Arthur Brooks: “La vida se parece mucho a navegar. Necesitas una dirección clara, pero también aceptar que el viaje no seguirá una línea recta”

La vida no es predecible. El catedrático Arthur Brooks, especialista en felicidad, nos da unos sabios consejos para que sepamos orientarnos y no desesperarnos si se tuerce ese rumbo o lo llevamos en una dirección equivocada.

Pablo Cubí
Pablo Cubí del Amo

Periodista

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chica en embarcadero

La vida se parece mucho a navegar y has de saber que habrá giros en el rumbo.

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En navegación hay un concepto que se llama línea de rumbo. Se trata de un término náutico que define la ruta de navegación en línea recta. A veces no es la más corta (los vientos o la curvatura de la tierra pueden alargarla), pero es la más sencilla de seguir debido a su dirección constante.

El catedrático de Harvard Arthur Brooks ha utilizado esta línea de rumbo como metáfora de la vida para explicar de forma muy gráfica cómo podemos lidiar con los cambios que nos surgen.

El profesor Brooks enfatiza que la vida no es predecible, que el cambio es inevitable. El lugar de resistirse a este cambio, sugiere aceptarlo y adaptarse. Los marineros lo saben muy bien porque es lo que hacen cada día que se embarcan.

Afronta la vida como en un barco

La línea de rumbo es la dirección náutica en línea recta hacia una objetivo concreto”, explica este experto en filosofía de vida y felicidad en un vídeo reciente que ha compartido en sus redes sociales. “Como navegante no vas a poder avanzar a menos que tengas claro ese objetivo: el lugar a donde te quieres dirigir.

Un buen marinero sabe perfectamente que no siempre va a poder llegar en línea recta. Pueden pasar un montón de cosas. De hecho, pasan. “Se va a presentar una tormenta. A lo mejor te puede interesar echar un vistazo a algo y pones el barco en otra dirección, aunque sea brevemente. Y puede que ese giro sea un error”, enumera Brooks.  

Si estás tan obcecadamente apegado a tu objetivo inicial, ese destino se convierte en una necesidad, un término opuesto a una dirección. “Ese apego te chupa la vida y la diversión de lo que estás haciendo.”

El secreto de vivir es tener todo tipo de intereses y objetivos. De esta manera progresas sin estar atado a un solo destino. “Y puedes disfrutar del viaje. Esta es la diferencia entre destinos y necesidades”, añade Brooks.

Cambiar es necesario, sufrir no lo es

Brooks no es la primera vez que utiliza la navegación como metáfora del proyecto vital. Precisamente salir sin rumbo también es una de las ideas que desaconseja. “Una vida sin propósito es como un barco a la deriva”, ha dicho en alguna ocasión.

Hemos de buscar metas, posibles puertos a lo que llegar. Las metas, tanto a nivel personal como profesional nos brindan esa dirección inicial que mencionaba en el vídeo.

Lo que enfatiza es que no podemos dejarnos sucumbir por los cambios que se produzcan. “El cambio es inevitable, el sufrimiento es opcional.” Hay que aceptar el cambio y adaptarse.

Brooks, por tanto, es partidario de que tomemos riesgos y otros caminos. La felicidad no consiste en evitar cualquier dolor o dificultad. Sin ese riesgo mínimo, sin ese salir de la zona de confort, no podremos conseguir el crecimiento personal y el propósito.

Crece también como marinero

Brooks también señala la importancia de que sepamos envejecer a medida que avanzamos en esa navegación por la vida. No eres exactamente la misma persona que se embarcó solo en la vida con veinte años. No intentes mirar atrás e intentes volver a ser ese chico.

Hay que mirar hacia el futuro con aceptación de los retos que nos llegan en esas nuevas etapas. Hay que adaptarse. Esa es la base. Brooks da cuatro consejos finales para esa navegación feliz por la vida:

  • Convierte las debilidades en fortalezas. Los obstáculos son oportunidades disfrazadas. Aprende de los errores y usa los cambios a tu favor.
  • Céntrate en lo importante. Al navegar podemos encontrarnos muchas distracciones. Focalízate en las que pueden alterar mucho tu rumbo o hacer que te detengas. No pierdas tiempo y energía en nimiedades.
  • Sé compasivo. La compasión es sentir algo por otra persona, a diferencia de la empatía que es sentir algo con el otro. Brooks recomiendo ser empático, pero sobre todo ser compasivo. “Las personas compasivas son como los marines: tienen la misma probabilidad de sentir dolor que cualquier otra persona, pero son capaces de soportarlo y ayudar”, dice.
  • Embarca a unos elegidos. No por viajar con mucha gente el viaje será mejor o más plácido. Crea conexiones fuertes y estrechas con unos pocos y comparte con ellos tu viaje. Brooks da prioridad a las relaciones como base de la vida feliz. Por eso hemos de saber bien con quien entablamos esas relaciones.