La especie humana nace bastante desprotegida comparada con otros mamíferos. No podemos caminar, nuestra piel es muy tierna y dependemos completamente de nuestros padres para sobrevivir. ¡Suerte que ya no tenemos depredadores al acecho!
Más tarde, las ventajas que disfrutamos son evidentes y el cerebro nos convierte en poderosos, gracias sobre todo al desarrollo de avances técnicos. Pero existe un periodo crítico en nuestra vida: la adolescencia.
Una etapa de descubrimiento
La adolescencia es un lapso temporal complejo donde muchas veces hay tensiones con la familia. Es un momento importantísimo para nuestros hijos porque están empezando a buscar su lugar en el mundo. Sus confidentes son sus amigos, no nosotros. Empiezan a descubrir el sexo, con el riesgo de embarazos no deseados y de sufrir enfermedades de transmisión sexual.
Sus decisiones nos parecen muchas veces carentes de toda lógica, pero la descarga de hormonas que sufren es enorme y estas dominan sus acciones. Adquieren su máxima fuerza física cuando su mente aún no ha alcanzado el equilibrio. Tienen referentes culturales y sociales que desconocemos y, si nos hacen partícipes de ellos, no compartimos sus creencias ni gustos. Usan lenguajes que nos parecen idiomas de otra galaxia. Es una etapa que dura solo unos años, pero a algunos padres se les hace eterna.
Cómo es el cerebro del adolescente
Quiero prestar especial atención al cerebro del adolescente.
Si en la preadolescencia han aprendido los mecanismos básicos de supervivencia, desde cómo comer o ir al baño, ahora empiezan a forjar su personalidad. Es un tiempo, por tanto, de gran inestabilidad.
Sus neuronas y las células de la glía son la maquinaria que constituyen este órgano prodigioso que está a punto de madurar. Muchas de las oportunidades y estilo de vida posteriores quedarán marcadas por la programación de la actividad de los genes que ocurre en este periodo. De esta forma, igual que cuando hemos seguido rigurosamente todos los pasos para elaborar una receta de cocina deliciosa y en el último paso se nos cae toda la sal y arruinamos la comida, hay factores externos que influyen para mal.
El acoso escolar, una mala nutrición, la falta de sueño o el uso de drogas pueden ser un último mal condimento en el protocolo de un cerebro sano que pueda ser feliz en la sociedad.
Entre las enfermedades que debutan en la adolescencia o justo cuando termina podemos mencionar los trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia y la bulimia, y la esquizofrenia. Escuchemos a los adolescentes en este periodo crítico, tengamos paciencia y recordemos que nosotros, un día ya lejano, también fuimos así.