Son muchos los lugares donde se concentran los ácaros, sobre todo en otoño e invierno. Inhalarlos puede causar molestias agudas en personas sensibilizadas y genéticamente predispuestas.
En realidad, no es el animalillo el que se introduce en nuestro cuerpo, sino su materia fecal. Esta contiene una proteína que irrita la nariz, los ojos, los pulmones, los intestinos e, incluso, la piel.
Síntomas de la alergia a los ácaros
Los síntomas suelen durar más de una semana, lo que permite diferenciarlo de un resfriado.
- Congestión nasal. Al entrar en contacto con el alergeno (la proteína), el organismo libera histamina y se desencadena un proceso inflamatorio. Los vasos de la mucosa nasal se dilatan y “se escapa” líquido que acaba generando la congestión.
- Estornudos en batería. Los receptores de la mucosa nasal reaccionan y aparecen los estornudos. Son reflejos que implican a varios grupos musculares y que tienen la intención de expulsar a ese agresor externo.
- Ojos enrojecidos. No duelen, pero pueden ir acompañados de legañas más mucosas que purulentas.
- ¿Tienes síntomas tras comer marisco? Puede ser otra señal porque muchos crustáceos tienen la misma proteína irritante que los ácaros, la tropomiosina. Un estudio del Hospital 12 de Octubre de Madrid confirmó la relación y comprobó que es muy frecuente: el 92% de quienes reaccionan al consumir gambas, también lo hacen al polvo doméstico.
Cómo disminuir las molestias
Reducir el número de ácaros es una buena medida para evitar los síntomas. Puedes conseguirlo con sencillas acciones como las siguientes.
- Donde hay humedad, hay ácaros. Por eso, la primera medida es sanear esos posibles rincones limpiando con lejía si hace falta (mejor que no lo hagas tú) y ventilando la casa con las ventanas bien abiertas. Y, cuando hagas el cambio de ropa y prepares tu hogar para la nueva estación (cortinas más gruesas; fundas de cojines con motivos otoñales…), asegúrate de lavar la ropa de casa y la de vestir a 60º o pasarla por la secadora antes de usarla.
- Una vez por semana quita el polvo de los dormitorios con un paño húmedo, nunca seco. En esas estancias es donde más se acumulan porque el calor que desprendemos aumenta la temperatura ambiente y porque ahí acumulamos ropas, libros, revistas…
- Usa fundas de colchón y para la almohada antiácaros y aspíralas periódicamente (al menos cada semana), también el colchón. Mejor usar uno con filtros específicos para ácaros. Conviene, también, no tener cabeceros acolchados porque los ácaros pueden instalarse en ellos.
- ¿Sirve enfriar la ropa de cama? Puede ser otra medida eficaz: dejarla en el congelador 12 horas (una vez al mes) mata esos diminutos insectos.
- Coloca una luz dentro de los armarios con un sensor en la puerta para que se encienda al abrirla y se apague al cerrarla. De ese modo, el calor que va generando seca el ambiente en su interior y evita que haya algún resto de humedad o de moho.
- Colgar de la barra del armario saquitos con sal gorda es otra buena medida: absorbe el exceso de humedad.
- Si hay un alérgico en casa, mejor evitar alfombras, cabeceros acolchados y muebles tapizados.
Para confirmar las sospechas
Una vez que nos llega el paciente observamos el interior de la nariz, su revestimiento interno, con un instrumento que lleva una luz incorporada. Así, podemos ver si la mucosa nasal está hinchada, pálida o azulada, lo que indicaría que efectivamente sí hay algo transmitido por el aire que la está irritando.
Como tratamiento, podemos prescribir un antihistamínico,que nunca debe mezclarse con alcohol ni tranquilizantes. Los colirios son muy eficaces y pueden guardarse en la nevera para usarlos bien fríos. Y los lavados repetidos con suero fisiológico o agua de mar alivian mucho.