Dr. Jose Manuel Cucalón, médico de familia: "No todo lo que parece SIBO lo es, pueden darse hasta un 20% de falsos positivos"

El término SIBO está de moda, y esto favorece que algunas personas crean que sus trastornos intestinales se deben a esta enfermedad aunque, en realidad, no sea así. Dos especialistas en microbiota nos aclaran qué es el SIBO y por qué puede aparecer.

Eva Mimbrero
Eva Mimbrero

Periodista especializada en salud

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Microbiota

La fibra de la manzana alimenta a las bacterias buenas del intestino.

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Aunque últimamente se habla mucho tanto de SIBO como de disbiosis, no son exactamente lo mismo. "La disbiosis es toda alteración, tanto en calidad como en cantidad, de la flora bacteriana del cuerpo, ya sea la del intestino o la de la piel, por poner un ejemplo: no depende de la localización", nos aclara el doctor Jose Manuel Cucalón, miembro del Grupo de Trabajo de Endocrinología y Nutrición de la la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).

"En cambio, el SIBO define algo mucho más concreto: con él nos referimos al sobrecrecimiento bacteriano en la zona del intestino delgado, que provoca acidez, hinchazón y dolor abdominal, malas digestiones o pesadez, diarreas o estreñimiento...", continúa el experto.

Hay que ser cautos con el diagnóstico

Basta hacer una búsqueda del término SIBO en internet o en redes sociales para darse cuenta del gran número de contenido centrado en esta alteración que puede encontrarse. Aunque, como advierten desde la SEMG, no toda la información es fiable. Y esto favorece que haya personas que piensen que lo sufren cuando, en realidad no es así.

"El SIBO es una patología de aparición reciente, que todavía se está investigando. Aún no hemos determinado ni cuántas especies, ni cuántas cepas, ni en qué cantidad deben estar presentes en el intestino delgado para decir que hay un sobrecrecimiento", aclara el médico de familia.

"No todo lo que parece SIBO lo es en realidad. De hecho se calcula que el 20% de la población sana, que no tiene ningún problema, podría ser diagnosticada de SIBO. Las pruebas de aliento que se utilizan, en las que se miden los niveles de hidrógeno y metano, gases que no pueden producir las células humanas (pero sí las bacterias después de que tomemos, por ejemplo, glucosa), no están estandarizadas y puede haber problemas en la interpretación de los resultados", advierte el doctor.

Por qué puede aparecer el sibo

Para el doctor Cucalón "el principal factor de riesgo es haberse sometido a una cirugía abdominal, aunque es cierto que se van describiendo otras patologías médicas no quirúrgicas, como la diabetes o la celiaquía, que podrían desencadenar también un SIBO. Pero de momento no tenemos datos concluyentes al respecto".

Lo que sí parece claro es que alteraciones como el SIBO evidencian la importancia de mantener el equilibrio no solo en la microbiota del intestino grueso o colon, la más numerosa y conocida, también en la del intestino delgado. 

Bacterias buenas que protegen las paredes del intestino 

Una de las claves que explican la importancia de la microbiota del intestino delgado para evitar problemas digestivos la encontramos en su efecto protector sobre la fina capa que lo recubre. La doctora Mª Dolores de la Puerta, reconocida experta en microbiota, nos explica el porqué.

“La pared del intestino es un epitelio monocapa, un tejido formado por una sola capa de células unidas entre sí. Esas uniones se abren y se cierran selectivamente en el momento que tenemos que absorber los nutrientes que nos llegan a través de los alimentos”, nos cuenta la doctora.

Pues bien, cuando la microbiota está desordenada, se produce una inflamación que afecta al epitelio y que hace que, en algunos tramos, las uniones entre células queden un poquito abiertas”. Por esos huecos pueden colarse elementos más grandes que los nutrientes, como algunas toxinas, microorganismos dañinos y partículas de alimentos que aún no se han digerido del todo, que acaban pasando a la sangre.

Es lo que se conoce como intestino permeable, que provoca síntomas gastrointestinales como dolor, hinchazón y alteraciones en el tránsito intestinal, aunque también pueden darse otros más generales como dolor de cabeza, cansancio, alteraciones en la piel o dificultad para concentrarse.

El intestino permeable, asimismo, favorece la aparición de trastornos gástricos como el SIBO y también la enfermedad inflamatoria intestinal, la celiaquía, alergias e intolerancias. Además, influye en el desarrollo de otras patologías que, en un primer momento, podemos no relacionar con las digestiones, por ejemplo la diabetes tipo 2, el síndrome del ovario poliquístico y enfermedades autoinmunes como la artritis o la fatiga crónica. En cambio, si las bacterias del intestino conviven en armonía, reducimos el riesgo de estos y otros trastornos serios.

Nos ayudan a aprovechar mejor los nutrientes

Es otra de las razones por la que las bacterias del intestino delgado están despertando cada vez más interés en la comunidad científica. 

“Es en el intestino delgado donde se produce la digestión de todos los alimentos menos de la fibra, que no se digiere ahí. Y las bacterias que viven en él, como las ácido lácticas, contribuyen a la absorción de nutrientes tan importantes como la vitamina D. Un desequilibrio en ellas puede provocar, por ejemplo, que por mucha vitamina D que se tome, los niveles no suban”, nos cuenta la doctora de la Puerta.

“Aunque la microbiota del intestino delgado es mucho más sencilla que la del grueso, igualmente estamos hablando de millones de microorganismos, y cada vez sabemos más de su relevancia, apunta la experta. 

"En el campo de la microbiota hay tanto por descubrir, hay tanta investigación que realizar, que me atrevo a decir que, si fuera un libro, aún estaríamos en las primeras páginas", concluye el doctor Cucalón.