¿Por qué el papa Francisco ha muerto por ictus si su infección era pulmonar?

El fallecimiento del papa Francisco por un ictus era un riesgo que los médicos que le atendieron por la neumonía tenían muy presente. ¿Qué relación tenían y qué ha fallado? Te lo explicamos.

Pablo Cubí
Pablo Cubí del Amo

Periodista

Actualizado a

Papa Francisco

El papa Francisco sufría diabetes e hipertensión, que aumentaban su riesgo cardiovascular.

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Las infecciones respiratorias y el aumento de riesgo de sufrir un ictus está muy bien establecido por numerosos estudios médicos. Por eso la muerte del Papa no ha sido una sorpresa, pese a lo inesperado.

Según el parte médico oficial, el pontífice murió a causa de “un ictus cerebral que le provocó un coma y un colapso cardiovascular (paro cardiaco) irreversible”.

Los especialistas consultados coinciden que su estado de salud ya estaba comprometido debido a una neumonía bilateral provocada por varios agentes infecciosos que lo mantuvo hospitalizado durante más de un mes. Los médicos que lo trataron insistieron en que era fundamental hacer reposo. El papa Francisco, sin embargo, quiso adelantar en lo posible su reaparición pública. Todo lo cual pudo contribuir al ictus.

Cómo un neumonía agrava el riesgo de ictus

El riesgo de sufrir un ictus crece especialmente en personas mayores o con enfermedades preexistentes. Dos elementos que coincidían en el caso del Papa. Lo que llamamos ictus es un accidente cardiovascular en el que la sangre deja de llegar al cerebro. Las neuronas son las células que más rápido mueren si no les llega el oxígeno con la sangre. El ictus puede ser de dos tipos:

  • El ictus isquémico: es trombo (un bloqueo) en la arterias que llegan al cerebro.
  • El derrame cerebral: se produce por una rotura de la pared de una de las arterias.

Cuando se produce una infección por virus o bacterias, como en la neumonía, nuestras defensas actúan enviando sustancias que provocan la inflamación de las células. La inflamación sistémica provocada por una infección grave puede generar un efecto secundario no deseado: aumenta la coagulación de la sangre y hay más riesgo de que se produzca el bloqueo.

Además, la fiebre y la hipoxia (falta de oxígeno en la sangre) pueden afectar al corazón y la actividad cerebral, aumentando la probabilidad de un accidente cardiovascular, ya sea ictus o infarto.

Por último, una prolongada hospitalización, el hecho de que la persona esté mucho tiempo inmóvil pueden contribuir a la formación de coágulos.

Qué le puede haber pasado al Papa

En el caso del Papa Francisco, a todo esto se suma su historial médico. Tenía diabetes tipo 2 y era hipertenso, que son dos factores que aumentan el riesgo de ictus.

También sufría bronquiectasias múltiples, una afección pulmonar crónica que lo hacía más vulnerable a infecciones respiratorias y que podrían haber acumulado problemas a lo largo de los años.

Según el doctor José Antonio García Erce, miembro de la Sociedad Española de Hematología, “el tratamiento con corticoides y la diabetes pueden haber favorecido el ictus.” Los corticoides a largo plazo pueden elevar más la tensión y densificar la sangre.

El Vaticano no ha especificado el tipo de ictus que ha sufrido. Sin embargo, este especialista ve menos probable un trombo.

“Por sus antecedentes y su reciente hospitalización prolongada, es posible que estuviese bajo tratamiento antitrombótico, lo que podría haber favorecido o agravado un episodio de ictus hemorrágico”, explicaba el doctor García Erce, en declaraciones a TVE.

Estos medicamentos evitan que se coagule la sangre. Pueden ir bien. Pero con arterias finas, una vez se rasga una pared, la sangre no es capaz de taponarla con plaquetas.

Un accidente difícil de prever

El ictus es un accidente o evento, tal como establece el lenguaje médico. Eso significa que ocurre inesperadamente y no se puede predecir. Aunque, como vemos, sí pueden calibrarse los riesgos e intentar minimizarlos al máximo.

En el caso del Pontífice, su edad y delicado estado de salud hacía difícil más previsión. Los médicos le dieron de alta el 23 de marzo. El equipo que le atendió informaba que su convalecencia sería larga. Se hablaba de al menos dos meses. Seguramente es lo que le habían advertido al paciente. No forzar el cuerpo. Reposo y recuperación.

Sin embargo, Francisco ha querido dar muestras de actividad lo antes posible. Salió a decir unas breves palabras desde el hospital. Y se le ha podido ver saludando a fieles en un par de apariciones breves en el Vaticano.

El domingo de Pascua, tuvo un breve encuentro con el vicepresidente de Estados Unidos y, fuera del protocolo previsto, quiso estar 15 minutos saludando a los fieles que se habían congregado en la plaza San Marcos.

Es difícil deducir cómo pudo interferir todo ello en su recuperación. En la mañana del lunes (momento del día en que es más fácil tener un problema cardiovascular pues el corazón se reactiva al despertar) sufrió el ictus fatal.