Tras las inundaciones provocadas por la DANA, sobre todo en la Comunidad Valenciana y otras zonas del este de España, viene una segunda fase de riesgo que son las infecciones. Los destrozos, las aguas contaminadas y el barro acumulado pueden hacer que crezcan las enfermedades de un modo exponencial.
Los expertos epidemiólogos calculan que uno de cada cuatro habitantes de estas áreas puede sufrir algún tipo de infección. La mayoría serán leves, sobre todo gastroenteritis. Aunque hay que extremar las precauciones para evitarlas en lo posible. Y lo más importante, intentar prevenir especialmente con uno de los grupos más vulnerables, como son los niños.
Los especialistas recuerdan que la manera en que les afecta a los pequeños puede ser diferente a cómo nos afecta a los adultos. Eso es especialmente significativo cuando se trata de analizar el impacto psicológico de esta tragedia.
Atención a la aparición de polvo contaminado
Uno de los aspectos a los que hay que prestar más atención es al lodo que se ha acumulado. Este lodo ha estado en contacto con las bacterias fecales de las aguas del alcantarillado desbordadas. También pueden haber estado en contacto con otros tipo de productos y objetos contaminantes.
“Las próximas semanas todo ese lodo contaminado acabará convirtiéndose en un polvo como el del desierto por eso es importante protegerse con mascarillas”, explica la doctora Elena Codina, responsable de Salud Medioambiental del hospital pediátrico Sant Joan de Déu, de Barcelona.
En situaciones similares se ha visto que hasta un 14% de los afectados acaban teniendo problemas respiratorios. Los niños con problemas asmáticos son más vulnerables en estas circunstancias.
Son problemas que van surgiendo más adelante. No solo en estas dos primeras semanas. Sobre todo a causa de los hongos y la humedad ambiental que ha quedado tras la inundación.
Hay que estar atento porque van a aparecer manchas de moho en la pared. “Hay que limpiarlas lo antes posible. Lo mejor es agua y lejía”, aconseja la doctora.
Cinco consejos de limpieza importantes
A la hora de plantearnos la limpieza en una casa hay que tener en cuenta qué podemos recuperar y qué no. El Comité de Salud Medioambiental de la Asociación Española de Pediatría ha dado algunas indicaciones:
- Los juguetes de los niños. Es importante valorar de qué están hechos. Si son de tela o materiales blandos, como muñecos, se han de tirar.
- Las tetinas, biberones y chupetes expuestos al agua de la inundación se han de descartar siempre. No intentes desinfectarlos.
- Los bidones para el agua deben limpiarse bien con agua y jabón y desinfectarse con unas gotas de lejía.
- Los utensilios de cocina de la casa de metal inoxidables y cerámica esmaltada se pueden limpiar y conservar. No así los de madera, que son muy porosos. También se han de tirar.
- Las zonas de juego. No dejes que jueguen en zonas de escombros pueden ser peligrosas. Y atención a los parques infantiles. Cuesta limpiarlos bien. “Además, no sabemos qué restos de polvo contaminado puede quedar y pueden haber estado expuestos a productos químicos peligrosos”, explica la doctora Codina.
También es normal que en las zonas inundadas se prodiguen las plagas aprovechando la suciedad acumulada. Son sobre todo de ratas y cucarachas. Los parques infantiles con vegetación son zona habitual donde surgen.
Estas indicaciones se han extraído del documento publicado por la Asociación Española de Pediatría en el año 2020 que recoge la experiencia del comité de estudio en 1100 escolares tras la DANA de los Alcáceres de 2019.
La salud mental, el otro reto
Un aspecto muy importante es estar atento al estrés postraumático. En los niños este tipo de crisis les afecta mentalmente de una manera muy especial.
Estas afectaciones mentales no aparecen inmediatamente. "En situaciones similares se ha visto que cuando más aumentan es a partir del segundo mes -advierte la especialista-. Y los estudios previos señalan que hasta el 50% de los niños afectados por situaciones similares acaban teniendo problemas en la esfera de salud mental".
La recomendación principal para los padres es que les presten especial atención. Tengan una escucha activa, para intentar captar su angustia. También calmar esos miedos que puedan surgir. Ayudarles a entender que ya ha pasado y que les protegerán.
Los expertos recomiendan ayudar a trabajar con los niños el concepto de resiliencia que tenemos, es decir, la capacidad de recuperarnos tras una crisis.