La diabetes sigue teniendo numerosos puntos enigmáticos para los especialistas. Esta enfermedad crónica que, básicamente, impide que procesemos bien el azúcar en la sangre, no para de crecer. El aumento de pacientes es muy significativo en el mundo, y en especial en Europa.
Hay dos tipos de diabetes. Y algunas de las cosas que se creían, especialmente sobre la diabetes tipo 1, en los últimos años se ha visto que no son ciertas. El tratamiento con insulina, que se creó para este tipo de diabetes, ha sido un buen parche. Pero no es la solución.
“Estamos enfocados en avanzar en innovación y desarrollo para buscar terapias curativas”, ha explicado la doctora en biología molecular Esther Latres, vicepresidenta de Investigación en Breakthrough, entidad norteamericana centrada en la diabetes tipo 1.
No es tan fácil diferenciar el tipo de diabetes
La diabetes impide que el paciente metabolice bien el azúcar en sangre. Puede haber dos motivos, razón por la que se diferencia en los dos tipos que existen.
- La diabetes tipo 1 nuestro cuerpo produce poca insulina o nada. La insulina es la hormona generada por el páncreas encargada de ayudar a que la glucosas (el azúcar) entre en la célula y sirva de combustible para producir energía.
“Es una enfermedad autoinmune: el cuerpo ataca por error las células beta del páncreas, productoras de insulina”, explica la doctora Latres, en declaraciones a la Fundación ‘La Caixa’.
- La diabetes tipo 2 el problema es que el cuerpo ha dejado de usar la insulina de manera adecuada. Es la más extendida. Más del 90% de las personas tienen este tipo. Se presenta habitualmente en personas con sobrepeso, aunque no siempre.
De hecho, el diagnóstico de una u otra es complicado. Se tiende a creer que la diabetes tipo 1 se da desde la infancia y la tipo 2 aparece en adultos y no es tan claro. “Hasta hace poco la tipo 1 se conocía como diabetes infantil, pero se ha visto que también afecta a personas adultas”, apunta Latres.
¿Cuál es la causa de la diabetes?
En el caso de la diabetes tipo 2 se cree que puede haber una combinación de factores genéticos y de estilo de vida. Los estudios apuntan a que el sedentarismo y una dieta calórica rica en grasas son importantes factores de riesgo.
En la diabetes tipo 1 tampoco está todo claro. “Sabemos que hay un factor genético, pero hay personas que la desarrollan sin tener antecedentes familiares -precisa la experta-. También puede surgir por un virus o a raíz de varias infecciones previa.”
La buena noticia es que se han desarrollado pruebas para la detección precoz de la diabetes tipo 1. Hay tres anticuerpos, detectables en un análisis de sangre, que nos dan la pista.
De momento se realizan a familiares de personas con la enfermedad. “En la población general todavía hay que desarrollar una infraestructura y generar conciencia de la importancia de detectar el riesgo de diabetes de tipo 1”, explica Latres.
¿Por qué está aumentando el número?
El aumento de la diabetes tipo 2 a nivel global ha coincidido también con una peor calidad de la dieta. En países como España hace años que estamos dejando la dieta mediterránea por una forma más rápida de comer y con más alimentos industriales o preparados.
Sin embargo, el enigma está en la tipo 1. Hoy ya hay más de 200.000 personas con esta enfermedad en España. En Europa son casi dos millones. “En los últimos 20 años, su incidencia ha aumentado alrededor de un 35 % y no sabemos por qué”, admite.
La diabetes es crónica. De momento no hay una cura. Ni tampoco equidad en el tratamiento. “Las grandes farmacéuticas desarrollan muchas más soluciones para la diabetes de tipo 2 porque el mercado es mucho más grande”, se queja la experta. De ahí la aparición de Breakthrough, para incentivar la investigación en la tipo 1.
El reto es conseguir una cura
El tratamiento estándar con insulina se inventó hace un siglo para la diabetes tipo 1. Luego se extendió a la 2. “Ha habido muchos avances en la gestión de la diabetes de tipo 1, pero las terapias de ahora, que solo se basan en reemplazar la insulina, son insuficientes. La insulina salva vidas, pero no es una cura ni reduce las complicaciones a largo plazo”, recuerda.
Ese exceso de azúcar puede llevar a: úlceras, problemas de visión, daños en el riñón, infartos e ictus. Por eso la doctora Latres apunta que hay que poner el foco en la parte curativa. “Desarrollar terapias preventivas, como las inmunoterapias, que previenen el desarrollo clínico de la enfermedad y la dependencia de la insulina”, dice.
También hay muy buenos resultados en los ensayos clínicos que se están llevando a cabo con trasplante de células madre en el páncreas. Ya se han notificado casos de los primeros pacientes que han vuelto a crear insulina.