La fruta no solo es un alimento delicioso, sino que también ofrece numerosos beneficios para la salud debido a su composición rica en nutrientes.
Es rica una excelente fuente de vitaminas esenciales, minerales, fibra y antioxidantes que contribuyen al bienestar general. Por ejemplo:
- La vitamina C que abunda en las frutas cítricas fortalece el sistema inmunológico, ayuda a la producción de colágeno para una piel saludable y mejora la absorción de hierro.
- El potasio (que podemos encontrar, por ejemplo, en plátanos y aguacates) apoya la función cardíaca y muscular.
- La fibra, que se encuentra abundantemente en multitud de frutas como manzanas y bayas, ayuda a la digestión, previene el estreñimiento y promueve la salud intestinal.
- Los antioxidantes (como los flavonoides y los polifenoles) ayudan a neutralizar los radicales libres , lo que reduce el riesgo de enfermedades crónicas como el cáncer o las enfermedades cardíacas.
Siempre conviene tomar fruta, pero el momento (y la forma) en el que la comemos puede tener algunos efectos diferentes, especialmente si estás intentando adelgazar.
¿Fruta de postre o entre horas?
Ambas opciones son más que recomendables para nuestra salud, pues, como hemos mencionado, las frutas son un gran aporte de vitaminas, minerales, fibra y otras sustancias beneficiosas para nuestro organismo.
Conviene que tomemos fruta a diario, como mínimo tres piezas al día pues, además de aportar nutrientes saludables, su consumo disminuye el riesgo de padecer trastornos cardiovasculares, ciertos cánceres y otras enfermedades degenerativas. También mejora la presión arterial.
Comer fruta antes o después de comer engorda exactamente lo mismo, pues su aporte nutricional y calórico siempre es el mismo. Sin embargo, comer fruta antes de las comidas puede ayudarnos a guardar la línea ya que, como contiene fibra, es un alimento saciante.
Si lo que quieres es perder peso es recomendable comerla entre horas, así llegarás a las comidas con menos hambre.
Gracias a la cantidad de fibra que aporta, la fruta tiene un efecto saciante. Un estudio de 2019 investigó los efectos en la saciedad de tomar fruta (120 g de manzana roja) en diferentes momentos (antes o después de la comida) o de no tomarla en un pequeño grupo de hombres jóvenes sanos.
Aquellas que tomaron la fruta antes de la comida tenían un nivel de saciedad significativamente mayor que las que la tomaron después. Los que no la tomaron tenían el nivel de saciedad más alto.
Además, comer fruta antes de la comida redujo en un 18,5 % (166 kcal) la ingesta energética posterior en comparación con no comerla.
¿Qué pasa si como fruta de postre?
Otra falsa creencia popular es que después de las comidas, la fruta fermenta en el estómago. Esto no es así. En el estómago, todos los integrantes de la comida se mezclan con los jugos gástricos y, después, siguen el proceso digestivo juntos.
Es cierto que a personas con alteraciones digestivas les sienta mejor la fruta entre horas, pero por otros motivos distintos. Es más, hay frutas como la piña, la papaya y la manzana que facilitan la digestión.
Tampoco debemos creer que el abuso de fructosa va a convertirse en grasa. La fructosa, que es el azúcar mayoritario de las frutas, una vez aislada se puede convertir en edulcorante, en forma de granulado. Su consumo abusivo como azúcar de mesa engorda y eleva los niveles de los triglicéridos de la sangre. Pero esto no tiene nada que ver con su ingesta como componente de la fruta fresca.
La fruta, ¿entera o en zumo?
Por otro lado, debes tener en cuenta que no es lo mismo tomar la fruta entera o hacerlo en forma de zumo.
En forma de zumo, la fruta conserva los nutrientes, pero no la fibra, que queda retenida en la pulpa que al final se desecha. Por lo tanto, su efecto saciante no es el mismo.