Reducir el consumo de azúcar previene el envejecimiento de las células

Nueva evidencia científica apunta que eliminar 10 gramos de azúcar añadido al día puede hacer retroceder el reloj biológico 2,4 meses. Esto podría ayudar a alargar la vida de muchas personas.

Celia Perez León
Celia Pérez León

Redactora especializada en salud y nutrición

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Reducir el consumo de azúcares añadidos diarios puede revertir el proceso de envejecimiento producido por una mala alimentación. 

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El consumo de azúcares añadidos ha sido señalado, desde hace años, como uno de los principales factores de riesgo para diversas enfermedades y problemas de salud, como la obesidad, la diabetes y problemas cardiovasculares, bucodentales, visuales o cutáneos.

Sin embargo, un reciente estudio de la Universidad de California ha ido un paso más allá, demostrando por primera vez en la historia la relación entre el azúcar añadido y el envejecimiento epigenético. Las conclusiones no solo son claras, sino que además son esperanzadoras. Reducir el consumo de azúcar diario podría revertir parte del envejecimiento celular.

El exceso de azúcar limita la longevidad

Como bien explica Elissa Epel, coautora principal del estudio, que los niveles altos de azúcares añadidos se relacionaban con el empeoramiento de salud era algo que ya conocía. Sin embargo, era difícil definir por qué sucedía esto.

Gracias a este nuevo estudio, lo tienen claro: el envejecimiento epigenético (es decir, de las células) se acelera con una mayor ingesta de azúcares añadidos. O lo que es lo mismo, una ingesta excesiva de azúcar limita la longevidad saludable.

Este estudio presenta otras novedades con respecto a sus antecesores. A diferencia de estos, que solían tomar como referencia a mujeres mayores y blancas, la nueva investigación ha estudiado a mujeres de diversas etnias y edades para profundizar en la comprensión de por qué el azúcar es tan perjudicial para la salud.

Una dieta más saludable

Para medir los cambios producidos por la dieta sobre el envejecimiento celular, los investigadores midieron el promedio de gramos diarios de azúcares añadidos que consumían sus participantes en un día. La conclusión es que la media se ubicaba en 61,5 gramos, aunque el rango analizado fue amplio. Había mujeres que consumían 2,7 gramos al día, y otras más de 300 gramos.

Para tener una referencia en mente a la hora de analizar estos datos, es importante recordar que la FDA estadounidense recomienda no consumir más de 50 gramos de azúcar añadido al día.

Luego, implementaron cambios para ajustar a diferentes dietas que seguían las recomendaciones médicas con respecto a consumo de vitaminas y minerales y, sobre todo, incluyendo nutrientes antioxidantes y antiinflamatorios. Una de las dietas elegidas para hacer el estudio fue la mediterránea, así como una dieta vinculada a un menor riesgo de padecer enfermedades crónicas.

Para acabar, evaluaron la dieta de las mujeres con base en una medida creada por el equipo a la que denominaron “Índice de nutrientes epigenéticos”. Es decir, un índice que medía nutrientes relacionados con procesos antioxidantes o antiinflamatorios que pueden alargar la vida y revertir el envejecimiento.

Entre estos, destacaban las vitaminas A, C, B12, E, el folato, el selenio, el magnesio, la fibra dietética y las isoflavonas.

Una longevidad más saludable

Tras estudiar y comparar los resultados de más de 300 mujeres de distintas etnias y edades, obtuvieron los primeros resultados. La dieta mediterránea era la mejor a la hora de reducir la edad epigenética (revertir el envejecimiento celular) y el daño que el azúcar puede provocar sobre la misma parece ser reversible.

De esta forma, eliminar de la dieta diaria 10 gramos de azúcar añadido al día puede hacer que el reloj biológico retroceda 2,4 meses, siempre y cuando se mantenga esta medida en el tiempo. Para conseguir resultados, la coautora principal, Barbara Laraia, recomienda centrarse en incluir en la dieta alimentos ricos en nutrientes claves y bajos en azúcares añadidos, asegurando que puede ser una nueva forma de ayudar a motivar a las personas a comer bien para tener una mayor longevidad.

Pese a lo esperanzador del estudio, sus propias autoras informan de sus limitaciones. Es importante seguir realizando investigaciones que observen los efectos a largo plazo de estos cambios de dietas, así como aumentar la evaluación dietética con cuestionarios de frecuencia alimentaria y biomarcadores.