El alcohol ha sido y sigue siendo uno de los principales problemas en el desarrollo de nuestros adolescentes. Las cifras oficiales indican que el alcohol es la principal droga que toman nuestros jóvenes.
En España este problema es especialmente significativo, puesto que el alcohol está muy establecido en nuestras costumbres sociales. El consumo habitual de los padres relaja el control e incluso incentiva el consumo de los menores.
Los datos del Ministerio de Sanidad son elocuentes. El último informe, de este mismo 2024, apunta que un 30% de menores de entre 12 y 13 años ya ha tomado alcohol en algún momento. A los 15 beben semanalmente.
Y que más del 28% de los adolescentes de entre 14 y 18 años se han dado un atracón de alcohol: lo que se conoce como binge drink (cuatro copas o más en menos de dos horas).
Cómo afecta la borrachera a los adolescentes
Los efectos de la borrachera en el cerebro no son buenos para nadie. En el caso de los adolescentes es incluso peor porque estamos hablando de un cerebro en desarrollo, y que puede ver entorpecidas sus capacidades. Unos efectos que afectan de modo inmediato y que pueden tener también repercusiones a largo plazo.
Es lo que acaba de poner de manifiesto un estudio llevado a cabo bajo la dirección de la Universidad San Pablo, de Madrid. Investigadores de la facultad de Farmacia han podido describir una de las claves de la afectación del alcohol.
Se sabe que el alcohol altera las capacidades de atención y respuesta. También que podía tener efectos en la memoria y el aprendizaje. Estos investigadores han visto que la clave está en unas redes, llamadas redes perineurales. Estas redes, que envuelven a las neuronas, disminuyen.
“Sin esta matriz las neuronas pueden ser más vulnerables a los efectos tóxicos del alcohol. Podría ser la causa de la gran pérdida de neuronas, que se ha relacionado con problemas cognitivos a corto y largo plazo”. Lo ha explicado el catedrático Gonzalo Herradón, director del estudio.
Los botellones son más perjudiciales
La investigación también ha puesto en evidencia que el consumo intermitente que hacen la mayoría de estos jóvenes es el más perjudicial. Es decir: beber una o dos veces por semana en unas cantidades muy altas, el famoso botellón.
Tomar cinco copas los chicos o cuatro las chicas en un intervalo de dos horas ya se considera un atracón de alcohol. Y estos atracones intermitentes “es el consumo más dañino que existe, puede provocar daños a largo plazo e incluso irreversibles”, enfatiza el profesor Herradón. Más que aquellos que toman alcohol de forma diaria pero en cantidades más pequeñas, como una o dos cervezas.
Eso sí, el profesor insiste que cualquier cantidad de alcohol es dañina para el cerebro. No hay un consumo saludable. Tampoco hay una edad mejor. Es peor para los adolescentes, pero el daño acumulativo del alcohol en nuestras neuronas a cualquier edad es significativo.
El alcohol puede acabar en demencia
Ese daño que se empieza a notar en el cerebro adolescente puede continuar en el cerebro adulto o tener repercusiones en el cerebro adulto incluso si se ha detenido su consumo. De ahí la importancia de concienciar a los jóvenes.
El consumo de alcohol es la primera causa prevenible de la demencia y los problemas cognitivos de los mayores. “Es razonable suponer que si consumimos alcohol en la etapa vulnerable de la adolescencia, se acelerará el proceso”, apunta el profesor Herradón.
Esto es así porque el consumo de alcohol también provoca una respuesta del sistema inmunitario activando procesos de inflamación que dañan las neuronas. Según explica Gonzalo Herradón, "la inflamación ataca a los llamados progenitores neuronales, que abundan en el cerebro adolescente. Son como células madre que se encuentran en espera de convertirse en neuronas”.
Si disminuimos las reservas de los progenitores neuronales pronto en la vida, el mecanismo de defensa contra el envejecimiento queda mermado.En estas circunstancias, las enfermedades neurodegenerativas aceleran su aparición.
Afecta a la maduración del cerebro
Enfoquemos el otro problema. El alcohol actúa sobre un cerebro especialmente vulnerable.
El cerebro es el órgano que tarda más en madurar. Hasta los 21 años o incluso los 24 años no está plenamente desarrollado. En este periodo todo tipo de drogas, empezando por el alcohol, pueden hacer que madure mal, que sea menos estable y que aumente el riesgo de trastorno mental.
Un estudio previo de la Universidad de Oxford ha demostrado que cualquier cantidad de alcohol afecta a la materia gris y a la sustancia blanca del cerebro. El estudio concluye que cuanto más alcohol se consume, menor es el volumen del cerebro. Y a menos volumen mayor riesgo de demencia en la edad adulta.
Por poner un rayo de esperanza, el equipo que dirige el profesor Herradón también han descubierto que hay una proteína que puede ayudar a proteger el cerebro de los daños del alcohol. “Es posible prevenir o atenuar los daños, pero no revertir los que ya se han producido”, aclara el catedrático.
Se está investigando sintetizar esta proteína y crear medicamentos con ella. ¿Una futura defensa contra los daños del alcohol? Podría ser. Aún falta tiempo de investigación. La mejor solución ahora y siempre es abstenerse de su consumo.