El corazón late sin parar. Y aunque no solemos percibirlo, a veces sí podemos sentir que se acelera sin motivo o que late con saltos irregulares, provocando una especie de “vuelcos” en el pecho. Esto lleva a preguntarse si puede ser algo serio.
En qué debes fijarte
Hay pistas que ayudan a identificar el origen de las palpitaciones.
- ¿Recuperas progresivamente el ritmo de tu corazón? ¿Va calmándose de nuevo poco a poco? Si es así, es probable que se deba a una situación puntual de nervios o estrés. En estos casos el corazón puede notarse algo acelerado, pero no demasiado: el número de latidos por minuto no suele superar los 120 (el límite de la frecuencia habitual en reposo es de entre 85 y 90 latidos).
- Cuando las palpitaciones acaban de repente y antes has notado que el corazón iba muy rápido pueden indicar una arritmia o alteración del sistema eléctrico del corazón. Es una sensación que, incluso, puede despertarte por la noche, sin haber tenido antes un sueño que te haya angustiado. Si se debe a este motivo, suele acompañarse de dificultad para respirar, dolor en el pecho o mareo. Un electrocardiograma es una prueba sencilla que ayuda a identificar el origen de las taquicardias.
- A veces se sienten al cambiar de postura. Ocurre, sobre todo, si nos recostamos sobre el lado izquierdo, hacia donde tenemos inclinado el corazón. Si te pasa, no debes preocuparte: es algo frecuente.
El ritmo cambia durante el día
El corazón no sigue la misma velocidad las 24 horas:
- Por las mañanas suele ir más rápido, y tiene un ritmo más lento durante el descanso nocturno.
- Que se acelere después de comer, o notar algunos latidos irregulares justo en ese momento, es habitual. Se debe a que, lleno, el estómago desplaza ligeramente la punta del corazón. Las bebidas con gas, la cafeína y el tabaco también los provocan. Por la noche, podemos notar palpitaciones en el momento de acostarnos: el cansancio y el cambio de posición del cuerpo las facilitan.
- Estar activo o en reposo provoca igualmente cambios de ritmo. Cuando hacemos ejercicio el corazón, lógicamente, se acelera. Pero si sientes que lo hace en exceso o que no se recupera con el reposo, es mejor que moderes los esfuerzos y lo consultes con tu médico.
Revisa los fármacos que tomas
Quizá sientes que las pulsaciones se han alterado desde que sigues un tratamiento concreto. Si es así, háblalo con tu doctor porque ese medicamento podría ser el origen.
iStock by Getty Images
- Los que se usan para las gripes y resfriados pueden contener efedrina o alguno de sus derivados, que aceleran las pulsaciones. Lo mismo ocurre con la cafeína.
- Los inhaladores para el asma y la bronquitis elaborados con salbutamol y sus derivados también provocan este efecto, al igual que algunos antibióticos o medicamentos para la ansiedad y la depresión.
Problemas de salud que pueden causarlo
- La anemia es uno de los más habituales. El corazón necesita latir más rápido para poder compensar la falta de oxígeno que provoca el hecho de tener menos glóbulos rojos que lo transporten en la sangre.
- Cuando la glándula tiroides fabrica más hormonas de las necesarias (hipertiroidismo), el corazón funciona más rápido.
- Ciertas infecciones, sobre todo si cursan con fiebre, provocan palpitaciones. También les ocurre a algunas personas tras pasar el COVID. Aunque no se sabe por qué, se sospecha que el virus podría alterar el sistema nervioso autónomo, que regula la frecuencia cardiaca.
Qué hacer si notas que te está pasando
Estas son algunas de las estrategias que pueden funcionar:
- Cambia de postura. Date la vuelta en la cama o incorpórate si estás en el sofá. A veces, el corazón no se siente cómodo en alguna posición y te avisa de ello.
- Coge aire profundamente y aguanta 5 segundos sin respirar. Si esto no es suficiente, llena los pulmones de aire y aprieta con fuerza el abdomen, como cuando vas al baño. Es lo que se conoce como maniobra de Valsalva, y es muy útil en caso de taquicardias por alteración del sistema eléctrico del corazón.
- Presiona suavemente los ojos durante 1 minuto. Estimularás el nervio vago, que es el que se encarga de bajar el ritmo del corazón. Otra forma de lograrlo es apretando con suavidad un punto conocido como seno carotídeo, situado en el cuello, justo debajo de la mandíbula. Lo encontrarás buscando el punto en donde late la arteria carótida. No presiones ambas zonas a la vez: las pulsaciones podrían bajar demasiado.
- Toser unos segundos, bostezar varias veces y sumergir la cara en agua fría (o usar una toalla empapada en ella) son otras formas eficaces de estimular el nervio vago.
- Una infusión caliente y relajante de valeriana o manzanilla también puede ser útil en estos casos.