El doctor Manel Esteller explica cómo combatir la inflamación de bajo grado y revitalizar el sistema inmunológico

Los últimos estudios aseguran que tener demasiadas infecciones seguidas nos envejece al reducir el potencial de nuestro sistema inmunológico y generar daño celular. Pero, al igual que las arrugas en el rostro, eso también se puede retrasar.

Manel Esteller
Dr. Manel Esteller

Catedrático de genética

Actualizado a

Vivir más y mejor

Los buenos hábitos y las relaciones sanas nos ayudan porque disminuyen la inflamación interna.

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Cuando se habla de rejuvenecer el cuerpo, muchos visualizan de inmediato un rostro más joven y una piel de todo el cuerpo más tersa. Pero para que eso suceda –y se mantenga a largo plazo– es fundamental que se haya producido un rejuvenecimiento interno, de todas las células del organismo… también las que forman el sistema inmunológico, que se encarga de defendernos de patógenos como bacterias, virus y hongos. 

Hay virus que nos envejecen más deprisa

Es cierto que nuestras defensas se entrenan cada vez que tienen que enfrentarse a un microorganismo capaz de provocarnos un proceso infeccioso; y eso es positivo y necesario para que se mantengan activas. Pero también lo es que cuando padecemos infecciones de manera frecuente (aunque afecten a distintas zonas del cuerpo, como la garganta, los pulmones, la piel, el hígado, el tracto digestivo…) las células defensivas no tienen tiempo de recuperarse de la anterior batalla que han lidiado. Y eso las deteriora, las envejece.  

¿Qué ocurre exactamente tras una infección? Estudios hechos con personas que se habían infectado con el virus del VIH, el virus de Epstein-Barr (que produce la mononucleosis) y el virus de la hepatitis C, entre otros, han demostrado que tras esas infecciones hay un acortamiento de los telómeros de las células del sistema inmunológico. Esas piezas que, como cascos de seguridad en una obra, se encuentran en los extremos de nuestros cromosomas a modo de coraza para evitar el impacto de posibles agresiones.

También ha ocurrido con el virus de la COVID. Durante estos años pospandemia se ha comprobado que ese acortamiento de telómeros (y el posterior envejecimiento del cuerpo) sucede de igual modo en personas que pasaron una COVID grave.

A eso le llamamos senescencia inducida por virus, y ocasiona que los individuos que tienen que vencer varias infecciones en un tiempo relativamente corto de tiempo tengan una edad biológica mucho mayor que su edad natural, la que consta en el DNI. La razón es que en su interior se han acumulado demasiadas células senescentes (están dañadas pero no desaparecen), que se consideran “basura orgánica” y pueden impedir que el resto de células trabajen bien. 

Por qué (y cómo) tienen ese efecto

Cualquier infección da lugar a un estrés inicial: las células que han sido atacadas o infectadas viven ese ataque “con angustia”. Para rebajarla, sus compañeras, las células del sistema inmunológico, acuden en su ayuda generando unas sustancias o proteínas que provocan inflamación: las citoquinas proinflamatorias. 

Esa producción de citoquinas es breve, lo que dura la agresión o infección. Es decir, en unos días sus niveles han descendido de forma considerable. Pero si las infecciones se suceden, el organismo no deja de producir citoquinas, con lo que los procesos inflamatorios también son continuos.

gripe o resfriado

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Conforme sumamos años nos volvemos inmunosenescentes. Es decir, podemos ser más proclives a coger infecciones, ser más susceptibles a ellas y a su efecto, y a que estas generen daño celular y células ”zombi” o senescentes.

Esa mayor debilidad ante las enfermedades infecciosas puede deberse a tener un cuerpo más inflamado (con esa inflamación crónica de bajo grado que aparentemente no se nota, pero que debilita el organismo), aunque también a que podemos mantener algún que otro hábito que, lejos de ser saludable, esté deteriorando nuestra capacidad defensiva frente a virus y bacterias. 

Cómo reducir el inflammaging

Esa inflamación interna de bajo grado que va deteriorando nuestro cuerpo y nuestro sistema inmunológico –y que algunos autores denominan inflammaging– puede reducirse, como muchos otros aspectos que tienen que ver con nuestra salud, con un estilo de vida saludable, restringiendo la exposición a tóxicos y rebajando los niveles de estrés.

Una alimentación adecuada a las necesidades de cada uno y que incluya todos los macro y micronutrientes y el ejercicio físico moderado son, de nuevo, las mejores armas para revitalizar el sistema inmunológico y que pueda defendernos bien.

Nutrirse sin sobrealimentarse

Aumentar los alimentos con polifenoles (como frutas y verduras rojas o azuladas) ayuda a que los genes que más se expresen sean “los buenos”, los que ayudan a rebajar esa inflamación interna de bajo grado que tanto daña.

Pero la sobrealimentación, no dejar descansar al sistema digestivo, el abusar de grasas malas, hidratos refinados y azúcares deterioran las células, también las del sistema inmunológico.

La Ciencia nos aportará pronto otra manera de cuidarlo: científicos norteamericanos han creado una terapia que rejuvenece nuestras defensas y nos permite responder mejor ante virus y bacterias. Consiste en administrar unos anticuerpos que eliminan de forma selectiva las células madre dañadas del sistema inmunológico. Así, las sanas y fuertes pueden trabajar mejor.