Xavier Guix, psicólogo, sobre la necesidad de complacer a los demás: "Ser demasiado bueno no es bueno”

La bondad hacia los otros no es mala. Es un acto loable. El problema surge cuando esos actos de bondad se ponen siempre por encima de nuestros propios deseos y nos hacen ser infelices. El psicólogo Xavier Guix nos explica qué es la mala bondad y sus consecuencias. “No te querrán más, te utilizarán más.”

Pablo Cubí
Pablo Cubí del Amo

Periodista

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Chica de excursión ayudando

Las personas que quieren hacerse imprescindibles para los otros pueden tener un problema.

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Sed buenos. ¿Cuántas veces no habremos oído esta frase de niños de los padres, los profesores, los vecinos y en cualquier contexto. Nos educan en la bondad. Las religiones, las filosofías espirituales, cualquier tipo de ética parte de la base de la necesidad social de ser buenas personas.

También los neurocientíficos han subrayado los beneficios que aporta a la salud mental practicar la bondad. Aunque quizá no a cualquier precio. ¿Se ha de poner límites a la bondad? El psicólogo Xavier Guix cree que sí. No hemos de ser buenos siempre y en todo lugar con todo el mundo. Lo ha explicado en un libro titulado ‘El problema de ser demasiado bueno’.

Tarde y mal se aprende que por ser muy bueno no vas a conseguir que te vayan a querer más, que es lo que cada uno busca. Lo que haces es que te utilicen más”, asegura.

Cuál es el problema de ser bueno

Ser bueno no es un problema. El problema es ser demasiado bueno”, matiza el psicólogo. Este buenismo busca que nos aprecien, que nos tengan en cuenta. “Eso genera dinámicas en las cuales tú vas descuidándote de ti mismo. Pones por delante de ti a los otros”, ha explicado en una entrevista para Vilaweb.

De esta forma, privilegiando a los otros por encima de ti hace que con el paso del tiempo vayas desconectándote de tus propios deseos, de lo que quieres y de lo que tú eres.

Guix destaca un nuevo concepto: la mala bondad. La mala bondad es un término que expuso el también psicólogo Antonio Boliches: “Hay gente que es muy buena para los otros pero no lo es para sí misma.”

Por tanto, cuando no se es bueno para uno mismo se está practicando esta mala bondad. “Confirma la máxima, que más tarde o más temprano todos aprendemos, de que ser demasiado bueno no hace que te quieran más, sino que te utilicen más”, insiste Guix.

Qué consecuencias tiene la mala bondad

Este psicólogo apunta que hay cuatro patrones que son reflejo de esa mala bondad:

  • Obediencia excesiva: se refiere a la tendencia a cumplir con todas las demandas y expectativas de los demás, sin cuestionarlas, por temor a la desaprobación. Esta sumisión puede llevar a la pérdida de la propia identidad y autonomía.
  • Portarse bien siempre: implica un esfuerzo constante por complacer a los demás. Esta actitud busca evitar conflictos y ser aceptado, pero puede generar estrés y ansiedad.
  • Angustia por no ser suficientemente bueno: las personas atrapadas en este patrón se evalúan negativamente, sintiendo que nunca alcanzan el nivel de bondad esperado. Produce sentimientos de culpa y una baja autoestima.
  • Ira reprimida: al no expresar emociones negativas por miedo a dejar de ser considerados buenos, estas personas acumulan frustración e ira. Esto puede causar problemas de salud física y mental.

Algunos ejemplos de mala bondad

En la vida diaria encontramos ejemplos de todo tipo. Están aquellos que siguen una relación sin estar enamorados, por no romperle el corazón a la pareja. Personas que, sin ser felices, confían en que con el tiempo lo serán y acceden incluso a casarse y ser desdichadas.

Guix también menciona a los que sufren la pena culposa. “Aquellos que no tienen ganas de salir, pero les sabe mal por el otro y se fuerzan a acompañarlos”, dice.

También señala otro tipo de mala bondad: la de aquellos que buscan hacerse imprescindibles. “Es algo que veo más en las mujeres. Es convertirse en la mirada de los otros. ‘Ya sé lo que te conviene’, se dicen. Por tanto, me anticipo y voy ocupando tu espacio. Te compro algo que creo que necesitas, y obligas al otro a agradecerlo y corresponder, aunque no quisiera”, dice.

Cómo saber si soy demasiado bueno

Si te sientes identificado con lo dicho anteriormente, es una señal de que estás en el grupo de personas que han de aprender a poner límites a su buena predisposición. No siempre es fácil verlo.

El psicólogo Guix apunta una pista fundamental: si te causa sufrimiento. “Pregúntate si estás de acuerdo contigo mismo, si vives la vida que quieres”, dice.

No se trata de ser bueno sino de hacer el bien. Hacer el bien a veces implica no gustar a los otros. Un padre puede reñir a su hijo por su bien, pese a los reproches del niño.

Por último Guix recuerda el aforismo de Jesús: ama a los otros como a ti mismo. No dice que los quieras más. Dice igual que a ti. “Por tanto, tú también te has de querer”, concluye.