La intuición es un tipo de racionamiento complicado desde un punto de vista científico, puesto que no se basa en un análisis verificable. Sin embargo, la ciencia admite que existe y que ha demostrado ser útil y fiable en contextos en los que no tenemos suficientes datos para comprender o percibir algo o en los que no hay tiempo suficiente antes de la toma de decisiones.
Esa capacidad, llamada sexto sentido, sentirlo en las tripas, pálpito o corazonada, no deja claro de donde viene. Los nombres inducen a pensar que el corazón o las neuronas que pueblan también el sistema digestivo son las que lo conducen. Los neurocientíficos consideran que se basa en una unión compleja de pensamientos inconscientes.
El saber popular establece que las mujeres son más intuitivas porque tienen mayor capacidad de ampliar el abanico de detalles. Ellas mujeres tienen un cerebro con mayores interconexiones entre los dos hemisferios. Eso permite mayor comunicación entre el hemisferio izquierdo, que se relaciona más con la razón, y el derecho, que se atribuye más pensamiento creativo.
También se considera que las personas mayores, con más experiencia, tienen más ventaja en este tipo de predicciones intuitivas. “Más sabe el diablo por viejo que por diablo”, según el dicho. Los psicólogos y psiquiatras parecen estar de acuerdo.
Qué factores explican la intuición
Las teorías con más consenso señalan que la intuición se nutre de conocimientos que no tenemos localizados en ese momento en nuestro razonamiento. Esos pensamientos podrían ser:
- Pensamientos no verbales. Conocimientos que no hemos llegado a verbalizar y que, por tanto, no hemos transformado en análisis coherente.
- Emociones. La emoción es un poderoso marcador de decisiones. Muchas veces nos empujan en una dirección sin llegar a ser conscientes de ello. Se nos mete por los sentidos.
- El cerebro primigenio. Son conocimientos que saldrían de la parte de nuestro cerebro más primitivo, la que nutre nuestro instinto de supervivencia.
- Recuerdos ‘olvidados’. Las experiencias que podamos tener del pasado y que creemos olvidadas podrían influir de alguna manera sin que el pensamiento racional lo sepa.
Por qué los mayores tienen ventajas
Si damos especial importancia a los recuerdos no conscientes como base de la intuición está claro que los mayores salen ganando. Lo ha admitido el profesor Javier López, catedrático de Psicología de la Universidad CEU San Pablo: “Evidentemente, en este sentido los mayores tienen ventajas sobre los demás”, apunta en declaraciones a La Vanguardia.
Además, la intuición se convierte en un mecanismo mucho más útil para ellos. Conforme cumplimos años, perdemos en algunas capacidades mentales, como la velocidad de procesamiento o la memoria de trabajo, que nos permite abarcar varios temas a la vez. En este contexto, muchos mayores lo compensan recurriendo a la intuición.
La intuición también es una herramienta mental que se ejercita y que puede mejorar cuando la utilizamos más a menudo. Estimulando esas áreas que se activan en la intuición (recuerdos, inteligencia emocional, pensamientos no verbales), se contribuye a una toma de decisiones más efectiva.
La psiquiatra Patricia Gracia, especializada en geriatría, coincide en que las personas con amplia experiencia vital positiva y que han aprendido a gestionar sus emociones están mejor preparadas para ser intuitivos. Los mayores suelen ser más tranquilos y sosegados. Esa calma ayuda a una intuición mejor.
Qué factores juegan en su contra
No obstante, no se puede generalizar ya que hay otros factores que debemos tener en cuenta. La presión social y cultura a la que nos vemos sometidos pueden influir en la toma de decisiones. En culturas como la japonesa, que se aprecia más la veteranía, tiene más libertad de expresas esta intuición. Sociedades como la nuestra, que da más valor a la juventud, su opinión puede verse constreñida.
La psiquiatra Gracia apunta que “cuando las vivencias son traumáticas, pueden tener un impacto negativo y dificultar la tomas de decisiones intiutivas”. Otro factor que juega en su contra es que los mayores suelen tener más seguridad en sí mismos. Ese exceso de seguridad puede jugar en su contra.
El escritor canadiense Malcom Gladwell, experto en toma de decisiones, coincide en que la intuición aporta decisiones acertadas a partir del momento en el que la persona ha acumulado suficiente experiencia sobre un campo específico.
Sin embargo, los juicios pueden fallar si están basados en prejuicios o experiencias erróneas. Una personas mayor con ideas muy arraigadas y poco dispuesto a variar de opinión, puede ser más propenso a confiar en patrones que no siempre se ajustan a la nueva realidad.
La psiquiatra Gracia incide en esto y precisa tres tipos de desviaciones que pueden hacer errar la intuición y que son más comunes en la vejez:
- Sesgo de confirmación: solo acepta las ideas que confirman sus opiniones previas.
- Sesgo de representatividad: se dan juicios sin información suficiente e ignorando las otras posibilidades.
- Sesgo de anclaje: confiar en exceso en la primera impresión y dificultad para cambiar luego de idea.