El ritmo de vida acelerado que llevamos nos impide, a menudo, disponer de tiempo para cocinar. Por eso, muchas veces acabamos comiendo siempre el mismo tipo de platos. Incluso cuando queremos seguir una dieta saludable, muchas personas caen en una dieta muy repetitiva: una ensalada, pollo a la plancha, fruta de postre... Muy sano, ¿verdad? Pero incluso comiendo cada día alimentos saludables, la repetición puede no ser tan buena como pensamos.
Según la dietista y nutricionista Elena Maestre, el principal problema es la falta de variedad. "Una verdura o una ensalada, por muy saludable que sea, contiene unas vitaminas y minerales determinados. Pero las vitaminas de la lechuga no son las mismas que tiene el pimiento”.
En otras palabras, si cada día comes lechuga, estarás obteniendo unas vitaminas concretas, pero te estarás perdiendo todas las demás que podrías obtener variando las verduras de tu plato.
Variedad para una nutrición equilibrada
Una de las grandes ventajas de una dieta variada es que garantiza la aportación de todos los micronutrientes esenciales.
Cada grupo de alimentos tiene un papel clave en la nutrición:
- Verduras y hortalizas: Aportan fibra, vitaminas y antioxidantes. Por ejemplo, el pimiento es rico en vitamina C, mientras que la espinaca aporta hierro.
- Proteínas: La carne roja también es rica en hierro, mientras que el pescado aporta omega-3, los huevos colina y las legumbres proteínas vegetales.
- Frutas: En este caso, cada una varía su contenido de vitaminas y minerales. Los cítricos, por ejemplo, son ricos en vitamina C, mientras que el plátano aporta potasio.
- Frutos secos y semillas: Son fuentes de grasas saludables, como omega-3 y omega-6, además de minerales como el magnesio y el zinc.
Cada alimento tiene un perfil nutricional único, y la mejor manera de obtener todos los nutrientes necesarios es introducir la mayor variedad posible.
Prueba otra forma de cocinar
Otro truco fácil para mejorar tu dieta sin que te aburras es cambiar la técnica de cocción. "Comer siempre a la plancha está bien y permite seguir una dieta baja en grasas, pero si un día cocinas el pollo al horno y otro día lo haces con una salsa de frutos secos, además de ser más agradable al paladar, también añades nutrientes diferentes, como omega-3 o minerales esenciales", explica Maestre.
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La dieta mediterránea es un buen ejemplo de esta diversidad. No solo incluye alimentos variados, sino también diferentes técnicas de cocción: plancha, horno, sofritos con verduras, picadas con frutos secos, hierbas aromáticas... Todas estas opciones enriquecen el plato no solo en su sabor, sino también en valor nutricional.
"En Alemania, por ejemplo, casi solo tienen manzanas como fruta de temporada, mientras que aquí podemos disfrutar de naranjas, albaricoques, melocotones y muchas otras opciones que nos aportan una gama más amplia de vitaminas y minerales", explica la nutricionista. Esta diversidad nos permite beneficiarnos de una alimentación más equilibrada y nutritiva.
La clave es la variedad
Comer saludable no significa comer siempre lo mismo. Al contrario, la clave de una alimentación equilibrada es la variedad: diferentes alimentos, diversas cocciones y múltiples formas de combinarlos. Así, evitarás déficits nutricionales y disfrutarás más de la comida.
Puedes seguir estos consejos prácticos para variar tu dieta sin esfuerzo:
Cambia el tipo de verduras en tus platos cada semana.
- Alterna entre diferentes fuentes de proteínas: carne, pescado, huevos, legumbres.
- Prueba distintas técnicas culinarias: hornear, saltear, cocinar al vapor, guisar.
- Introduce especias y hierbas aromáticas para aportar nuevos sabores y beneficios nutricionales.
- Aprovecha la temporada para consumir frutas y verduras frescas y variadas.
Si quieres cuidarte de verdad, deja de comer lechuga cada día y atrévete a experimentar con nuevos sabores y texturas. Tu cuerpo y tu paladar te lo agradecerán.