5 hábitos simples para meditar en la ducha y afrontar el día con calma

Una mente relajada es una mente clara, lúcida y resolutiva. En definitiva, lo que necesitamos para movernos con confianza en el día a día. Así, puedes conseguirlo fácilmente.

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Eva Carnero

Periodista especializada en bienestar y nutrición

Actualizado a

DUCHA

Meditar en la ducha es una excelente manera para cuidar de la salud mental.

ISTOCK

Cada vez hay más estudios que confirman los efectos positivos de la meditación. Una práctica milenaria y habitual en latitudes más orientales y que, poco a poco, está tomando arraigo aquí, en Occidente. Este fenómeno se debe, sobre todo, al yoga, y a su rápida expansión. Y es que, esta disciplina está íntimamente relacionada con la meditación. De hecho, lo habitual que las sesiones de yoga empiecen o terminen con unos 10 o 15 minutos de meditación guiada por el instructor. 

Cuando se lleva a cabo al inicio de la clase, la idea es desconectar de los problemas del día a día, y "entrar" en la clase conectando con nuestro interior, mientras que los instructores que la introducen en los últimos minutos de la sesión, lo hacen con el fin de afianzar todos los efectos que se han generado con la práctica de las posturas (asanas) a lo largo de toda la sesión. Es una manera de interiorizar la clase y aprovechar todos sus beneficios.

La duración mínima de una meditación suele ser de unos 10 minutos, ya que se necesita al menos ese tiempo para calmar la mente y obtener los beneficios asociados a la meditación. A partir de ahí, por supuesto, se pueden ir haciendo meditaciones más prolongadas, pero es mejor ir poco a poco, ya que no se trata de una tarea tan sencilla como pudiera parecer en un principio. 

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Esos diez minutos a los que hacíamos referencia como la cantidad de tiempo habitual para una meditación, se pueden llevar a cabo prácticamente en cualquier sitio. Lo importante a la hora de escoger un espacio para meditar son las condiciones que lo acompañan. Así, los expertos aconsejan buscar un lugar tranquilo, donde sepas que nada ni nadie te va a interrumpir en los próximos 20 minutos. Puede ser el dormitorio, el salón, la cocina... o cualquier otro lugar, como por ejemplo, el cuarto de baño, en concreto, la ducha.

Es interesante señalar que al meditar en la ducha, no solo estamos haciéndolo en un lugar reservado y tranquilo, también estaremos sumando el hecho de que estamos disfrutando de una actividad relajante y placentera, lo cual, sin duda le agrega beneficios a la meditación y los potencia.

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Meditar en la ducha en cinco pasos

Aunque el objetivo de todas las meditaciones, sean del tipo que sean, siempre es el mismo (acallar las fluctuaciones de la mente), también es verdad que cada una de ellas sigue una pautas específicas. En el caso de las meditaciones en la ducha, los expertos señalan estos cinco pasos para convertir una actividad rutinaria como es la ducha, en algo consciente y efectivo para la salud mental.

  1. Respira lenta y profundamente antes de entrar en la ducha. Esos minutos previos son imprescindibles para comenzar a preparar la mente. Inspira y exhala despacio, de manera consciente y con el diafragma. Así, tus pensamientos dejarán de centrarse en los problemas del día a día. 
  2. Entra en la ducha. Centra tu atención en la temperatura del agua, en el olor del jabón, incluso, en su textura. Sé muy consciente de las sensaciones que la ducha te ofrece. Suele pasar que los pensamientos irrumpen en tu mente, expulsándote de "tu momento". Cuando esto ocurra, déjalos correr, no te aferres a ellos. Simplemente, no les prestes atención. Al hacerlo, desaparecerán. Lleva tu atención a la meditación.
  3. Presta atención a las sensaciones. Avanzamos en la meditación un peldaño más. Pon el foco en la información que reciben tus sentidos, es decir, en el agua cayendo por tu cuerpo, la temperatura, el sonido... Enjabónate al mismo tiempo que te das un pequeño masaje, tanto en el cuerpo como en el cuero cabelludo. Aclárate sintiendo cómo el agua arrastra la espuma de tu piel, cómo se van las toxinas y los malos pensamientos. Imagina que por el desagüe, además del agua, se van los pensamientos negativos. No te olvides de respirar conscientemente, con inhalaciones y exhalaciones lentas y ventrales.
  4. Cuida tu cuerpo al salir de la ducha. Continúa focalizando tus pensamientos en las sensaciones. Ahora toca fijarse en el contacto de los pies en la alfombrilla. A continuación, coge una toalla y seca tu cuerpo e hidrátalo, si puede ser con una crema o un aceite con un aroma agradable.
  5. Repasa tu estado interior. Una vez fuera de la ducha, es el momento de comprobar cómo estás, o más concretamente, cómo está tu mente. ¿Te sientes tranquila? ¿Aprecias algún cambio significativo? En general, ¿dirías que te sientes mejor después de la meditación en la ducha, igual o peor? Las preguntas y sus respuestas son parte de la meditación. No te preocupes si crees que no te sientes mejor. Aprender a meditar lleva su tiempo, ya que una cosa es disfrutar de sus efectos relajantes, y otra distinta es ir más allá y experimentar los beneficios de la meditación para la salud mental.