¿De qué puede ser síntoma perder el olfato y el gusto?

Por lo general, dejamos de percibir olores o sabores puntualmente, pero si la pérdida de olfato o de gusto dura más de tres meses hay que consultar al médico para descubrir si es síntoma de algo más serio.

Dr. Francisco Marin
Dr. Francisco Marín

Médico de Atención Primaria

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Perder el olfato y el gusto

El olfato se pierde más fácilmente porque solo usa una vía nerviosa, y el gusto tres.

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Perder el olfato o el gusto es algo que puede ocurrirnos con un catarro, una gripe o COVID, y es que la mayoría de esos cuadros virales afectan a las vías respiratorias altas y las alteran: el virus que ha dado lugar al resfriado produce inflamación de las mucosas y eso hace que los receptores que se encuentran en ellas no puedan enviar las señales al cerebro: los receptores del olor se encuentran en el techo mucoso de la cavidad nasal; los del sabor están en los botones gustativos o terminaciones nerviosas de las papilas, en la lengua.

Por qué se pierde más el olfato que el gusto

En general, la anosmia (pérdida total del olfato) es mucho más frecuente que la ageusia (pérdida del gusto) y parece que es porque resulta más fácil de atacar.

El olfato se transmite por una vía única (es un recorrido neurológico que va de los receptores de la nariz hasta el cerebro). La percepción de los sabores es, en cambio, más compleja y se transmite por tres nervios diferentes (según en qué zona de la lengua se perciba el sabor), con lo que es más difícil que una alteración afecte a todos ellos a la vez.

El tabaquismo suele alterar estas dos funciones de manera crónica, como lo hace también la falta de algunos nutrientes o un exceso de metales.

  • Que haya un déficit de vitaminas del grupo B (en especial B9 y B12) puede adormecer el sentido del olfato. Pero los estudios también demuestran que ocurre entre quienes siguen una dieta muy calórica y de poca calidad nutricional (con muchas grasas saturadas y azúcares y pocas verduras y frutas).
  • La exposición a metales como el cobre, el plomo o la plata es otra causa externa. Seguramente esa contaminación se deba a un trabajo que implique contacto continuo con ellos, aunque en algunas áreas puede pasar por beber agua que los contiene en niveles altos.

Pero que la imposibilidad de oler (total o parcial) sea permanente puede ser uno de los primeros síntomas de un tumor benigno llamado meningioma. No pone en riesgo la vida, pero presiona la corteza cerebral que se encarga de interpretar los olores.

a veces, el origen está en otros órganos

Olfato y gusto están conectados a otras áreas del cuerpo, donde la pérdida puede tener su verdadero origen.

  • Los riñones. Una insuficiencia renal crónica, en especial si se encuentra en una fase avanzada, suele acabar asociándose a una disminución en la capacidad olfativa. En muchas ocasiones es completa, lo que impide la detección de alimentos en mal estado, además de privar a la persona del placer asociado a determinados aromas. 
  • La vista. Años antes de que se manifieste el glaucoma (un daño del nervio óptico que lleva a la pérdida de visión si no se trata a tiempo) puede darse una falta de sensibilidad a la hora de percibir olores. Por eso, ya se han desarrollado test olfativos que podrían ayudar a diagnosticar precozmente esta enfermedad.
  • El cerebro. Llevamos tiempo escuchando a nuestros científicos decir que una pérdida en la capacidad olfativa puede anteceder, en años, al desarrollo del alzhéimer. Y los estudios lo confirman, pero también ocurre con otros trastornos neurológicos como la enfermedad de Parkinson o la esclerosis múltiple. 
  • El corazón. Lo que hasta ahora no habíamos intuido los médicos es la relación entre un cuadro de anosmia y las probabilidades de padecer –hasta 12 años después– una insuficiencia cardiaca (con debilidad, dificultad para respirar, pulso alterado…). Han sido investigadores de la Universidad de Míchigan (EE. UU.) quienes han alertado de ello y han visto que el riesgo de tener episodios congestivos de insuficiencia cardiaca sube un 30 % si se tiene anosmia.

Fármacos que anulan la percepción de los sabores

El número de fármacos que pueden acabar generando un problema para detectar sabores es elevado.

Prácticamente cualquier antihipertensivo, varias familias de antibióticos (entre las que destacan las penicilinas), los antidiabéticos de utilización generalizada y muchos de los fármacos antidepresivos, ansiolíticos o antipsicóticos pueden tener ese efecto secundario.

También los antihistamícos, contra las alergias o las picaduras de insectos, se encuentran en la lista. Y lo mismo ocurre con los usados para controlar los vómitos (los procinéticos), los utilizados para tratar la vejiga hiperactiva, y aquellos que evitan o reducen las pérdidas de orina. 

La mayoría de ellos provocan boca seca, que es lo que genera la alteración de la capacidad de percepción gustativa.

Por el mismo motivo, también ocurre cuando se padece una enfermedad reumatológica conocida como síndrome de Sjögren o una infección por candidiasis. Esto último es común en mujeres que van enlazando durante varias semanas consecutivas tratamientos a base de antibióticos.

Finalmente, el reflujo gastroesofágico (el contenido del estómago sube hacia la laringe y la boca) es otra causa habitual de pérdida o modificación del gusto.