El doctor Steven Gundry es un reconocido cirujano estadounidense que se ha convertido en un importante divulgador de temas nutricionales en su país. Fue uno de los descubridores de los efectos de las lectinas, unas proteínas vegetales, presentes por ejemplo en la avena, y que pueden causar inflamación y ser responsables de que nos sintamos hinchados.
En sus últimos trabajo se ha centrado en la salud intestinal y ha puesto en evidencia algunas falsas creencias muy populares sobre cómo mantener la salud de esa microbiota; es decir, los microorganismos que pueblan sobre todo nuestros intestinos.
El doctor Gundry ha explicado en un reciente podcast por qué cuidando la microbiota nos aseguramos no solo una buena digestión, sino también una buena cantidad de nutrientes y reducimos el riesgo de algunas enfermedades crónicas. Lo que hemos de vigilar es cómo cuidamos esa microbiota. “No basta un yogur comercial”, advierte.
La microbiota nos asegura los nutrientes
Le hemos dado varios nombres a lo largo de los años. Inicialmente nos referíamos a la flora intestinal. Luego, cuando se destacó su importancia y se vio que no eran solo flora, sino sobre todo bacterias, se prefirió popularizar el nombre de microbiota intestinal. Y hoy, el doctor Gundry insiste en que lo correcto es microbioma.
La microbioma hace referencia a todos los microorganismos, sino también a sus genes y al entorno en el que viven. Es un término más correcto pues el doctor recalca que las condiciones en las que viven estos organismos es igualmente importante.
“Las plantas cogen nutrientes de la tierra a través de sus raíces. Sabemos que esta tierra tiene sus propios microorganismos, como nosotros tenemos los nuestros en la microbiota”, ha explicado este especialista.
Esa “tierra”, esa base en la que vive la microbiota es importante. Crea las condiciones para que estos organismos se desarrollen bien y pueden interactuar con nosotros. La microbiota es tan importante que los médicos y nutricionistas la consideran ya un órgano más de nuestro cuerpo.
“Si no tienes las bacterias y los hongos adecuados, y el ambiente adecuado en tu intestino, no vas a ser capaz de absorber los nutrientes”, ha recalcado este especialista.
Cómo podemos cuidar la microbiota
El doctor Gundry también ha recordado que hay una conexión muy estrecha entre nuestra microbiota y el sistema inmunitario. Cerca de un 80% de todas nuestras defensas se distribuyen en el sistema digestivo. Además, la microbiota es fundamental en la salud mental. La conexión entre cerebro y microbiota está muy bien establecida y estudiada.
Por todo ello, cuidar nuestra microbiota es cuidar la salud mental y física. El doctor propone cinco recomendaciones básicas:
- Ayuno intermitente. Es partidario de dejar pasar al menos 12-14 horas entre la última y primera comida del día siguiente. Mejora la quema de grasas y la esperanza de vida.
- Grasas saludables. Recomienda el aceite de oliva y el aguacate como fuentes de grasas más útiles para el organismo.
- Cúrcuma, cebolla, ajo y pimienta negra: los cuatro ingredientes que no deben faltar para potenciar nuestras defensas en la zona intestinal con la nutrición.
- Evitar las lectinas. Ya hemos dicho que es un firme defensor de esta teoría. Las considera “navajas” que provocan microlesiones en el revestimiento del tubo digestivo. No hemos de tomar la avena cruda, porque contiene muchas lectinas. Tampoco tomates o alubias. Se ha de decir que su teoría ha sido muy discutida por otros expertos.
- Tomar yogures: es un rico probiótico. Como sabes, los probióticos son alimentos que contienen algunas de las bacterias de la microbiota.
Sin embargo, el doctor señala que no todos los yogures sirven para este propósito. “No todos los yogures fortalecen la microbiota intestinal”, advierte. Ni son la única fuente que hemos de tener en cuenta.
Cuáles son los yogures más adecuados
Este especialista ha criticado que las empresas han hecho campañas pseudo científicas alrededor del yogur y otros lácteos fermentados que lo único que pretenden es que los compremos masivamente, pensando que con uno de estos productos diarios ya solucionamos nuestras defensas.
- Lo primero que señala es que algunos de estos fermentados comerciales pueden tener tanta o más azúcar que un helado.
- Muchos de estos probióticos ya no están vivos en el momento del consumo, por la pasteurización y el tiempo de almacenamiento. Eso reduce este supuesto beneficio.
- Por eso su recomendación es que los yogures sean caseros o naturales de marcas de proximidad. “Conviene mirar la etiqueta y dudar en cuanto tienen aditivos y azúcares”, explica.
- También es más partidario de los yogures de cabra y oveja, pues pueden ser más fáciles de digerir y menos inflamatorios en comparación con los de leche de vaca.
- Además, el doctor Gundry sugiere incorporar otros alimentos fermentados como el kéfir, el chucrut y el kimchi, que también aportan una variedad diferente de bacterias beneficiosas para el intestino.