Hacer ejercicio físico de forma regular es, sin duda, una de las mejores cosas que podemos hacer para mejorar nuestra salud: nos ayuda a mantener un peso saludable, a fortalecer nuestros músculos y huesos o a alejar diversas enfermedades, entre otros beneficios.
Todos queremos sacar el máximo partido al tiempo que dedicamos a entrenar y solemos creer que el hecho de sudar mucho al practicar deporte es algo muy positivo que indica que estamos rindiendo mucho. ¿Es esto cierto o sudar en exceso puede comportar también algunos riesgos? Veamos que ventajas e inconvenientes tiene.
¿Para qué sirve el sudor?
Antes de analizar si sudar mucho al hacer deporte es algo positivo o negativo, debemos entender bien qué funciones cumple el sudor.
La principal es regular la temperatura del cuerpo, por eso sudamos cuando hace mucho calor, pero también cuando tenemos fiebre o cuando nuestro cuerpo se calienta debido al esfuerzo físico.
Cuando la temperatura corporal aumenta, nuestro cuerpo libera sudor y, cuando este sudor se evapora, enfría la superficie de la piel y ayuda a bajar un poco la temperatura corporal.
Aparte de esta función tan esencial, el sudor ayuda a mantener la piel hidratada y a mantener saludable el microbioma cutáneo (el conjunto de bacterias que viven en la superficie de la piel).
Qué indica sudar mucho al hacer ejercicio
Sudar es, sin duda, un indicador de la intensidad del ejercicio. Cuanto más intenso es, normalmente más sudamos. Significa que la temperatura de nuestro cuerpo está subiendo debido al aumento de la actividad metabólica y las contracciones musculares. La sudoración ayuda a enfriarlo, lo que nos ayuda a seguir entrenando.
Sin embargo, sudar mucho no significa necesariamente que estemos quemando más calorías o haciendo un mejor ejercicio.
La temperatura ambiental, como indicamos antes, tiene mucho que ver. En verano muchas personas tienen más tiempo para hacer deporte, a veces por primera vez y sin preparación previa, y la suma del esfuerzo físico con las altas temperaturas puede comportar riesgos graves como golpes de calor o deshidratación. Para evitarlo, desde la Sociedad Española de Medicina del Deporte (SEMED-FEMEDE) recomiendan:
- No practicar deporte en las horas de máxima acción solar y optar por las primeras o últimas horas del día.
- Habituarse poco a poco a las condiciones ambientales, acomodando el programa de entrenamiento de forma gradual a las temperaturas altas.
Además, la cantidad de sudor que producimos varía mucho de una persona a otra y, más allá de la actividad que realizamos o la temperatura, tiene que ver con factores como la genética, la edad, la condición física o la envergadura (las personas más grandes suelen sudar más porque generan más calor y tienen más superficie para enfriar).
Por otro lado, existe la creencia popular de que el sudor ayuda a eliminar toxinas. Si bien puede colaborar algo a esta función, son el hígado, los riñones y el tracto digestivo los principales responsables de filtrar y eliminar los desechos.
La sudoración excesiva también hace perdamos peso, pero debes tener en cuenta que este es un efecto solo temporal, pues son líquidos lo que eliminamos y los recuperaremos al rehidratarnos. De hecho, tal como indica la Fundación Española del Corazón en su página web, “sudar mucho no nos beneficia para disminuir peso, ya que nos hace perder agua e incrementa el riesgo cardiovascular y metabólico”.
Qué riesgos tiene una sudoración excesiva
El principal riesgo del exceso de sudoración es la deshidratación. A través del sudor perdemos una gran cantidad de agua y electrolitos (minerales que se encuentran en los líquidos corporales) y ambos son indispensables para el buen funcionamiento de nuestro cuerpo.
La deshidratación puede tener consecuencias muy negativas como contracciones musculares involuntarias (convulsiones) debidas al desequilibrio de electrolitos, una caída peligrosa en la presión arterial y los niveles de oxígeno o, en casos muy graves incluso la pérdida de conocimiento.
Los principales síntomas que alertan de la deshidratación, más allá de la sed, son: tener la boca seca, una orina de color oscuro y olor fuerte, mareos, aturdimiento o desorientación.
Además, sudar en exceso puede hacer más difícil el agarre de algunas de las herramientas que usamos para hacer deporte, como la raqueta de tenis, y puede aumentar el riesgo de lesiones. Es por ello que conviene secarse bien el sudor (en especial, de las manos) al hacer ejercicio.
Por otro lado, si bien el sudor es algo normal al practicar ejercicio, la hiperhidrosis (sudoración excesiva) es un trastorno que se puede controlar con tratamientos médicos.
Cómo hidratarte al hacer deporte
Para evitar la deshidratación y otras complicaciones al hacer deporte, tal y como hemos dicho, es fundamental mantenerse bien hidratado.
Debes beber agua un rato antes de empezar a hacer ejercicio (en especial si es intenso o hace mucho calor) para empezar ya bien hidratado. Durante el ejercicio beber agua cada 10 o 15 minutos te ayudará a evitar la deshidratación. Hazlo en pequeños tragos, no de golpe, así la absorberás mejor y evitarás molestias estomacales.
Las bebidas deportivas pueden ayudarte a recuperar los electrolitos perdidos, aunque debes analizar bien su composición y vigilar que no lleven demasiado azúcar. El agua de coco sin azúcar añadido es una buena alternativa natural.
La SEMED-FEMEDE recomienda también no realizar deporte tras comidas copiosas o después de haber consumido bebidas con cafeína, alcohol o grandes cantidades de azúcar, ya que pueden provocar deshidratación.
Además, para controlar la sudoración puedes usar ropa de deporte transpirable que absorba bien la humedad (hay muchas marcas que la ofrecen) y asegúrate de llevar siempre una toalla para limpiar el exceso de sudor.