Tres hábitos estoicos para ser más felices, la filosofía milenaria que se ha puesto de moda: fáciles y rápidos de aplicar

El estoicismo ha sido simplificado hasta parecer una caricatura. Los estoicos dan algunas buenas herramientas para lidiar con los problemas de la vida y conseguir que seamos más felices. Por eso ahora las han recuperado grandes pensadores de la felicidad, que se aplican ellos mismos para vivir mejor.

Pablo Cubí
Pablo Cubí del Amo

Periodista

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Escaparate en verano

Ir a ver tiendas es uno de los consejos que te recomendará un estoico.

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Poco se habla de Filosofía al tratar los temas de salud mental y bienestar, cuando es uno de los estudios más importantes que hay al respecto. Porque los filósofos han sido desde hace miles de años los que han estudiado la raíz del pensamiento y el sentido de la vida.

Los filósofos no solo eran grandes pensadores haciéndose preguntas esotéricas sobre la existencia de Dios o el origen del mal. Estudios como la lógica que hoy se aplican en la informática, tienen su base en los estudios de filosofía. Las escuelas de filosofía también son la base de casi todos los análisis que los científicos hacen hoy sobre el bienestar y la felicidad.

Una de las escuelas más importantes de la antigua Grecia es la de los estoicos. Hoy, la simplificación nos ha llevado a equiparar el estoicismo a simplemente aguantar los golpes de la vida sin quejarse. Sin embargo, el estoicismo es mucho más que eso. Nos da herramientas muy importantes para aprender a vivir mejor y ser más felices.

 Qué nos enseñan los estoicos

Los estoicos dividen las emociones en dos grupos: las negativas o destructivas y las positivas o constructivas. La rabia o el miedo estarían entre las emociones negativas, y el amor, la alegría o el sentido de la justicia se englobaban en las positivas.

La filosofía de los estoicos se basaba en intentar cambiar las negativas en positivas. No las niega ni rechaza, busca transformarlas. “Lo que intentan los estoicos es cambiar ese espectro emocional que experimenta una persona normal”, explica el profesor Massimo Pigliucci, de la Universidad de Nueva York.

La base de los estoicos es que tenemos que vivir conforme a la naturaleza. Lo que no significa que hayas de vivir desnudo en medio del campo. Lo que se plantean es qué lugar ocupamos en la Naturaleza. Todos los seres vivos se conforman según su naturaleza. Un león que caza o una planta que busca el sol actúan así porque está en su naturaleza. ¿Y nosotros qué tipo de organismo somos?

Según los estoicos, la naturaleza de los seres humanos es que somos sociales y tenemos la capacidad de racionalizar”, enseña el profesor Pigliucci. Podemos vivir solos, pero solo prosperamos realmente cuando nos interrelacionamos y actuamos juntos. Y no siempre tenemos razonamientos buenos, pero es a través de la razón que avanzamos.

Cómo nos pueden aportar felicidad

Por eso propugnaban que una buena vida es la que aplicamos la razón para mejorar la sociedad. Ellos distinguían lo que está bajo nuestro control: nuestras opiniones y acciones. Frente a eso está lo que no controlamos: los acontecimientos del mundo.

Apuestan por actuar en aquello que podemos controlar, lo que está razonablemente a nuestro alcance. Eso consigue que la persona reduzca su estrés ante los grandes retos mundiales, como el cambio climático o las guerras.

Si mejoramos como personas estaremos mejorando la sociedad, y si mejoramos la sociedad nos estaremos mejorando a nosotros mismos”, razona este experto, en una lección en el programa Aprendemos Juntos.

Tres buenos hábitos del estoicismo

Para ser mejores personas hemos de intentar cambiar las emociones negativas que mencionábamos al principio. Esas emociones destructivas son el resultado de una percepción del mundo errónea. Debemos controlar esas pulsiones. “Nadie quiere estar enfadado y odiar todo el tiempo. Hemos de ir cada vez más hacia el amor y la alegría”, dice.

El profesor Pigliucci, que se considera un estoico actual, propone una forma estoica que le resultan útiles para tener una vida más feliz:

  • Ve de tiendas. Entra en todas y cada uno de un centro comercial y no compres nada. Verás cuántas cosas hay que no necesitas. Te ayudará a relativizar el impulso comercial, que solo trae frustración e infelicidad.
  • Ve a un cementerio. Recuerda que morirás. Pensar en la muerte te ayuda a relativizar todo lo que te pasa en la vida. Nos obsesionamos con estar jóvenes, pero acabaremos envejeciendo. Por eso es mejor recordar que también morirás y asumirlo. Eso no es deprimente. Es entender que forma parte del proceso y te ayuda más a disfrutar que estás vivo. Este profesor pasea a veces por un cementerio y mira las lápidas.
  • Lleva un diario. Asegura que es el ejercicio más útil que hace. Los diarios tienen mucha historia detrás. Los grandes pensadores los han llevado. El profesor Pigluicci ha seguido las instrucciones de otro gran pensador: Séneca.

Cómo escribir tu diario

Seneca recomienda que escribamos por la noche, cuando la casa está en silencio, nos sentemos en un sitio tranquilo”, describe. Seneca recomendaba que en el diario nos contestemos cada día a tres preguntas:

  • ¿Qué he hecho mal hoy? El objetivo no es fustigarse. Es aprender de la experiencia. “Para los estoicos el pasado está fuera de nuestro control, no tiene sentido arrepentirse”, recuerda este profesor. No vamos a aprender nada solo lamentándonos. Pero sí analizándolo como lección.
  • ¿Qué he hecho bien? Hay dos motivos para preguntarse eso. Uno es que el refuerzo positivo que nos damos siempre es agradable y nos da bienestar. El otro motivo es que se contrapone a lo que hemos hecho mal. Nos da perspectiva para comparar y acercarnos cada vez más a las cosas bien hechas y alejarnos de los errores.
  • ¿Qué podría haber hecho de un modo diferente? Aquí es donde vamos a intentar analizar cómo podríamos haber actuado ante los errores que hemos cometido. Es aquí donde expondremos la lección útil que entresacamos de nuestras equivocaciones.

Según el profesor Pigliucci, en la vida hay menos variedad de la que creemos y cometemos muy a menudo las mismas equivocaciones. Dejar constancia de ello nos servirá para intentar no volverlo a hacer.

Por qué ha vuelto el estoicismo

El estoicismo se remonta a tres siglos antes de Cristo en Atenas. Su primera gran figura es Zenón, un comerciante chipriota, que llegó a Atenas y quedó impresionado por las escuelas filosóficas. Tras estudiar allí empezó a proponer sus propias ideas en una zona del mercado llamada la ‘stoa’. De ahí que sus seguidores se llamaran ‘estoicos’.

Igual que el budismo, confucionismo o el judaísmo, son milenarias y tienen igual vigencia. La mayoría de escuelas filosóficas que aparecieron en Grecia lo hicieron en apenas cien años. Fue cuando se rompió el imperio de Alejandro Magno.

En esa época el mundo mediterráneo entró en caos. Su mundo se resquebrajaba y muchos pensaron qué sentido tenía todo. Es lo mismo que tenemos ahora. “Estamos en una época complicada, de incertidumbre, en la que buscamos formas de pensamiento que nos ayuden a encontrar un apoyo”, explica este profesor.

A él le fue muy útil entrar en el estoicismo, cuando entró en la crisis de los 40. Era doctor en Genética y Biología Evolutiva y la forma de intentar ser una versión lo mejor posible de sí mismo le ayudó mucho.

El estoicismo te pide que mejores en lo posible la sociedad, mejorando en lo posible la vida de los que te rodean. Pero algunos han creído que consiste en hacer duchas frías. Eso es un malentendido. Los estoicos sí aconsejan una ducha fría un día, para que te acuerdes de lo agradecido que debes estar por tener agua caliente en invierno. Pero eso no es practicarlo a menudo.

Tu meta en la vida debería ser ayudar, no hacerte rico. “Si tu meta es ser rico, famoso, poderoso, cosas así, ya vas por el mal camino”, añade Pigliucci.