Un estudio alerta de los peligros de beber alcohol y quedarse dormido en el avión para el corazón

Una investigación médica ha comprobado que tomar algo de alcohol, con un par de cervezas basta, y quedarse dormido pone en riesgo la salud cardiovascular. Los autores avisan a las aerolíneas que dejar beber es jugar con fuego y un mal negocio.

Pablo Cubí
Pablo Cubí del Amo

Periodista

Actualizado a

MUJER DORMIDA AVION
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Los que tenemos una edad hemos llegado a ver fumar en los aviones, algo que hoy puede parecer inconcebible para las nuevas generaciones nacidas a partir de los años noventa. Quizás estemos viendo los primeros avisos de otra posible prohibición: la de beber alcohol a bordo.

Beber alcohol hoy no solo se permite sino que se incentiva en algunos vuelos, ofreciendo su consumo durante el viaje. Algunos pasajeros a los que les da miedo volar recurren de manera poco saludable a este método para calmar la ansiedad. Otras personas beben simplemente por placer.

Eso sí, las compañías son muy estrictas ante posibles riesgos, y el capitán puede prohibir el embarque si el pasajero está muy borracho y cree que puede causar problemas.

A unos y otros, un nuevo estudio científico les puede dar importantes argumentos para que se lo piensen dos veces antes de tomar la copa.

Qué problemas causa el alcohol a bordo

Esta investigación, llevada a cabo por el Instituto de Medicina Aeroespacial, en la ciudad alemana de Colonia, ha comprobado que la combinación de alcohol y la presión de cabina reduce los niveles de oxígeno en la sangre y aumenta el ritmo cardiaco.

Cuando además la persona duerme, especialmente en vuelos de larga duración, se dan las condiciones para aumentar el riesgo de problemas cardiovasculares, como un infarto o un ictus.

Además, la investigación ha comprobado que esto también ocurre con personas jóvenes y sanas, que es con los que se han hecho las pruebas. Es probable que el riesgo se incremente exponencialmente cuando la persona sea un adulto de más edad. “Podría agravar los síntomas en pacientes que tienen ya enfermedades cardíacas o pulmonares”, ha explicado la directora del estudio, la doctora Eva-Maria Elmenhorst.

Investigaciones previas ya habían apuntado a que cuando hay una bajada de presión, como la que se da cuando volamos, disminuyen los niveles de oxígeno en la sangre. Baja hasta el 90%, que es el límite de lo que los médicos consideran saludable.

Lo que el equipo de la doctora Elmenhorst quería comprobar es qué pasaba si se suma alcohol, que relaja las paredes de los vasos sanguíneos y obliga al corazón a bombear con más rapidez.

El oxígeno en sangre baja al 85%

Para comprobar los efectos de esta combinación se reclutó a 48 voluntarios, entre los 18 y los 40 años. Un grupo tomó un par de cervezas o dos compas de vino y otro no bebió nada. Luego cada grupo se volvió a separar en dos.

A unos se les puso camas en una cámara de presión que imitaba las condiciones que hay en una cabina de avión en vuelo de crucero (unos 2.500 metros sobre el nivel del mar). Al otro grupo se les dejó dormir en una habitación normal, con la presión que hay a nivel del mar. Los cuatro grupos estuvieron monitorizados constantemente mientras dormían.

Los resultados fueron los siguientes:

  • Los que bebieron y durmieron en cabina tuvieron una bajada de la oxigenación en sangre al 85% de media. Sus latidos, para compensar esta bajada, subieron a 88 pulsaciones por minuto.
  • Los que no bebieron y solo sufrieron la presión bajaron al 88% la saturación de oxígeno y subieron los latidos a 73pulsaciones por minuto.
  • Los que bebieron pero en un entorno normal bajo la oxigenación ligeramente, a un 95%, y el corazón aceleró en 77 latidos por minuto.
  • Los que ni bebieron ni estuvieron en cabina, mientras dormían, tenían una oxigenación en sangre del 96% y una media de 64 pulsaciones por minuto.

Atención especial a los vuelos largos

Los investigadores señalan que hay que poner en el punto de mira los vuelos largos, aquellos que suponen más horas sometidos a la presión más baja y en los que es más probable que el pasaje duerma en algún momento durante el trayecto.

Una hipoxia (la disminución de oxígeno) no es un gran problema si es momentánea. A medida que se alarga en el tiempo, el riesgo crece.

La prueba también detectó algo ya conocido: los que bebieron alcohol tuvieron un sueño menos reparador. La duración del ciclo de sueño profundo y el de la fase REM se reducen. La combinación de la presión y el alcohol lo hizo más evidente.

Es decir que si bebes también descansarás peor y llegarás al destino en peores condiciones. En vuelos transoceánicos, el jet lag se agrava.

También recuerdan que la prueba se hizo con un consumo moderado de alcohol, si se toman más de dos copas, los riesgo cardiovasculares se incrementan.

Por todo ello, aconsejan a las compañías que se lo piensen dos veces antes de favorecer el consumo de alcohol. Recuerdan que los infartos causan el 58% de los desvíos de un vuelo, con el costo económico que eso supone para las compañías. Restringir las bebidas a bordo puede ser mejor negocio de lo que piensan.