El cerebro se entrena cuando no repetimos siempre las mismas cosas

Cuando le pedimos al cerebro que resuelva un problema, sobre todo si implica novedad y el uso de la lógica y la creatividad, conseguimos entrenarlo y mantenerlo activo. También conviene buscar pequeños momentos de desconexión mental, como la meditación o un breve paseo, para permitir que el cerebro descanse y procese lo aprendido.

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mujer en el jardin leyendo

Leer es una fantástica forma de entrenar el cerebro: fomenta la imaginación y nos divierte.

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¿Qué podemos hacer para entrenar nuestra mente y potenciar nuestras habilidades cognitivas? Es algo que suelen preguntarme, y para responder a esto no se necesitan fórmulas mágicas ni muy difíciles de cumplir.

A unos buenos hábitos de vida, como una alimentación saludable y el ejercicio físico, hay que sumar pequeños retos que te diviertan y, sobre todo, que sean variados y útiles para ti. El abanico de opciones es amplísimo: pintar, aprender un idioma, escribir, resolver retos numéricos... Es importante, eso sí, que las cosas que elijas no se asemejen mucho a lo que haces habitualmente, porque acabas automatizando estas habilidades y suponen poco esfuerzo mental.

Una de las claves es la novedad

Cada vez que nos enfrentamos a algo que no hemos hecho nunca estamos entrenando nuestro cerebro. La neuroplasticidad es la capacidad del cerebro para reorganizarse y formar nuevas conexiones neuronales en respuesta a experiencias nuevas y aprendizaje. Este mecanismo se pone en marcha desde el primer momento, y los resultados se notan enseguida. Así, la segunda vez que intentas tocar un nuevo instrumento ya lo haces mejor que la primera. O, lo que es lo mismo, ya se han establecido conexiones entre neuronas que antes no existían.

Conviene hacer cosas motivantes

Nuestro tiempo es limitado, y lo mejor es invertirlo en cosas que gusten y a las que podamos sacarles provecho. La gamificación (trabajar diferentes habilidades mediante el juego) suele ser muy eficaz en este sentido. Por ejemplo, con los juegos de mesa desarrollamos el pensamiento estratégico (hacia dónde voy y qué intento conseguir). También dialogamos y nos reímos con los jugadores, y sabemos que el humor tiene un beneficio tremendo sobre la salud mental. Al pequeño reto cognitivo al que nos enfrentamos se suma la parte social, que también es fundamental para mantener el cerebro en forma.

Estar (y sentirse) acompañado protege

Muchas veces, al compartir un problema que te quita el sueño, por el simple hecho de explicarlo ya se desinfla y encuentras soluciones que no te habías planteado. Es un sencillo ejemplo de hasta qué punto unas relaciones sociales de calidad benefician la salud cerebral. Pero ¿qué entendemos por relaciones de calidad?

Rodearse de personas con las que poder compartir tu mundo interior con confianza, sin miedo a ser juzgado y basándose en el apoyo mutuo son sus principales características. Esto puede darse tanto con un amigo de toda la vida como con alguien de tu entorno con el que, a priori, no tienes una relación tan estrecha (el panadero, la peluquera...) pero con el que notas un entendimiento especial. Cuida este tipo de relaciones al máximo y trata de alejarte de las tóxicas, en las que hay mucho juicio y muy poca comprensión y empatía.

Buscar momentos de desconexión

A veces creemos que la mente es infinita, pero necesita sus momentos de descanso para “pasar por boxes” y realizar sus tareas de mantenimiento.

Hay que hacerlo a diario. Al igual que no nos olvidamos de comer, tampoco hay que prescindir de esos pequeños momentos de desconexión mental: puede ser tan fácil como escuchar música unos minutos o tomarnos una taza de café mientras miramos al horizonte. Son acciones que mejoran el rendimiento cognitivo, según publica Nature.

Las neuronas tienen guardianas

Pueden alterarse con pequeños cambios externos, porque las neuronas son unas células extremadamente sensibles. Se ha visto, por ejemplo, que los días de mucho calor o frío funcionan peor, y atender o memorizar puede costarnos más.

Para cuidarlas y protegerlas, el cerebro cuenta con otras, las células de la glía, que actúan como su asistente particular. Les proporcionan los nutrientes y todo lo necesario para que se mantengan en equilibrio y funcionen a la perfección.

Artículo publicado en la revista Saber Vivir por el Dr. Chema González de Echávarri, neurólogo y responsable clínico asistencial de la Fundación Pasqual Maragall