¿Las pesadillas son un aviso de mala salud?

A veces indican la presencia de trastornos que no solemos relacionar con estos malos sueños. Te mostramos los últimos hallazgos de la Ciencia.

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Seguramente asocias las pesadillas a sueños angustiosos y agitados. Son uno de los tipos de parasomnias (o trastornos del sueño) más comunes. Pero hay otros, como la parálisis del sueño y el trastorno de conducta en sueño REM, aunque tendamos a llamarlos a todos igual.

Los tres ocurren durante la fase REM del sueño, en la que la actividad mental es muy alta. Tan alta es que el cerebro puede llegar a necesitar y gastar más glucosa que cuando estamos despiertos pensando. Tienen en común que podemos recordarlos al despertar. Pero hay detalles que definen y diferencian a estos tres tipos de parasomnias y conviene tenerlos en cuenta porque pueden servir para reconocer sus posibles causas. Te mostramos esas peculiaridades a continuación.

¿Al despertar no puedes moverte?

Si te pasa, es muy probable que tu malestar se deba a una parálisis del sueño.

  • Nuestro cuerpo se desconecta en la fase REM para que no nos movamos al soñar. Cuando se produce la parálisis del sueño, los músculos tardan un poco más en conectarse y, al despertarte, tú eres consciente de que lo estás pero te encuentras atrapado, no puedes moverte ni hablar. El afectado también puede sentir que hay alguien en la habitación que quiere hacerle daño y tener sensaciones corporales extrañas. Aunque dura poco (entre 1 y 3 minutos de media), es una situación muy desagradable y angustiosa.
  • Puede aparecer por dormir poco o por seguir horarios de sueño muy irregulares. Pero a veces es síntoma de narcolepsia (sueño durante el día). Si ocurre con frecuencia, conviene consultarlo con el médico.

¿Sueñas que te peleas o persiguen?

Es una de las características principales del trastorno de conducta en sueño REM.

  • Aquí falla la desconexión corporal propia de esta fase, y como los sueños son violentos la persona puede gesticular, dar patadas, puñetazos... Esto puede hacer, incluso, que se caiga de la cama. A los hombres les ocurre mucho más que a las mujeres, sobre todo a partir de los 50 años.
  • El párkinson o una demencia pueden estar detrás si son frecuentes. Según recientes estudios, cuando estos malos sueños se vinculan a trastornos neurológicos aparecen entre 10 y 15 años antes de otros síntomas más evidentes.

¿Te inquietas al final de la noche?

Lo que los médicos definimos como pesadillas suelen ocurrir en el último tercio de la noche. Y a diferencia de los trastornos anteriores, no nos movemos durante ellas ni hay parálisis al despertar.

  • Se trata de sueños largos y elaborados, en los que la angustia y el temor aumentan progresivamente hasta que nos despertamos.
  • El estrés emocional, pero también el interno por enfermedades que hacen que el cuerpo fuerce la máquina, son la principal causa. De todos modos, hay otros factores (como los de la columna derecha) que influyen.

Quizá la postura acabe influyendo

  • Dormir sobre el lado izquierdo podría favorecer las pesadillas según un informe publicado en Sleep and Hypnosis. Falta mucha más investigación al respecto, y no es un estudio concluyente, pero el hecho de que en esta posición presionamos más el corazón podría tener que ver con la aparición de los malos sueños.
  • Al descansar boca arriba el riesgo de roncar y de despertarte sobresaltado aumenta, y esto puede hacer que no durmamos relajados. De todas formas, lo más importante para un descanso reparador –y sin pesadillas– es que la postura que adoptemos nos resulte cómoda.

Mirar mucho el móvil también da malos sueños

Aunque todos hemos tenido pesadillas alguna vez, si son muy frecuentes, muy intensas o provocan temor a irse a dormir, conviene consultarlo con el médico. De entre las posibles causas, aparte del estrés, destacan las siguientes:

  • Pasar mucho tiempo en las redes sociales. Un reciente estudio publicado en BMC Psychology ha comprobado que cuanto más tiempo pasamos al día consultándolas, más riesgo hay de que surjan las pesadillas.
  • Tener fiebre. El dolor de cabeza, los escalofríos y el malestar que provoca pueden hacer que durmamos peor, y esto facilita los malos sueños.
  • Los cambios hormonales de la menopausia. La bajada de estrógenos puede favorecerlos, porque estas hormonas actúan regulando los neurotransmisores cerebrales.
  • La toma de ciertos fármacos, como algunos antidepresivos (inhibidores de la recaptación de la serotonina), propician su aparición. También lo hacen otros que no actúan a nivel neuronal, como los antihipertensivos y algunos antibióticos, pero aún no se sabe por qué.
  • Trastornos autoinmunes. Varios estudios apuntan a una posible relación entre enfermedades como el lupus o la artritis y las pesadillas, pero es algo que se debe investigar más.

Artículo publicado en la revista Saber Vivir por el Dr. Álex Ferré Masó, especialista en Neurofisiología Clínica y Medicina del Sueño del Hospital Universitario Vall d'Hebron (Barcelona).