En estos meses calurosos todo parece coincidir para que hagamos una dieta saludable. Es tiempo de ensaladas, de gazpachos, cremas fresquitas. Recetas que se preparan con alimentos frescos, nutritivos y muy bajos en grasas. Es la época reina de la dieta mediterránea tan recomendada. Hasta ahí la teoría.
La realidad, tal y como nos avisan los cardiólogos, es que no estamos siguiendo la dieta mediterránea. Y lo peor es que creemos que sí. La dieta mediterránea a la que se refieren los médicos es la que se hacía antiguamente en nuestras casas. “En una época en la que alguien de la familia se encargaba de cocinar y dedicaba tiempo”, explica el cardiólogo Josep Brugada, director médico del Hospital Clínic de Barcelona.
Entonces se compraba cada día, todo se basaba en productos frescos. Hoy hay problemas de conciliación con el trabajo. Se intenta organizar menús en los que muchas veces se recurre a platos preparados o semipreparados. Esa no es la dieta. Y cuando llegan las vacaciones, podemos caer en un nuevo error.
Cuál es el error de la cocina de verano
Lo que preocupa a los médicos es que no seamos más conscientes del tipo de alimentación que ponemos en la mesa. Hay que entender que hace calor y tampoco queremos pasarnos la mañana junto a los fogones. El chef o la chef de la casa también merece descanso. Por eso los cardiólogos no son partidarios de prohibiciones tajantes.
Si arreglas el menú con un bistec, hazlo. El fallo es solucionar cada día el menú con carne roja. Eso sí se ha demostrado poco saludable. Tampoco pasa nada porque un día compremos un primer plato preparado, una crema de puerros, tipo vichyssoise. Pero no la convirtamos en elección “sana” en sustitución de una crema casera nuestra.
No es cuestión de crear mala conciencia, sino de no autoengañarnos. Y tampoco obsesiones con modas. Hace unos años no se podía comer huevos a diario, el aceite de oliva era malo por ser demasiado graso. ¿Quién se acuerda hoy de eso? Huevos y aceite de oliva está en las recomendaciones de los nutricionistas.
“Varía más a menudo de platos, haz rotación e introduce mucha verdura y fruta. Sentido común es lo que queremos los médicos”, explica el doctor Brugada.
Los peores alimentos para el corazón
Los cardiólogos han alertado de que estos alimentos no son buenos para el corazón y no somos suficientemente conscientes. Por eso mismo, aunque no todos son los más perjudiciales, el hecho de que abusemos muchas veces de su consumo los hace especialmente peligrosos.
- Los pollos asados o pollos a l’ast es un caso paradigmático. Son carnes blancas, que son las más adecuadas para una dieta cardio protectora.
El problema no es el pollo en sí, sino el tipo de pollo y cómo lo preparan. En la elaboración suelen poner condimentos con grasas saturadas, mucha sal, aceites de poca calidad. La piel del pollo, si no es ecológico, suele contener muchas toxinas.
- Patatas fritas. No hablamos solo de las patatas de bolsa, que esas son una fuente de calorías y muy adictivas. Las patatas fritas caseras tampoco pueden considerarse un plato para repetir a menudo.
Como han advertido los cardiólogos de la Universidad de Harvard, es un error apuntarlos en la lista de vegetales. Primero porque no los comes frescos. Segundo porque aumentan mucho el nivel de azúcar en sangre. Hay estudios que relacionan su consumo excesivo con diabetes e hipertensión.
- Salsa de tomate. El recurso ideal para solucionar un menú rápido de verano: hervimos cualquier pasta y le ponemos la salsa comprada. Total, es solo tomate, ¿verdad? Pues no.
Estas salsas industriales tienen unas sorprendentes cantidades de azúcar. En algunas marcas tanta azúcar que prácticamente es un dulce. Por eso a los cardiólogos no les extraña que siempre triunfe.
- La sal. Es un problema que traspasa las fronteras y que no es solo de verano. Como bien sabes, la sal aumenta el riesgo de hipertensión y puede hacer que se acumule líquido al rededor del corazón y le obligue a trabajar más.
El problema es que desconocemos la cantidad de sal que consumimos. Quédate con este dato: un 70% nos llega por el exceso que ponen en los restaurantes para que el plato sea más sabroso y en las comidas preparadas del supermercado. Tenlo en cuenta ahora que salimos más a comer fuera porque estamos de vacaciones. Al menos en casa, no añadas sal. Los alimentos ya la tienen de modo natural.
- Margarina. La gran tentación del verano: un desayuno en la terraza, con unas tostadas con mermelada y margarina. Es idílico, pero no olvides que cuando se analizó los motivos por los que en los países mediterráneos se vivía más que en los países nórdicos, se descubrió que la margarina es una de las causas.
Equivocadamente se pensó que al ser vegetal es más sana que la mantequilla. Hoy se sabe que su contenido en grasas saturadas y aditivos la hacen enemiga de nuestra salud cardiovascular.
Qué recomiendan los cardiólogos
El doctor Brugada nos contaba una anécdota: después de que se publicara un estudio recomendando para el corazón las nueces, le vino un paciente diciendo que se hinchaba a nueces. “No niego que van bien como complemento, tienen ácidos grasos poliinsaturados (necesarios y beneficiosos para el corazón), no como dieta”.
El concepto de alimentación que recomiendan los cardiólogos es la filosofía de la dieta mediterránea, y que también tienen otras dietas, como la atlántica. Esa filosofía supone una alimentación variada, con productos frescos, que incluya pescado un par de veces por semana, bastante fruta y verdura.
Es decir, todo lo contrario de lo que nos exige la agitada vida urbana, en la que comes una hamburguesa con patatas en menos de una hora. Por eso:
- Aprovecha estos días de verano para disfrutar de otro de los elementos que implica la filosofía de la dieta mediterránea: “Un entorno agradable, tranquilo con sol y la oportunidad de tomarte tu tiempo para comer en buena compañía”, explica el cardiólogo.
- Organízate para programar menús completos y sanos: un día pon pasta, otro pescado, otro arroz, otro pollo. Y cada día combinado con un plato de verduras. Y para conseguirlo “la solución pasa por que todos los miembros de la familia se impliquen”, concluye el doctor Brugada.
- Convendría que hubiera más campañas de concienciación para que los adultos dedicaran más tiempo a la compra de alimentos fresco y a la elaboración de recetas tradicionales. También que las escuelas se implicaran más en la concienciación de estos valores.