Los desayunos a base de bollería industrial parece que afortunadamente son cada vez menos frecuentes. Y es que aportan un exceso de azúcar, carbohidratos refinados y aditivos nada recomendable. Por el contrario, los nutricionistas aconsejan que el desayuno sea rico en fibra, proteínas y micronutrientes.
Es por ello que la avena con semillas de chía no ha cesado de ganar popularidad en los últimos años; imponiéndose como la opción perfecta de desayuno. El porqué reside en que se trata de una opción proteica, rica en fibra y omega 3 que resulta de lo más saciante. Aunque esos no son los únicos beneficios que posee.
Avena con semillas de chía: por qué es una buena opción de desayuno
Para empezar, la avena es uno de los alimentos que destacan por contener betaglucano, una fibra soluble, que se distingue de otras por su capacidad para ayudar a bajar los niveles de colesterol y glucosa. Asimismo, se caracteriza por aportar a través de su toma propiedades probióticas y antioxidantes al cuerpo, que ayudan a mantener las bacterias buenas en el intestino y a retrasar posibles daño en las células, respectivamente. Todo ello, mientras sacia el apetito. Esto se debe a que es rica en hidratos de carbono complejos que el cuerpo va a absorbiendo de manera paulatina, contribuyendo a esa sensación de saciedad.
La avena es un gran fuente de hierro, que ayuda a suministrar oxígeno a los músculos; magnesio, que fortalece los huesos y mejora el ritmo cardíaco; selenio, que evita posibles infecciones; zinc, que contribuye al sistema inmunitario y vitaminas del grupo B. Propiedades y nutrientes que favorecen que la avena sea señalada como un ingrediente óptimo para desayunar.
Más aún si va entremezclada con semillas de chía. En lo referente a este último ingrediente, es una excelente fuente de fibra. Al igual que otras semillas, las de chía se caracterizan por ser una opción soluble, es decir, que absorben el agua aumentando su volumen y, por tanto, la saciedad. Una cualidad que, asimismo, activa y potencia la acción saciante de la avena.
Entre sus otras muchas cualidades, las semillas de chía ayudan a controlar los niveles de glucosa y colesterol en sangre gracias a su fibra, que disminuye la absorción de azúcares y grasas de los alimentos. Pero probablemente el nutriente más interesante de la chía es su gran contenido en ácidos grasos omega 3, un tipo de grasa saludable que reduce la inflamación y el colesterol, ayudando a mantener las arterias sanas.
De ahí a que su combinación resulte una opción de desayuno de lo más nutritiva y saciante que, lejos de generar una sensación de pesadez, contribuye a aliviar la hinchazón.
Cómo se prepara avena con semillas de chía
Para esta elaboración, cabe señalar que no vale cualquier avena. Se recomienda optar por los copos grandes o la avena cortada en lugar de la opción rápida o instantánea. Estas últimas opciones aportan demasiados azúcares.
Una de las ventajas que presenta la avena es que puede combinarse con infinidad de frutas o cremas, lo que favorece que se pueda adaptar a las necesidades y gustos de cada uno a la perfección, aunque hay que reconocer que una de las opciones más recurrentes y que más gustan es la de la avena con semillas de chía.
Más aún si se tiene en cuenta que se trata de una elaboración bastante sencilla de preparar. Solo tienes que cocer la avena con un poco de leche y, cuando esta haya aumentado al absorber gran parte de la leche, agregar las semillas. Mezclarlo bien, favoreciendo que se integren los ingredientes como una masa, y dejarlo reposar para que termine adquiriendo la textura deseada.
Más opciones para desayunar avena con semillas de chía
¿No te apetece desayunar constantemente el típico bowl de avena con semillas de chía? Entonces, te alegrará conocer que ambos ingredientes son bastantes versátiles. Se pueden preparar de bastantes maneras. Por ejemplo, abandonando la idea del cuenco de cereales, puedes decantarte por preparar un pequeño pudín con ambos ingredientes.
Una opción rica en fibra en la que tan solo se necesita entremezclar las semillas de chía con leche (o kéfir) y, después, cubrirlo con avena. Cohesionar bien los ingredientes. Añadir, si se desea, alguna especia, como puede ser la canela, y guardarlo en la nevera.