Generar células madre podría ser la solución para los enfermos sin un donante compatible

Hace años que se intenta crear células sanguíneas en el laboratorio porque servirían para curar dolencias que hoy en día son difíciles de tratar. Con el objetivo de lograrlos se ha puesto en marcha el proyecto MakingBlood, que durará cinco años.

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Mujer sonriente

En 10 o 20 años las células madre sanguíneas creadas en laboratorio quizá sirvan para evitar la necesidad de donaciones de sangre. 

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En nuestro organismo tenemos entre 50.000 y 200.000 células madre. Son aquellas que tienen la capacidad de transformarse en células específicas; actúan como progenitoras y son capaces de generar otras (de ahí el nombre de “madres”). También se las denomina células indiferenciadas, ya que aún no se han especializado ni se han diferenciado para formar parte de un tejido o de un órgano concreto. Pueden ser totipotentes, pluripotentes, multipotentes o unipotentes.

  • Las más poderosas son las primeras, las totipotenciales o totipotentes, ya que son capaces de generar un organismo completo. Están presentes solo en las primeras etapas del desarrollo embrionario (cuando el óvulo se une con el espermatozoide) y, con el tiempo, su capacidad de diferenciación se reduce.
  • Las segundas en orden de capacidad o “poder convertidor” son las pluripotenciales: pueden producir diversos órganos, pero ya no logran formar un organismo entero. 
  • Las multipotenciales son las más comunes en el cuerpo de un adulto. Pueden formar distintos tejidos de un mismo órgano.
  • También abundan las unipotenciales o unipotentes, que solo pueden generar un tipo de célula concreto, como espermatozoides u ovocitos. 

Pese a que unas son capaces de mucho más que otras, todas tienen la capacidad de autorrenovarse: pueden hacer copias idénticas de sí mismas durante toda la vida de esa persona.

Son más o menos trabajadoras

Todos y cada uno de los tejidos que forman nuestro cuerpo tienen algún tipo de células madre. Y sabemos que algunas son más trabajadoras o activas que otras, aunque desconocemos la razón. 

  • Entre las que están en el cerebro, por ejemplo, no todas cumplen una función regeneradora activa. En la piel o en el intestino ocurre algo bien distinto: allí las células madre trabajan sin descanso para reparar cualquier daño que sufran. Es algo muy positivo porque son zonas que necesitan una regeneración continua.
  • A veces, pierden o se olvidan de su función. Es lo que ocurre cuando se desarrolla un cáncer en la sangre, una leucemia: las células madre que residen en la médula ósea dejan de funcionar y se transforman en tumorales, impidiendo que se renueven los glóbulos blancos, los rojos y las plaquetas. Y, poniendo en peligro, por tanto, la vida. El tratamiento médico intenta resolverlo eliminando la médula ósea y recurriendo a un trasplante. Con la nueva médula, la del donante, es posible que el paciente vuelva a producir células sanguíneas saludables y se acaba curando.

El objetivo es crearlas en el laboratorio

El Premio Nobel de Medicina del año 2012 distinguió a los descubridores de cómo crear en el laboratorio células madre que tienen la capacidad de formar cualquier tejido, pero no un organismo completo (es decir, ese avance abrió el camino para crear células pluripotenciales). 

  • A estas células fabricadas en el laboratorio las llamamos iPS, y pueden actuar como una especie de “banca” a la que recurren los tejidos para recuperarse de un daño.
  • Pero siguen siendo escurridizas: además, cada vez que intentamos dejarlas como células madre de tejido en estado de “reserva”, rápidamente maduran a las células del tejido y, por lo tanto, con una función específica y distinta a la que intentábamos asignarle.
  •  Pese a todo, su uso es prometedor, ya que se pueden crear fácilmente a partir de las células de una persona. Ya se pueden generar, de forma limitada, células sanguíneas y esperamos que en décadas podamos reemplazar la médula ósea, o, incluso, desarrollar terapias génicas o inmunoterapias personalizadas, a medida.

Tres aplicaciones donde podrían ser útiles

  1. Reparación de órganos. El campo de las células madre “fabricadas” es prometedor, pero aún no pueden regenerar órganos dañados ni curar enfermedades. Estos logros solo se han conseguido en casos muy específicos.
  2. Alternativa a los trasplantes. Muchas personas no tienen donantes compatibles, imposibilitando un trasplante. El uso de células madre de su propio cuerpo (que pudieran reparar el daño) podrían hacer que no sea necesario. 
  3. Usos en cosmética. Hoy en día se comercializan cremas con células madre pero no son células activas sino extractos. No reemplazan a las de la piel; les aportan nutrientes.

Nuestro objetivo: crear sangre artificial

Cuando se forman las células madre sanguíneas (hematopoyéticas) durante el periodo embrionario se produce una especie de entrenamiento que les permite realizar su trabajo correctamente. Faltan por conocer muchos detalles de eso, pero lo que sí sabemos es que esas células pasan por distintos órganos. Y cada uno les aporta características clave antes de instalarse, de por vida, en la médula ósea.

Durante este año comenzaremos a recrear ese recorrido, el proceso y los ambientes que van atravesando las células madre sanguíneas. Lo haremos gracias a una beca del Consejo Europeo de Investigación y en colaboración con investigadores de Finlandia, Inglaterra y Países Bajos. Es un proyecto pionero en el mundo.

Nuestro objetivo es que, en unos seis años, podamos generar –a pequeña escala– células que funcionen como las naturales. Pasar de esa pequeña escala a la producción masiva es una tarea necesaria pero lenta, porque necesitamos garantizar células madre que puedan multiplicarse de forma controlada sin volverse tumorales. ¡Todo un desafío!