de este sistema.

  • Bebe pequeños sorbos en lugar de un gran trago. Haz del agua tu bebida de elección para estar bien hidratada y procura repartir las cantidades tomando sorbos pequeños a lo largo de todo el día, en lugar de beber grandes cantidades de una sola vez. Eso te ayudará a eliminar los líquidos sobrantes. Recuerda que el alcohol y la cafeína tienen el efecto contrario.
  • ¿Y si tomas agua embotellada? En ese caso, comprueba en el etiquetado que sea baja en sodio.
  • Si te mueves más, la linfa circula mejor. Ese transporte funciona gracias a las contracciones de los músculos, por lo que, si no hay movimiento (si no se hace ejercicio) se estanca y se acumula.
  • Otro beneficio de hacer ejercicio físico varias horas antes de anochecer es que ayuda a dormir mejor y a combatir el estrés. En relación con la linfa, eso es importante porque no dormir lo suficiente –o que el cortisol esté alto– empeora los edemas linfáticos.
  • Procura mantener un peso saludable. Cuando hay grasa excesiva que rodea tejidos y órganos, la sangre y la linfa no pueden circular con fluidez y se acumulan productos de desecho. Poco a poco el sistema linfático va saturándose, aumenta la inflamación, aparecen edemas y la piel se endurece.

La despensa ideal

Los alimentos frescos te ayudarán a mantener una linfa limpia y fluida.

  • Llena tu frigorífico de antioxidantes. Combatirás los radicales libres, protegiendo el sistema linfático de posibles daños, además de prevenir un envejecimiento prematuro de las células que dificultaría la eliminación de toxinas. Consume a diario frutas y verduras frescas.
  • Mucho omega 3. Los ácidos grasos son importantísimos para la salud del sistema linfático, ya que tienen un gran poder antioxidante y son antiinflamatorios y protectores de los tejidos. Añade semillas a tus platos y toma frutos secos, pescado azul, avena, aceite de oliva, aguacate y huevos.
  • Di no a los procesados. Están repletos de grasas, químicos, azúcares, aceites refinados y aditivos con sodio que enlentecen la circulación, tanto linfática como sanguínea. El consumo habitual de grasas saturadas y dulces genera más toxinas y el esfuerzo que tiene que hacer el cuerpo para eliminarlas es mucho mayor.
  • Elige buenas proteínas. Antes se recomendaba eliminarlas casi por completo en caso de linfedema, pero ahora sabemos que no es necesario y que ocurre lo contrario: dejar de tomarlas crea problemas musculares e hinchazón. Eso sí, modera las de origen animal y aumenta las de origen vegetal.
  • Las infusiones de cúrcuma, diente de león, equinácea o astrágalo pueden ser útiles, pero consúltalo con tu médico si tienes alguna dolencia del sistema linfático.

Un masaje liberador

  • Respira de manera profunda. El diafragma es el músculo que separa el tórax del abdomen; si lo movilizas con inspiraciones y espiraciones profundas, ejerce un masaje natural en los órganos internos que impulsa el flujo linfático. Túmbate, siéntate cómodamente o quédate de pie si lo prefieres. Coloca las manos sobre tu abdomen, justo por debajo de las costillas, sin realizar ningún tipo de presión, e inhala por la nariz notando que el estómago se expande hasta que no puedas coger más aire. Luego expulsa lentamente el aire por la boca, sintiendo como tu tripa se vacía poco a poco. Descansa 60 segundos y vuelve a repetir todo el proceso hasta completar un ciclo de 5 respiraciones.
  • ¿Sirve cepillar la piel en seco? Puede ayudar a movilizar y eliminar toxinas. Usa un cepillo que tenga cerdas naturales y realiza masajes suaves con movimientos circulares ascendentes, comenzando desde los pies y, si quieres, hasta la cara.
  • Los masajes en cabina y la presoterapia. Deben realizarlos profesionales expertos. Este masaje se aplica con una serie de movimientos muy suaves para que los líquidos se muevan y fluyan correctamente. La presoterapia es un tratamiento en cabina en el que un traje neumático realiza compresiones y descompresiones sobre los tejidos para activar la circulación y el sistema linfático.

En la ducha, alterna agua fría y caliente para estimular la función linfática

El calor dilata los vasos y relaja los músculos, mientras que el frío los contrae. Ese contraste moviliza la linfa evitando que se estanque y se acumule, sobre todo en las piernas.

  • Convierte esta costumbre en una rutina diaria. No supondrá más de 90 segundos de tu tiempo, y si consigues acabar las duchas de esta manera tanto en invierno como en verano, estarás ayudando a mejorar la circulación sanguínea y la linfática. Después de lavarte bien el cuerpo, retira los restos de jabón aclarándote durante 30 segundos con agua fría, empezando por los pies y subiendo poco a poco hacia la cabeza. Después, cambia a temperatura caliente (sin que el calor sea excesivo; controla que la piel no se enrojezca), y repite la misma maniobra durante otros 30 segundos. 
  • Termina con agua fría con otros 30 segundos; que esté lo más fría que puedas soportar (ve acostumbrándote paulatinamente). Además de mejorar la circulación de la linfa, aumentará tu vitalidad y tu energía. La explicación a esto último es que se activa la noradrenalina, una sustancia que actúa contra el ánimo bajo. Si tienes dolor en alguna zona concreta, insiste aplicando el chorro directo y dibujando círculos en ella para eliminar tensiones y propiciar un efecto analgésico. El contraste de temperatura también tonifica la piel y su aspecto mejora: el calor abre y limpia los poros y el frío los cierra

Un día perfecto para activar la linfa

Si tu rutina se parece al ejemplo que mostramos aquí, estarás cuidando bien tu sistema linfático. Recuerda que es mejor evitar la ropa ajustada porque puede restringir y entorpecer el flujo de linfa.

  • Levántate y bebe un vaso de agua para activarte y eliminar los productos de desecho acumulados durante la noche. Dúchate con agua fresca, cepillando antes tu cuerpo en seco y con delicadeza.
  • Haz un buen desayuno, por ejemplo, una rebanada de pan integral de masa madre con tomate natural rallado, aceite de oliva virgen extra (AOVE) y orégano y un bol de frutos rojos con semillas de calabaza y girasol. Toma una infusión de cola de caballo.
  • Reserva unos minutos para el ejercicio. Coge la bici, ve a nadar, baila… Cualquier ejercicio aeróbico desintoxica y moviliza el sistema linfático.
  • A mediodía, toma proteína de calidad. Por ejemplo, una pechuga de pollo a la plancha con un chorrito de limón, acompañada de verduras al vapor y un cacito de quinoa integral. De postre, una naranja.
  • Cena temprano, al menos 2 h antes de ir a dormir. Un puré de verduras con una tortilla francesa de espárragos trigueros y un yogur natural es un ejemplo de cena que ayuda a conciliar el sueño. Crea tu espacio de relajación con música de sonidos de la naturaleza y luz tenue, y haz unas series de respiraciones profundas.