Echar sal a la comida cuando se está preparando es un paso que todos, hasta los menos cocinillas, tenemos interiorizado y que llevamos a la práctica sin dudar. Un gesto rápido que acompañamos con la frase "para darle un poco de sabor" que, tras una diminuta pausa reflexiva mirando la elaboración culinaria, terminamos acompañando con un pequeño puñado extra de sal para evitar que la comida se quede insípida.
Un hábito que ha provocado que la ingesta global diaria de los adultos roce los 4,310 mg de sal. Un valor que, como recuerda la Organización Mundial de la Salud en sus últimos informes publicados, supera y duplica la dosis diaria recomendada. De hecho, según señalan los propios informes lo óptimo sería no llegar a los 2 mg de sal diarios.
Como señalan los informes de la organización y avalan los diferentes expertos en nutrición y dietética, un consumo elevado de sal aumenta el riesgo de obesidad, hipertensión y osteoporosis entre otras dolencias. De ahí que la reducción de la sal en las comidas, ya sea en su elaboración o a la hora de optar por platos ya preparados, se haya convertido en algo crucial que pone en manifiesto que el hábito de agregar un puñado más de sal a la comida no es, precisamente, el más saludable.
Cómo afecta la toma excesiva de sal al cuerpo
Para empezar, hay que matizar que el sodio es un nutriente necesario para el correcto mantenimiento del cuerpo. Esto es debido a que interviene en la transmisión de los diferentes impulsos nerviosos que, a su vez, se encargan de optimizar y contribuir a la función cerebral. Por eso mismo, para alcanzar un bienestar óptimo se suele recomendar consumir de manera moderada y en la dosis recomendada la sal. Una dieta baja en sal ayuda a evitar la hipertensión, el principal factor de riesgo cardiovascular.
Por otro lado, ingerir demasiada sal no solo contribuye a la retención de líquidos, sino que, además, despierta el apetito. Un hecho que puede llegar a aumentar el peso corporal, si lejos de reducirse la cantidad de sal ingerida, esta se ve aumentada.
Entonces, ¿es mejor dejar de tomar sal?
Si bien es cierto que, tras todo lo descrito, es común pensar que la mejor decisión puede ser dejar de añadir sal a las comidas a riesgo de que pierdan sabor, la realidad es que este planteamiento no estaría del todo acertado. Por no hablar de que resulta muy complicado de llevar a la práctica ya que el sodio se encuentra de manera natural en diferentes alimentos como pueden ser, por ejemplo, la leche o la carne.
Además, es su toma excesiva la que entraña riesgos. En su justa medida, más allá de potenciar el sabor de las comidas, la sal estimula la digestión. Esto se debe a que, entre otras labores, contribuye y colabora con el estómago desarrollando una pequeña masa capaz de eliminar todo aquello que no reporta ningún beneficio al cuerpo. Por no hablar de que, como ya adelantábamos, la sal también contribuye en el mantenimiento del volumen plasmático y a la transmisión de los impulsos nerviosos.
Cómo reducir la toma de sal
Más allá de leer bien las etiquetas de los diferentes alimentos para conocer qué ingredientes o cuánta sal tienen y de evitar añadir ese puñado de sal en exceso, se puede reducir el consumo diario de sal estimado optando, por ejemplo, por añadir alimentos frescos a la dieta. Esto se debe a que, más allá de resultar muy sabrosos y beneficiosos para el cuerpo, son bajos en sodio.
Asimismo, otro remedio casero para evitar añadir algún que otro puñado de más en la comida es sustituirla por ciertas especias o hierbas que se encargarán de dotarle sabor al plato.