Cuando tenemos hambres solemos estar de mal humor y después de comer estamos de mejor talante y animados. Eso no es casualidad. Hay una muy estrecha relación entre nuestro sistema digestivo y nuestro cerebro. En nuestro intestinos hay numerosas neuronas y las conexiones y el traspaso de información es constante entre la cabeza y el intestino.
Esa comunicación se realiza a través de los neurotransmisores. Son hormonas que nos ayudan, por ejemplo, a modular nuestros estados de ánimo. Expresiones como “un barriga contenta” no se crearon en la cultura popular por casualidad.
Pues bien, esa “barriga contenta” también puede ser barriga enferma y, por ende, barriga triste y persona triste. Es lo que ha explicado la psiquiatra Marian Rojas Estapé durante una de sus conferencias.
Cómo influye el intestino en el ánimo
La serotonina, que es uno de estos neurotransmisores, es la hormona de la alegría. Pues bien, “el 90% de la serotonina se absorbe en el aparato intestinal”, explica la psiquiatra.
La serotonina se forma a partir de un aminoácido esencial que obtenemos a través de los alimentos: el triptófano. El triptófano es el precursor a partir del cual creamos la serotonina.
Por tanto, se necesita comida para obtener triptófano y luego convertirlo en serotonina. Todo eso ocurre en nuestro intestino. Sin embargo, “si llega a mi aparato intestinal y no se absorbe bien porque está dañado o porque los microorganismo están desequilibrados, no me va a llegar esa serotonina al cerebro”, advierte la doctora Rojas.
¿Qué ocurre? “Me voy a notar torpe, con poca atención, tristón, con poca lívido”, enumera. Por eso es muy importante que nosotros entendamos esa unión entre mente y cuerpo.
La inflamación crónica es la culpable
Qué le puede haber pasado al intestino para no absorber bien la serotonina. La doctora Rojas explica que el gran problema actual es la inflamación. “En este siglo XXI la gente va inflamada por la calle. Somos gente que estamos todos inflamados”, asegura.
Y allí está un posible origen de algunas enfermedades mentales. Hace unos años un psiquiatra empezó a hablar de la depresión como enfermedad inflamatoria del cerebro.
¿Qué pasa si en el cerebro realmente hubiera núcleos inflamados?, se dijo. Tras analizar a pacientes se confirmó su teoría: “hay gente con depresión que tiene núcleos inflamados”, explica la doctora Rojas.
A veces para salir de la depresión, de la ansiedad y de otros trastornos, como la fibromialgia (dolor muscular de origen impreciso y cansancio), la apatía, la tristeza, se han utilizado con éxito los tratamientos antiinflamatorios aplicados al sistema digestivo.
Por qué surge la inflamación
Los motivos por los que sufrimos inflamación están en el sistema inmune. La inflamación es una reacción de nuestras defensas ante un daño o una infección. Las células se inflaman para protegerse. Lo vemos cuando sufrimos una herida en la piel.
La doctora Rojas explica que muchas personas se inflaman porque el sistema inmune actúa en exceso y actúa en exceso por culpa del cortisol. El cortisol es la hormona del estrés. Segregada constantemente, por culpa del estrés crónico en el que vivimos, provoca una disociación en el sistema inmune y la inflamación generalizada del cuerpo.
Esa inflamación la notaremos en el sistema digestivo, con problemas gastrointestinales, que pueden ser estreñimiento o diarreas. Y también en el bienestar mental, como ha descrito la doctora.
Cómo podemos tratar la inflamación
La buena noticia es que, descubierta la causa, se puede encontrar remedio. “Dando probióticos o con dieta antiinflamatoria los pacientes con algunos tipos de depresión o ansiedad mejoran”, confirma la doctora Rojas.
Por tanto, reducir la inflamación es crucial para mejorar la salud general y la mental en particular. Algunas de las estrategias efectivas son:
- Dietas antiinflamatorias: son las que contentan alimentos ricos en antioxidantes, pescados grasos omega-3, nueces. “La dieta mediterránea es muy buena”, señala la psiquiatra.
- Reduce los alimentos procesados. Los alimentos ricos en azúcar o grasas refinadas y, en general los alimentos ultraprocesados, favorecen el desequilibrio de la microbiota, lo que llamábamos la flora intestinal, y la inflamación. Fíjate que si comes muchos dulces, lo disfrutas pero no sueles acabar de tan buen humor como cuando comes sano.
- Haz ejercicio de manera regular. Es una buena manera de reducir el estrés crónico, aumentar la producción de serotonina y otros neurotransmisores de bienestar.
- Duerme bien. La falta de sueño puede aumentar los niveles de inflamación en el cuerpo.