Se calcula que hay 6,7 millones de casos de ceguera en el mundo debido al glaucoma, la primera causa de ceguera irreversible en el mundo. Sin embargo, esto se podría evitar en un 90% de los casos con una detección temprana, de acuerdo con un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad Aristóteles de Tesalónica, en Grecia.
Uno de los principales problemas es que no suele dar síntomas evidentes hasta que está en etapas avanzadas, con lo que, si no se revisa la vista periódicamente, puede ser tarde para evitar las consecuencias.
¿Qué es el glaucoma?
El glaucoma es una enfermedad ocular que sufre más del 3% de la población, según datos de la Sociedad Española de Glaucoma.
Suele afectar a personas de más de 40 años y es, junto con la diabetes, la principal causa evitable de ceguera en España.
Ocurre cuando el nervio óptico, que se encarga de enviar la información del ojo al cerebro, se va deteriorando. Esto sucede, en muchos casos, por una obstrucción o bloqueo en el sistema de drenaje del ojo, que hace que el humor acuoso (el líquido que hay dentro del ojo) se acumule y suba la presión en el ojo.
Es el aumento de la presión intraocular lo que puede acabar dañando el nervio óptico, lo que provoca la pérdida progresiva de la visión. Sin embargo, en algunos casos, el daño del nervio óptico sucede en personas con presión intraocular normal.
Síntomas del glaucoma
En la mayoría de los casos de glaucoma, la pérdida de visión es gradual y no provoca ningún tipo de molestia ni síntoma al principio, por lo que muchas personas no se dan cuenta hasta que está en una etapa ya avanzada.
Más adelante, lo primero que afecta es la visión periférica o lateral, es decir, lo que vemos con el rabillo del ojo. Las personas que lo sufren tienen lo que se conoce como “visión de túnel”.
En algunos casos puede provocar síntomas más evidentes, como:
- Visión borrosa.
- Dolor en los ojos.
- Halos de color, en particular alrededor de las luces brillantes.
- Dolor de cabeza.
- Náuseas, vómitos o inestabilidad.
En los casos más graves, el glaucoma provoca la pérdida repentina de la visión.
Factores que aumentan el riesgo de glaucoma
Aunque puede ocurrir en cualquier persona, hay algunos factores que pueden aumentar el riesgo de sufrir glaucoma, como:
- Tener antecedentes familiares de la enfermedad.
- Tener alta miopía.
- Tener una enfermedad cardiovascular.
- Tener diabetes o hipertensión. La asociación entre estas enfermedades y el glaucoma no está clara, pero hay estudios que apuntan a que aumentan el riesgo.
- Tener enfermedades autoinmunes también se vincula con algunos tipos de glaucoma.
Por otro lado, el glaucoma que aparece sin que haya una presión intraocular alta parece estar relacionado con las migrañas, una tensión arterial baja (sobre todo de la diastólica, la mínima), una mala circulación o la vasoconstricción.
Además, las personas con apnea del sueño podrían tener una progresión más rápida del glaucoma, de acuerdo con un estudio del Instituto de Investigación Biomédica de Lleida,
En las personas con alguno de los factores de riesgo que hemos comentado son aún más esenciales las revisiones oftalmológicas periódicas.
Las revisiones de la vista son clave
Solemos asociar el glaucoma con las personas mayores, pero lo cierto es que la enfermedad puede empezar a desarrollarse a partir de los 40 años sin dar ningún tipo de síntoma.
Es por ello que las revisiones oftalmológicas resultan esenciales, pues en el 90% de los casos pueden evitarse consecuencias graves e irreversibles como la pérdida de visión si se detecta a tiempo.
En este sentido, acudir de forma periódica al oftalmólogo para controlar la presión intraocular a partir de los 40 años es clave. La periodicidad de las revisiones la determinará el especialista en función de los factores de riesgo y la salud de la persona.
Los tomógrafos son los aparatos que estudian el nervio óptico y la capa de fibras nerviosas de la retina. Hoy en día, los que tienen en los centros oftalmológicos son muy eficaces y pueden detectar el daño en el nervio óptico de forma precoz.
Además, mediante estudios genéticos se pude averiguar si una persona tiene riesgo de desarrollar glaucoma y de qué tipo.
Tratamiento del glaucoma
Tras el diagnóstico de glaucoma, el objetivo para disminuir la presión intraocular será o bien aumentar el drenaje del ojo o bien disminuir la producción de humor acuoso.
El especialista determinará en cada caso cual es el tratamiento más apropiado:
- Colirios que ayudan a reducir la presión y se pueden aplicar entre 2 y 3 veces al día, según recete el especialista.
- Tratamientos hipotensores que se inyectan en el interior del globo ocular.
- Un tratamiento con láser para reducir la presión y favorecer el drenaje.
- Los microimplantes de válvulas que favorecen la filtración del humor acuoso.
Buenos hábitos contra el glaucoma
Además de los tratamientos médicos, seguir unos hábitos saludables puede ayudar a evitar las complicaciones del glaucoma. Esto incluye dejar el tabaco, hacer ejercicio de forma regular y seguir una alimentación sana y equilibrada.
En este sentido, la dieta mediterránea es muy apropiada. Los antioxidantes naturales, las vitaminas, el magnesio y los ácidos grasos omega 3 y omega 6 son muy necesarios para luchar contra el efecto oxidativo del glaucoma.