La neumonía es una enfermedad que provoca la inflamación de uno o ambos pulmones debido a una infección, que puede estar causada por diversos microorganismos, principalmente bacterias y virus presentes en el aire. Entre los síntomas que podrían indicar la presencia de neumonía se encuentran el cansancio, la fiebre, los escalofríos, el dolor en el pecho al respirar o al toser y la tos con flema.
Detectar la neumonía a tiempo es clave para prevenir complicaciones. En España, esta enfermedad ocupa el décimo lugar entre las causas más comunes de muerte. Además, una de cada cinco personas afectadas requiere hospitalización para recibir tratamiento adecuado.
El diagnóstico puede ser complicado porque los síntomas de la neumonía a menudo se confunden con los de un resfriado o gripe. Esto hace que sea fundamental prestar atención a las señales de alerta y buscar atención médica si los síntomas persisten o empeoran.
¿Qué es una neumonía?
La neumonía se caracteriza por la inflamación del tejido pulmonar, causada por una infección. Esta inflamación interfiere con el proceso normal de oxigenación de la sangre, lo que resulta en una serie de síntomas característicos.
Entre los síntomas más comunes están:
- Dificultad respiratoria: la inflamación hace que respirar sea un esfuerzo y, en ocasiones, puede causar dolor.
- Fatiga: debido a la reducción en la eficiencia del intercambio de oxígeno.
- Malestar general: el cuerpo lucha contra la infección, lo que provoca una sensación general de indisposición.
- Fiebre y escalofríos: respuestas del sistema inmunológico a la presencia de patógenos.
- Tos productiva: que se caracteriza por la expulsión de mucosidad, un mecanismo del cuerpo para eliminar la infección.
Causas de la neumonía
La neumonía puede estar causada por una amplia variedad de microorganismos. De hecho, se han identificado más de 100 tipos diferentes de agentes patógenos capaces de provocar esta enfermedad.
- Bacterias: el Streptococcus pneumoniae, comúnmente conocido como neumococo, es el responsable de la mayoría de los casos de neumonía en adultos.
- Virus: ciertos virus, como el de la influenza o el de la varicela, también pueden desencadenar una neumonía.
- Hongos: aunque menos comunes, algunas especies de hongos pueden provocar una neumonía, especialmente en personas con el sistema inmunitario debilitado.
Es importante destacar que la neumonía a menudo resulta de una combinación de factores. Por ejemplo, una infección vírica inicial puede debilitar las defensas respiratorias y permitir infección bacteriana secundaria (sobreinfección).
Diagnóstico y tratamiento de la neumonía
Cuando un resfriado grave o una gripe persisten más allá de lo normal, es importante buscar atención médica para descartar problemas más serios, como la neumonía.
El proceso de diagnóstico empieza por una exploración física y auscultación. A continuación, es probable que te realicen una radiografía de tórax para confirmar la presencia de neumonía y, en ocasiones, un análisis de sangre para obtener información adicional.
La radiografía puede dar pistas sobre si la neumonía es viral o bacteriana, pero la confirmación definitiva del origen de la neumonía se obtiene mediante cultivos de esputo o muestras pulmonares analizadas en el laboratorio de microbiología.
Si se confirma una neumonía bacteriana, el médico generalmente prescribirá antibióticos durante entre 10 a 14 días. En general, se espera una mejora en los síntomas (malestar y fiebre) entre 3 y 5 días después de iniciar el tratamiento.
¿Qué señales indican que la neumonía se complica?
La neumonía frecuentemente requiere hospitalización. De hecho, es la causa principal de ingresos por enfermedades infecciosas: aproximadamente el 10% de estos casos evolucionan a un estado crítico y requieren atención en Unidades de Cuidados Intensivos debido a complicaciones.
Generalmente, los pacientes con neumonía experimentan una mejoría notable entre el tercer y el quinto día después de iniciar el tratamiento. Los síntomas como la dificultad para respirar y la fiebre suelen disminuir, aunque la fatiga y una tos menos intensa pueden persistir hasta por un mes.
La mayoría de las personas logran retomar sus actividades cotidianas en la semana siguiente. Sin embargo, si no se observa esta mejoría esperada o si los síntomas se agravan, incluso después de una aparente recuperación inicial, podría indicar que la neumonía se está complicando.
Algunos signos que sugieren una posible complicación de la neumonía incluyen:
- Intensificación del dolor en el pecho, especialmente al toser o respirar profundamente.
- Dificultad respiratoria que empeora o se vuelve dolorosa.
- Aparición de sudoración nocturna.
- Pérdida de peso sin causa aparente
¿Qué complicaciones puede tener una neumonía?
Si bien la neumonía suele responder favorablemente al tratamiento, en ciertos casos pueden surgir complicaciones, como:
- Derrame pleural, que ocurre cuando se acumula líquido en el espacio entre la pleura (la membrana que envuelve los pulmones) y la pared torácica interna.
- Formación de abscesos pulmonares: en algunas ocasiones, el pus generado por la infección puede enquistarse en los alvéolos pulmonares, formando abscesos. Por lo general, esta situación requiere un tratamiento antibiótico.
- Septicemia: en los casos más graves, la infección puede propagarse al torrente sanguíneo, provocando una infección generalizada o septicemia. Puede ser algo muy serio y conducir a otras complicaciones graves, como la meningitis.
Grupos vulnerables y riesgo de recurrencia de la neumonía
La neumonía afecta más a ciertos grupos demográficos, en particular los adultos mayores de 65 años, los niños menores de 5 años, las personas con el sistema inmunitario débil y los fumadores.
Estos grupos no solo tienen mayor propensión a desarrollar neumonía, sino que también tienen un riesgo elevado de recaída tras la recuperación inicial.
Una investigación liderada por el CIBERSP (Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública) reveló que aproximadamente el 11,39% de los pacientes de 65 años o más hospitalizados por neumonía requieren un reingreso dentro de los 30 días posteriores al alta. Las causas más frecuentes de reingreso son el empeoramiento de enfermedades preexistentes y el desarrollo de nuevas complicaciones médicas.
Se han identificado varios factores que pueden aumentar la probabilidad de recaída en pacientes que han superado un episodio de neumonía: la convivencia con menores de 15 años, el historial de más de tres visitas hospitalarias en los tres meses previos a la hospitalización inicial y la presencia de enfermedades crónicas como insuficiencia respiratoria crónica, insuficiencia cardíaca o enfermedad hepática crónica.
Fisioterapia respiratoria para la recuperación de la neumonía
La fisioterapia respiratoria es una herramienta muy útil tanto en la prevención como en el tratamiento de afecciones del sistema respiratorio. Esta disciplina abarca una variedad de técnicas aplicadas por profesionales especializados, así como ejercicios que los pacientes pueden realizar en su hogar.
Durante un episodio de neumonía, los alvéolos pulmonares se llenan de pus y los pulmones se congestionan con secreciones. La fisioterapia respiratoria puede ser de gran ayuda porque facilita la eliminación de secreciones, mantiene las vías respiratorias despejadas y mejora el intercambio gaseoso (oxígeno y dióxido de carbono).
Algunas técnicas que pueden practicarse en casa incluyen realizar respiraciones profundas varias veces al día para movilizar los pulmones y recuperar su capacidad o practicar la tos controlada para expulsar las secreciones de manera efectiva.
Es fundamental practicar estos ejercicios de forma regular hasta que el cuerpo haya eliminado completamente los restos de la infección. Incluso después de la recuperación, continuar con una rutina de ejercicios respiratorios puede mejorar la capacidad pulmonar general y reducir el riesgo de recaídas.
La conexión entre la salud intestinal y la neumonía
Recientes investigaciones han arrojado luz sobre la intrincada relación entre la salud intestinal y la susceptibilidad a infecciones respiratorias graves como la neumonía, especialmente en personas vulnerables como los adultos mayores.
Las personas mayores enfrentan un riesgo significativamente mayor de hospitalización por neumonía, con una probabilidad casi cinco veces superior a la de otros grupos de edad. Más alarmante aún es que las tasas de mortalidad por neumonía en este grupo pueden superar el 50%, dependiendo de factores como el estado general de salud y la presencia de comorbilidades como la hipertensión o la diabetes.
Un estudio de la Universidad de Colorado publicado en 2022 sugiere que fortalecer la salud intestinal podría ayudar a mitigar la gravedad de las infecciones pulmonares. Esta investigación se centra en el Streptococcus pneumoniae, comúnmente conocido como neumococo, el principal causante de la neumonía bacteriana.
Holly Hulsebus, una de las investigadoras, explica que el neumococo es un habitante común de las fosas nasales en los adultos sanos. “Las personas con un sistema inmunitario saludable pueden vivir con él y no causa ningún problema. Pero las personas con sistemas inmunológicos más débiles tienden a volverse más susceptibles porque su sistema inmunológico no puede controlar estas bacterias", explica.
La Dra. Rachel McMahan, líder del estudio, destaca que el envejecimiento está asociado con una mayor respuesta inflamatoria que puede aumentar la permeabilidad intestinal. "Eso hace que las bacterias potencialmente patógenas en el intestino se filtren hacia los órganos, y luego las cosas pueden ir cuesta abajo rápidamente", asegura.
De acuerdo con el estudio, la gravedad de la neumonía no se debe únicamente al neumococo, sino que también involucra a otras bacterias intestinales que pueden empeorar el cuadro clínico. Esta perspectiva holística subraya la importancia de considerar la salud intestinal como un factor clave en la prevención y el tratamiento de las infecciones respiratorias graves, especialmente en poblaciones de alto riesgo.