Ha tenido que crecer toda una generación para darnos cuenta de que estábamos dejando entrar a un peligroso enemigo en casa: internet. Los juegos en línea o las redes sociales nos han estallado demasiado tarde, cuando los médicos y psicólogos han empezado a advertir que crecen exponencialmente los trastornos psiquiátricos en adolescentes y los casos de adicción a las pantallas.
Estos avisos van unidos a nuevas evidencias de que efectivamente los juegos y las redes pueden ser muy adictivas y que suponen un peligro para la salud mental si no se controla adecuadamente en cada etapa. Una de estas evidencias científicas la acaba de ofrecer un estudio del University College de Londres, después de revisar varias investigaciones sobre el cerebro.
Así cambia el cerebro del adicto a internet
Los investigadores han repasado las resonancias magnéticas del cerebro que se habían hecho a jóvenes de entre 10 y 19 años y que habían sido diagnosticados por adicción a internet y a las pantallas.
La resonancia magnética es una técnica de diagnóstico que, utilizando ondas de radio, permite crear imágenes detalladas de los órganos del cuerpo. Como no es dañina, también permite observar el cerebro en detalle. Nos permite detectar hemorragias, tumores o enfermedades como el alzhéimer.
Comparando los cerebros de estos jóvenes adictos con los cerebros de otros adolescentes de su edad, se han constatado diferencias muy significativas, en áreas que afectan a su comportamiento y desarrollo:
- Cambios en la zona de control ejecutivo: la que se activa cuando realizamos actividades mentales complejas, como planificar actos o controlar nuestro comportamiento.
- Cambios en la zona cerebral vinculada con la atención y la zona de recompensa, donde se segregan las hormonas de deseo y gratificación.
- Los jóvenes también tienen menos conexiones neuronales en el lóbulo parietal izquierdo, exactamente el mismo cambio que se ha detectado en las personas adictas a las drogas.
Cómo afectan estos cambios
Nuestro cerebro es muy complejo y los neurólogos aún están lejos de comprender todos los mecanismos y conexiones que se producen en nuestras neuronas. Se limitan a ver cómo se estructuran y qué cambia en nuestro comportamiento o pensamiento cuando esa estructura varía. Por eso, hay que ir con pie de plomo al analizar estos cambios cerebrales.
Según los científicos del College, se ven afectadas las conexiones que permiten tener un mejor control tanto mental como emocional. Se pierde actividad en la corteza prefrontal, que es la parte justo detrás de la frente y donde se concentra el pensamiento consciente.
“Estos cambios muestran por qué tienen dificultades para mantener relaciones sociales o sufrir trastornos de sueño y de alimentación”, explicaba el neurólogo Max Chang, coautor de la investigación.
Los efectos de la adicción a las pantallas son especialmente significativos en los adolescentes, no solo porque son nativos digitales que han nacido ya con ellas, sino porque su cerebro está en pleno desarrollo y es mucho más vulnerable.
Cómo evitar esta adicción
Las autoridades públicas ya están tomando medidas para frenar en lo posible este problema. Se está presionando a las empresas tecnológicas para que pongan más filtros a sus contenidos y dejen de ser tan adictivas. Pero no hemos de confiar en las instituciones y delegar toda la responsabilidad a ellos.
Será difícil y complicado poner coto a todo internet. Por eso es responsabilidad de los padres y tutores limitar desde ya el uso de pantallas. Incluso si tenemos que revocar privilegios que ya tenían. Un niño de doce años conectado permanentemente al móvil tiene un riesgo muy alto de tener problemas. Y no hemos sido conscientes hasta ahora.
¿Qué podemos hacer? Eso es lo que aconsejan los expertos:
- Limitar el uso. Establecer horarios, según la edad. Si no le dejas estar dos horas comiendo chocolate, no le dejes cuatro jugando en el ordenador a los diez años. Ofrécele alternativas de niño. Cuando llega a la adolescencia y es menos controlable, hemos de ser rígidos. Sigue siendo menor. Es nuestra responsabilidad.
- Supervisar el contenido. Hay que darle su espacio, pero pactar qué puede ver. Las autoridades ahora exigirán mayor control parental de contenidos. Infórmate y haz uso de esta herramienta. La mayoría de móviles ya la tienen.
- Hablar con ellos. Explícale todos los riesgos que hay. Ha de conocer que el scroll infinito, el pasar vídeos sin parar, crea adicción y hasta su creador ha repudiado su invento.
- Buscar apoyo. Intenta que los padres de sus amigos te apoyen y colaborar para que hagan en grupo otro tipo de actividades. En la adolescencia los amigos son muy importantes. Fomentemos esas relaciones directamente y no a través de las redes.