"La influencia del clima en las enfermedades reumáticas es algo que está interiorizado en la cultura popular e, incluso, entre los médicos desde los tiempos de Hipócrates (médico de la Antigua Grecia)", explicaba a Saber Vivir el reumatólogo Marcos Paulino.
Si bien es cierto que en invierno aumentan los dolores articulares y, de hecho, está muy extendida la creencia errónea de que el frío es uno de los causantes de las enfermedades reumáticas, en realidad las bajas temperaturas no provocan ni artrosis ni artritis ni "dolor de huesos" como suele decirse.
Sin embargo, sí que hay evidencia científica de que el frío, la humedad o los cambios de presión atmosférica suelen afectar de forma negativa a las personas que sufren estas enfermedades. "Cuando tantos pacientes se quejan de cambios en su sintomatología en función del clima, es que algo debe haber de cierto en esta relación. De hecho, el término chino para referirse al reumatismo es feng shi, que significa viento húmedo o enfermedad del viento y la humedad", comentaba el doctor. Analizamos con él qué hay de cierto en esta creencia.
¿Cómo afecta el frío al dolor de articulaciones y huesos?
No es tan fácil demostrar el vínculo entre el clima y el dolor. Pese a ello, el reumatólogo nos explica que los ensayos científicos que van a favor de una influencia real de la meteorología en nuestros huesos, músculos y articulaciones indican que:
- El frío puede provocar un aumento de la viscosidad del líquido que hay en las articulaciones (llamado líquido sinovial), encargado de lubricar y nutrir al cartílago. La consecuencia de esto es una mayor rigidez, fricción y, por tanto, dolor cuando las temperaturas son bajas.
- Por otro lado, se piensa que las altas temperaturas y la humedad pueden aumentar la producción del líquido sinovial, lo que favorece la aparición de derrames y brotes inflamatorios en los pacientes reumáticos.
¿Cómo afecta la presión atmosférica a articulaciones y huesos?
Al margen de la temperatura, las variaciones en la presión atmosférica también pueden jugar un papel importante en el aumento del dolor. "Existirían receptores de presión a nivel articular capaces de ser activados tanto por una borrasca (presión atmosférica baja) como por un anticiclón (presión alta)", apuntaba el doctor Paulino.
Las variaciones en la presión atmosférica pueden provocar cambios en los receptores del dolor o la liberación de sustancias que favorecen la inflamación. "Los estudios relacionan un descenso de la presión, más habitual en invierno, con una mayor intensidad del dolor en pacientes con artrosis y artritis", añadía.
El doctor Paulino nos habla concretamente de un estudio realizado por investigadores franceses que relaciona una baja presión atmosférica con un peor equilibrio y mayor dolor en pacientes con artrosis de rodilla.
"Pero está más demostrado el impacto del frío y la humedad, y sobre todo de los cambios bruscos. Lo que hace que muchas personas puedan llegar a predecir los cambios de tiempo por el dolor que sienten".
De todas formas, refiriéndose a los resultados de estos estudios, matizaba que en los días con buen tiempo, cuando los pacientes decían sentir menos dolor, "también dormían mejor, hacían más deporte y tenían mejor estado de ánimo, por lo que hay otros factores a tener en cuenta".
meteosensibles: personas más sensibles a los cambios de tiempo
Hay personas a las que los cambios meteorológicos les afectan más que a otras. Es lo que se conoce como "personas meteosensibles".
En un estudio con pacientes de artritis reumatoide, el 15-20% afirmaron que sí les afectaban los cambios de tiempo, mientras que el 80% dijeron que no.
"Esto indica que, ya sea por una sensibilidad especial o por una cuestión genética, algunas personas notan más los cambios", afirmaba el doctor Paulino.
Como curiosidad, el reumatólogo nos detalla que en un estudio con pacientes de artrosis de rodilla de seis países europeos, "los que referían más dolor articular por la humedad y el frío eran los españoles. No se sabe por qué, podría ser porque los de los países nórdicos están más acostumbrados al frío o porque tienen diferente umbral del dolor, pero son especulaciones", aclaraba.
¿Te duele una antigua fractura cuando cambia el tiempo?
Muchas personas que años atrás sufrieron una fractura de hueso también suelen asegurar que con el frío o los cambios de tiempo vuelven a notar dolor en la zona donde se lesionaron. Pero ¿qué hay de cierto en esto?
Según el doctor Paulino, no está demostrado "desde el punto de vista científico o académico por falta de estudios, pero sí en base a lo que oímos a diario en la consulta de pacientes con viejas lesiones que parecen 'revivir' ante una determinada circunstancia climática, incluso a veces antes de que se produzca".
Los barorreceptores (receptores de presión), nociceptores (receptores de dolor) y los cambios locales de irrigación en función de la temperatura podrían jugar un papel en este curioso fenómeno, apunta el especialista.
Cómo afecta la contaminación al dolor de huesos
Además de los cambios de tiempo, podría haber otro factor que influya en nuestros huesos: la polución.
Un estudio del Hospital Universitario Fundación Alcorcón examinó los efectos de diferentes contaminantes del aire en la incidencia de fracturas osteoporóticas de cadera. Han detectado que existe una asociación entre niveles altos de dióxido de azufre y dióxido de nitrógeno (SO2 y NO2) e ingresos hospitalarios por fractura de cadera, sobre todo en mujeres mayores de 75 años.
Los mismos investigadores ya habían estudiado anteriormente la influencia del tiempo en este tipo de lesiones y habían visto que en otoño e invierno se producen un 15% más de fracturas de cadera que en primavera-verano.
Consejos para prevenir el dolor de huesos por el mal tiempo
Como nos recuerdaba el doctor Paulino, muchas especies animales, por instinto, emigran de sus hábitats naturales en determinadas épocas para buscar regiones de climas más benignos.
Pero en nuestro caso, excepto unos pocos afortunados que pueden pasar temporadas en zonas más cálidas, "la realidad es que existen pocas opciones, disponemos de pocas herramientas para enfrentarnos a los cambios climatológicos". Pese a ello, el reumatólogo nos daba tres consejos para prepararnos si sabemos con anterioridad que va a cambiar el tiempo:
- Realizar ejercicios suaves de estiramientos.
- Aplicar calor seco local en la zona afectada.
- Tomar medicamentos analgésicos o antiinflamatorios, siempre bajo supervisión médica, "poco antes de la llegada del cambio si, según nuestra propia experiencia, sabemos que nos va a doler más la articulación dañada".
- Procurar dormir 8 horas. La falta de sueño puede empeorar el dolor.
- Hacer actividades relajantes como el yoga que, además de cuidar las articulaciones, combaten el estrés que también se asocia con una mayor intensidad del dolor.
- Tomar infusiones de jengibre que ayudan a entrar en calor y tienen acción antiinflamatoria.
- Salir a pasear, sobre todo cuando haga sol. Activarás las articulaciones y sintetizarás vitamina D, vital para la salud ósea y unos correctos niveles de energía.