Headspace: el método de desintoxicación mental para pensar en positivo y ser feliz

Si vacías tu mente de pensamientos basura serás capaz de analizar mejor las cosas y enfocar soluciones positivas. Es la base del headspace, una técnica basada en el zen que gustará incluso a los que no les va lo de sentarse y meditar, porque su práctica es otra.

Pablo Cubí
Pablo Cubí del Amo

Periodista

Actualizado a

mujer pensativa en el parque
ISTOCK

Nuestro cerebro tiene mecanismos que no son muy diferentes de los que encontramos en un ordenador. Lo llenamos de información que se acumula sin servirnos. Lo único que hace es crear ralentizar nuestros pensamientos y distraernos del trabajo principal.

A medida que acumulamos años de experiencias o simplemente pasamos una etapa especialmente estresante de actividad, nuestro cerebro va a sufrir más y más. Vamos a pensar peor y tomar decisiones erróneas. Por eso está ganando importancia, especialmente en el mundo laboral, saber gestionar pensamientos y emociones.

No podemos borrarlas con un ‘reset’ y poner el cerebro a cero, igual que tampoco lo haríamos con el ordenador, porque perdemos datos esenciales. Pero hay otras maneras de “ganar espacio mental”. Una de las más sorprendentes y exitosas es el headspace.

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En qué consiste el headspace

Seguramente ya has leído muchas veces lo buena que es la meditación, el yoga y otros métodos de respiración consciente para mejorar la salud mental, reducir el estrés y centrar nuestros pensamientos. Este método del headspace triunfa porque demuestra que se pueden conseguir objetivos similares sin necesidad de sentarse en silencio a respirar.

No te vamos a mentir. La base del método sigue siendo la focalización de pensamientos. Tienes raíces en la meditación zen. Pero el planteamiento que hace es muy diferente. Uno de los errores que se comente en este tipo de técnicas es que te piden que pares y focalices cuando tu cerebro va a tope, muy disperso en mil cosas.

No puedes ir a cien por hora y parar de golpe. Tu cerebro tampoco puede hacerlo. Por eso la propuesta del headspace es buscar mecanismos con los que avanzar en esa limpieza de pensamientos tóxicos o recuerdos basura con otro tipo de introspección.

Vamos a meditar, sí. Lo vamos a hacer mientras hacemos otras tareas que lo hagan más fácil. Casi sin darte cuenta de que lo que estás haciendo es meditación. Has de usar y trabajar la cabeza. Eso es inevitable. Igual que no vas a poder entrenar los músculos sin ejercitarlos. Cualquier otra cosa que no implique esfuerzo es un engaño.

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Cuatro técnicas para limpiar la mente

Para ganar espacio mental, la coach Beatriz Arias, especialista en liderazgo y promotora del headspace, propone cuatro posibles ejercicios:

Volver a escribir.

Si no eres escritor, como el que esto suscribe, puede que lleves tiempo sin escribir. Escribir no para enviar un whatsapp o responder brevemente a un correo. Escribir en el sentido de explicarte la vida, como hacíamos antes de la conexión constante y global que trajo internet y el móvil.

Si escribes un diario o apuntas cosas cada día en un blog vas a poder ayudar a organizar tu mente. Vas a repasar lo que ha pasado en tu día, qué ha sido importante. Darás prioridades. Apuntarás en qué has de focalizar los próximos días. De ti depende hacerlo a la antigua, a mano, o en un ordenador (en el móvil no es cómodo si no eres de la generación Z). A algunas personas, el escribir con bolígrafo, al ser un proceso más lento, les ayuda más.

Ten conversaciones difíciles.

Hay veces que no hablamos para no empeorar las cosas o para evitar problemas. Esa técnica del avestruz rara vez es útil. Los problemas no suelen resolverse solos. Se pudren y es peor. No procrastines, no dejes para mañana lo que puedes resolver hoy.

Hablar las cosas abiertamente con la otra persona os ayudará a afrontar el problema. Las conversaciones genuinas contribuyen a mejorar la comunicación, a sacar aquello que nos intoxica el cerebro (“nos corroe por dentro”). Háblalo, pero sin gritos, sin peleas. Intenta ponerte en el lugar del otro.

Haz visualización creativa.

Esta técnica consiste en crearte una película en tu cabeza. Imaginar dónde te gustaría verte en un futuro. Intenta hacer esta visualización lo más realista posible. Pon detalles. Dedícale tiempo. Esa conexión con el futuro deseado es muy útil. Te da un propósito claro.

Recupera esas visiones en cada ocasión que tengas un tropiezo en la vida. Cuanto más claramente lo hagas, más útil te será levantarte y seguir adelante. Los pensamientos catastrofistas y tóxicos quedarán arrinconados por ese foco de luz que se abre ante ti.

Sigue una vida saludable.

Come sano, haz ejercicio, disfruta con los familiares y amigos y duerme al menos siete horas. No has de ser un genio para saber que eso le conviene a cualquiera. Lo que muchas veces olvidamos es que esos pilares del estilo de vida saludable también lo son de la mente sana.

No vas a poder trabajar bien el aspecto mental si estamos dando de comer a nuestro cerebro energía sacada de comida basura. Nuestro cerebro es el órgano del cuerpo que más energía consume. Esa energía hemos de poder extraerla de fuentes que no nos hagan daño.

Y el cerebro también necesita oxígeno. Dale aire puro. Pasea por la naturaleza. Eso es tanto o más importante que sentarte a meditar. Cuida tu sistema cardiovascular para que ese oxígeno se desplace bien de los pulmones al cerebro.

No es una técnica de móvil

El impacto del headspace abarca diversos aspecto de la vida. Una vez que sueltas todo aquello que drena tu energía, te servirá para construir tus próximos pasos”, recalca Beatriz Arias.

Una aclaración. La terminología “headspace” se utiliza en diversos ámbitos. Por ejemplo, hay una aplicación de móvil muy popular que se llama así y que propone técnicas de meditación. No tiene nada que ver con este método.

También en plataformas, como Netflix, ofrece programas para liberar la mente basado en headspace. No son exactamente lo mismo, aunque el objetivo final sí lo es.

Cada uno puede llegar a buscar la focalización y la liberación de su mente de maneras distintas. Creemos que las cuatro técnicas que te traemos aquí son más que suficientes para al menos empezar a dar pasos en la buena dirección. Una vez iniciado, quizá probar técnicas de meditación más profundas, como el zen, te serán más útiles. Todo es cuestión de probar.